El español que sacó a bailar a Nancy Reagan

El 7 de mayo de 1985, el entonces presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, se encontraba en España de visita oficial. Aquel día, entre las actividades programadas para entretener a la mujer del mandatario norteamericano, Nancy Reagan (fallecida el domingo pasado), se encontraba una visita al Teatro Real, por aquel tiempo sede del actual Conservatorio Superior de Danza de Madrid. Entonces lo dirigía uno de los mitos de la danza española, Mariemma. ABC recogía así aquella visita: «En el Teatro Real, Nancy Reagan asistió a tres clases de danza de alumnos de la Escuela, mientras Doña Sofía le explicaba los pasos de los jóvenes aprendices. La primera clase versó sobre un fragmento de “Castilla”, de Albéniz, a cargo de cinco estudiantes de 16 años; luego, un intermedio de “Goyescas”, de Granados, con castañuelas tocadas por diecisiete niñas de 12 a 14 años; finalmente, unos tanguillos de Cádiz, interpretados por alumnas de 9 a 11 años».

Pero había una sorpresa reservada para la primera dama. Al terminar la actuación, uno de los alumnos se acercó a ella y la invitó a bailar con él. Nancy Reagan, sorprendida y divertida, se animó a dar unos pasos de baile. Aquel alumno, que entonces tenía 16 años «recién cumplidos», se llama Óscar Jiménez. Ha sido primer bailarín en el Ballet Nacional, donde destacó por su elegancia y una técnica impecable, y actualmente es profesor en el Conservatorio Superior de Danza de Madrid.

«Me acuerdo muy bien de aquel día –explica Óscar–; vinieron al Real la Reina, Nancy Reagan y la mujer de Felipe González, para asistir a una muestra del Conservatorio. Bailaron las niñas, con piezas que les prepararon Paco Fernández y Mariemma, y terminamos los alumnos del último curso, que bailamos, si no recuerdo mal, el “Polo gitano” de Bretón. Entonces estaba previsto que una de las niñas pequeñas le entregara un ramo de flores y sacara a bailar a Nancy Reagan. Y a mí me dijeron que estuviera atento y, si la niña no se atrevía a sacarla, lo hiciera yo».

Efectivamente, narra Óscar, la niña le dio las flores, pero nada más. Así que tuvo que hacer el quite. «Me acerqué, le dije “Mrs. Reagan” y le hice un gesto de que me acompañara. Ella se lo pensó apenas dos segundos, miró a la Reina, se levantó y se vino al centro conmigo y bailó unos tanguillos».

«Era superflaca»

Nancy Reagan no mostró un estilo excesivamente depurado, pero, recuerda el bailarín, «se mostró superactiva y con muchas ganas. Me seguía y me susurró un par de veces en castellano: “Ayuda”. Fueron dos minutos solamente. Al terminar, me paré y entonces me cogió por los hombros, pero yo me retiré. Creo que me iba a dar un beso, pero en aquel momento no me di cuenta. Yo estaba muy nervioso, más que ella. ¡Era un niño!».

Óscar Jiménez recuerda a Nancy Reagan como una mujer «superflaca, muy simpática y muy normal». ¿Cómo era bailando? «Muy sosa –ríe–; pero como cualquiera que no esté acostumbrado a bailar. Pero no era torpe, e intención tenía. Y estuvo muy simpática y participativa». Reconoce el bailarín que no se sentía impresionado por ella. «Yo sabía quién era, claro, pero no me daba cuenta de lo que significaba. A mí lo que me cortaba más era estar delante de la Reina».

Al día siguiente, la foto de Óscar durante su baile con Nancy Reagan fue portada de varios periódicos nacionales. «Yo no tenía conciencia de lo que había supuesto, era muy joven. Me di cuenta por la repercusión que tuvo, no solo aquí. Lo dieron las televisiones, los periódicos...

En Washington, la capital de Estados Unidos, se llegaron a hacer postales con la imagen. La Casa Blanca me mandó a mi casa varias fotos para que las tuviese de recuerdo. Pero hasta ese momento yo no le di importancia».