Ghislaine Maxwell, la socialité británica, amante y encubridora de Jeffrey Epstein

La hija del magnate de la prensa Robert Maxwell está siendo investigada por colaborar con el fallecido pederasta

Jeffrey Epstein y Ghislaine Maxwell Patrick McMullan
Ana Mellado

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¿Amiga, novia, confidente, madame, gestora de sus mansiones, cómplice o encubridora? Resulta harto complicado encontrar el adjetivo más preciso para definir la relación que unía al pederasta Jeffrey Epstein con Ghislaine Maxwell (57 años), la novena hija del polémico magnate de los medios de comunicación Robert Maxwell . Tras el hallazgo del cuerpo sin vida de Epstein en su celda de la cárcel de Manhattan el pasado sábado, todas las miradas se dirigen a Ghislaine para tratar de arrojar algo de luz en una investigación que sigue su curso en los juzgados. Y las principales pesquisas señalan a Ghislaine como su colaboradora, la que propició un acercamiento entre Epstein y las menores de las que abusaba sexualmente.

Después de tres años en paradero desconocido, con la prensa diseccionando su figura día sí y día también, Ghislaine fue fotografiada el pasado lunes en una hamburguesería de Los Ángeles mientras leía «The Book of Honor: The Secret Lives and Deaths of CIA Operatives». El periódico «New York Post» publicaba el viernes la imagen en portada con el titular «in a pickle» (en apuros, en un aprieto). Uno de los comensales del restaurante se acercó a ella y le preguntó «¿Es usted quien creo que es?». Ella contestó tajante: «Sí».

«New York Post» publicó unas imágenes de Ghislaine en Los Ángeles ABC

Muerte de su padre

Ghislaine nació en París el 25 de diciembre de 1961 y creció en Buckinghamshire, donde se codeó con la aristocracia británica y estudió en Oxford. La muerte de su padre, en noviembre de 1991, pinchó la burbuja rosa en la que vivía. El cadáver de Robert fue hallado a 27 millas de la costa de Gran Canaria, donde navegaba en su yate Lady Ghislaine, bautizado con el nombre de su hija. Poco después de su muerte certificada como un ahogamiento, aunque siempre sobrevoló la duda del suicidio, salió a la luz que había cometido un fraude masivo al saquear las pensiones de sus empleados para mantener a flote a sus empresas (Maxwell Communication Group y Mirror Group Newspapers) en números rojos.

Ghislaine abandonó Inglaterra para cerrar la herida de la muerte de su progenitor y se instaló en Nueva York. Allí entró en contacto con un atractivo y acaudalado financiero llamado Jeffrey Epstein. Inicialmente mantuvieron un noviazgo estable . Él la encandiló con su chequera, su jet privado y sus mansiones. Por fin recuperaba el tren de vida que le brindaron en su infancia. El final de su relación sentimental derivó en una íntima y cómplice amistad.

Vínculo con el poder

Según los informes policiales, Ghislain introdujo a Epstein en los senderos de la alta sociedad y le presentó a varios de sus ilustres amigos, incluido el Príncipe Andrés . El tercer hijo de la Reina Isabel II también se ha visto salpicado por las acusaciones. Una de las presuntas esclavas sexuales de Epstein, Virginia Roberts Giuffre , afirmó en una demanda que el Príncipe era uno de los hombres con los que fue obligada a tener encuentros sexuales. El Palacio de Buckingham ha desmentido la información. «Se niega enfáticamente que el Duque de York haya tenido alguna forma de contacto sexual con Virginia. Cualquier afirmación de lo contrario es falsa y sin fundamento». Y ella no solo ejerció de nexo de unión de Epstein con el Príncipe Andrés, sino también con otros muchos nombre de peso como Donald Trump , Bill Clinton , el royal saudí Mohammed bin Salman o Woody Allen .

El hijo de Isabel II con su supuesta víctima, Virginia Roberts en 2001 ABC

Cuando a mediados de la década del 2000 comenzaron a aflorar las primeras acusaciones contra Epstein, Ghislaine se distanció de él . «Se ha convertido en una mujer hogareña. Es la antítesis de la mujer que viajó mucho y estuvo de fiesta constantemente con Epstein», reveló una fuente de su entorno al «Daily Mail».

Resulta evidente que su colaboración era profunda y a la vez, compleja. A lo largo de más de una década administró las casas de Epstein y ayudó a reclutar a «masajistas» para satisfacer el apetito insaciable de su amigo . Una exempleada de la mansión de Epstein en Palm Beach (Florida) se refirió a Maxwell como «la señora de la casa». Euan Rellie , una banquera que asistía a las cenas que organizaban Maxwell y Epstein en Nueva York, afirmó que «parecía ser tanto su novia como su empleada, su mejor amiga y su encubridora», todo al mismo tiempo. Y parece que le costará caro. El abogado estadounidense Geoffrey Berman , que supervisa el enjuiciamiento contra Epstein, aseguró que la investigación continúa y deslizó que se procesará a los cómplices. El cerco sobre su implicación en el caso Epstein se estrecha y se prepara para lidiar una dura batalla contra la Justicia y las víctimas del hombre al que un día amó.

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