La exmodelo Amy Dorris acusa de agresión sexual a Donald Trump

Asegura que el actual presidente de Estados Unidos le metió la lengua en la garganta y la manoseó durante el US Open de tenis en 1997

Una de las fotos proporcionadas por la exmodelo, se puede ver junto a Trump

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La historia se repite como un bocadillo de pastrami en estómago frágil: Donald Trump , acusado de agresión sexual a una mujer. También se repetirá otra cosa: el nivel de verosimilitud de su historia no afectará al presidente de EE.UU., que se juega la reelección en mes y medio. La acusadora es Amy Dorris , una exmodelo que ha asegurado que Trump le metió la lengua en la boca, la sujetó y manoseó todo su cuerpo. Ocurrió en 1997, en Nueva York, en el US Open de tenis, donde Trump acudía cada año hasta 2015 (ya era candidato, y le abuchearon. No ha regresado).

Dorris ha vertido su acusación en «The Guardian», a quien los abogados de Trump han negado todo. La exmodelo, que entonces tenía 24 años, vivía en Florida y acudió a Nueva York en septiembre de aquel año junto a su entonces novio, Jason Binn, un empresario que fundó varias revistas del sector del lujo.

El magnate tenía un palco en el torneo de tenis, con salón y baño privados. Dorris fue al servicio y, según su relato, se encontró a Trump al salir. Se abalanzó sobre ella, le pidió que parara, pero él no hizo caso. «Me metió la lengua en la boca hasta la garganta y yo me resistía. Ahí fue cuando me agarró más fuerte y me manoseó en el culo, los pechos, la espalda, todo. Me tenía agarrada y no me podía soltar», aseguró y añadió que acabó por sacar la lengua de su boca empujando con los dientes. «Puede que le lastimara la lengua».

Rodeada de estrellas

Dorris pasó varios días en Nueva York, alumbrada por el mundo de lujo y fantasía de Trump. Alternó con Leo DiCaprio , David Blaine o Lenny Kravitz junto a Trump. Visitó junto a su novio, antes y después de la supuesta agresión, el fastuoso apartamento del multimillonario en la Quinta Avenida , un exceso rococó de mármoles y dorados. «¿Te ves viviendo aquí?», le espetó el hoy presidente. ¿Por qué siguió en compañía de Trump tras la agresión? «Había venido desde Florida y estaba con Jason. No tenía dinero ni lugar a donde ir. Íbamos de evento en evento y estaba abrumada».

Dorris asegura que no se acuerda si detalló la agresión a su novio, pero sí que le pidió que le dijera a Trump que la dejara en paz, que la acosaba. Binn no habló con «The Guardian», pero sí con los abogados de Trump, que dijeron al diario británico que el entonces novio no recordaba que Dorris le dijera que había ocurrido algo inapropiado entre ella y su anfitrión. El equipo legal de Trump defiende que si algo hubiera ocurrido en ese palco hubiera habido testigos y cuestionan que Dorris siguiera varios días en compañía del multimillonario y que no hiciera ninguna denuncia oficial. Su explicación es que la acusación es un ataque político a pocas semanas de las elecciones.

Amy Dorris, durante la entrevista THE GUARDIAN

Dorris, sin embargo, relató los hechos a varias personas inmediatamente. Entre ellos, a su madre y a una amiga que vivía en Nueva York. Más tarde, a su terapista y a otros amigos. Todos corroboraron la versión que les contó con la que ha confesado ahora.

La exmodelo asegura que pensó contar su historia en 2016, cuando aparecieron un aluvión de acusaciones contra Trump en los meses finales de la campaña electoral que le colocó en la Casa Blanca. No lo hizo, justifica, para no dañar a su familia. «Ahora mis hijas van a cumplir 13 años y quiero que sepan que no puedes permitir a nadie que te haga algo que no quieres», dice.

Repercusión en votos

Es difícil que su testimonio manche la figura de Trump, cuyo retrato, para detractores y fanáticos, está terminado hace tiempo. Le han acusado de agresión o violación más de dos docenas de mujeres. Ha silenciado relaciones con actrices porno a golpe de cheque. Un vídeo en el que decía que se permitía besuquear y «agarrar por el coño» a cualquier mujer cuando le daba la gana no descarriló su campaña en 2016. Trump dijo en 2016 que podía disparar a alguien en la Quinta Avenida y no perder votos. En lo que tiene que ver con escándalos sexuales, no le faltó razón.

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