Gulnara Karimova
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Gulnara Karimova, la princesa uzbeka caída en desgracia

Bajo arresto domiciliario desde 2014, era una aspirante más a «lady Di made in Oriente»

Madrid Actualizado: Guardar
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Gulnara Karimova, hija del dictador de Uzbekistán, era una aspirante más a «lady Di made in Oriente» hasta que fue acusada por corrupción. Bajo arresto domiciliario desde febrero de 2014, la investigación continúa con registros en aviones privados a medianoche, según informa Bloomberg.

Mujer de negocios, diseñadora de joyas, profesora, gurú de la moda, filántropa, diplomática e incluso cantante. Gulnara estaba en todas partes. En el periódico, en las vallas publicitarias, en las tiendas de discos, en los desfiles de moda, en la televisión... «Parecía la dueña del país», dijo John Colombo, productor de su vídeo musical, «Round Run», a la BBC. Tenía millones de dólares (hasta 500 contó el diario alemán Der Spiegel en 2010), según recordaba «Mujer Hoy».

Según el analista político Kamoloddin Rabimmov, «Gulnara monopolizó sectores enteros de la economía: empezó a intervenir en las ventas de gas natural, el comercio de oro, la logística. Acaparó tantos recursos que ella sola estaba creando un déficit presupuestario». Pero era mucho más que un tiburón financiero. Era la perfecta anfitriona del festival StyleUz, por el que pasaron Julio Iglesias –con quien cantó «Bésame mucho»–, José Carreras o Sting. O la animadora del cotarro global: se ha dejado ver (y fotografiar) con Montserrat Caballé, Elton John, Gerard Depardieu... Una «it girl» en la Ruta de la Seda.

Pero también se atrevió a denunciar los excesos del régimen de su padre. Y a señalar a Rustam Inoyatov, jefe del servicio secreto. Desde Twitter, en un país donde los líderes de la oposición están muertos, en la cárcel o el exilio. Nada más hacerlo, su imperio empezó a caer. Ella ha acusado a su madre y a su hermana de estar detrás.

Sin embargo, el pasado 4 de noviembre investigadores noruegos irrumpieron en un avión privado en busca de pruebas que vinculasen la compañía VimpelCom con unos sobornos por valor de 500 millones de dólares a «un pariente del presidente de Uzbekistán», según dice la querella criminal citada por Bloomberg, en referencia a la princesa. Al parecer, se habrían realizado durante la liberalización del sector de las telecomunicaciones en Uzbekistán.

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