El músico inglés en un concierto en Madrid, en 2015
El músico inglés en un concierto en Madrid, en 2015 - Ángel de Antonio
GENTE

Elton John no se da por vencido tras sufrir una grave infección y cancelar su gira

El cantante de 70 años asegura que no quiere «morir en la carretera», pero sigue ofreciendo más de cien conciertos al año y sopesa regresar en junio

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

En 1997, con 56 años, Bob Dylan sufrió una gravísima pericarditis, que contrajo al inhalar unas esporas mientras circulaba en moto por una carretera sureña. Cuando salió del hospital, Dylan bromeó: «He estado a punto de reunirme con Elvis». Ahora ha sido Reginald Kenneth Dwight, de 70 años, alias Sir Elton John, el que ha estado cerca de encontrarse con el rey del rock. Ha permanecido ingresado doce días, dos de ellos en cuidados intensivos, por «una infección por una bacteria inusual, muy dañina y potencialmente letal». Contrajo la enfermedad en una gira por Sudamérica y se sintió «violentamente indispuesto» en un vuelo de Santiago de Chile a Londres.

El hombre del piano recibió el alta hace once días.

Sus allegados le advierten que llega la hora de bajar el pistón, de adaptar su agenda a sus capacidades. Sir Elton en apariencia concuerda: «No quiero morir en la carretera», asegura. Ha reiterado a la prensa inglesa que desea ver crecer a sus dos hijos, fruto de un vientre de alquiler: Zachary, de 6 años, y Elijah, de 4. Pero en la práctica sigue ofreciendo más de cien conciertos cada año, dentro de una gira perpetua un poco al estilo Dylan, denominada «El piano del millón de dólares». De hecho, y según ha publicado el tabloide «The Sun», sopesa retomar la gira en junio. «¡Aún no he acabado! Tengo tanto por hacer», ha dicho.

Un niño grande

«No necesito las giras por dinero, es solo que adoro tocar. Soy como un niño grande y la música todavía me mantiene en el camino», ha explicado este hombre contradictorio e inteligente, quien paradójicamente asegura que no soporta ver su instrumento de cabecera en las seis mansiones que posee: la de Holland Park en Londres, Windsor, Atlanta, Niza, Venecia y Los Ángeles. «Ofrezco 107 conciertos al año. Cuando llegó a casa lo último que quiero ver es el jodido piano», asegura.

Sir Elton ha recibido ya otros avisos de salud. El año pasado hubo de suspender una actuación multitudinaria en Hyde Park por una apendicitis de urgencia. En diciembre anuló un concierto en Dubai. Ahora una bacteria de riesgo lo ha apeado de una residencia de varios días en el Caesars Palace de Las Vegas.

Hace dos años, circularon unas fotos tomadas en un parque Disney en las que paseaba en silla de ruedas muy desmejorado. Iba con sus hijos y su marido, el cineasta canadiense David Furnish, 16 años más joven que él y que controla férreamente su carrera. «Le llamo mi Yoko Ono», bromea John, en respuesta a quienes acusan a Furnish de haberlo convertido en un recluso. El canadiense ha despedido a casi todo su equipo, abogados, relaciones públicas, peluqueros… «Yo era como el rey de una corte medieval y alguien tenía que hacer de Cruella De Vil y ordenar aquello», lo defiende John.

Pero Furnish, su pareja desde 1992 y su marido desde 2014, no solo le da alegrías. Alegando que la noticia podía dañar a los hijos del matrimonio, el año pasado los letrados del cantante lograron una prohibición judicialpara que no se contase en Inglaterra que Furnish había retozado con dos empresarios en un trío sexual en una bañera de aceite. La decisión judicial resultó muy polémica (en Escocia sí se podía contar y en Inglaterra no) y un poco absurda en la era internet.

Sir Elton, al que el sarcástico marido de Isabel II detesta cordialmente, es uno de los artistas británicos más ricos, con una fortuna de 330 millones de euros. Lo honra además que se ha convertido en el filántropo más generoso del gremio, con donaciones de 30 millones anuales, la mayoría canalizadas a través de su fundación contra el sida.

En su carrera ha vendido 200 millones de discos y ha publicado 32 álbumes. Su cima artística la alcanzó en los 70, cuando era un joven extravagante y alopécico, que todavía no lucía el mejor flequillo artificial del show business. Los 80 le sentaron mal, como a tantos, al prefabricar y empalagar demasiado su propuesta. Pero desde el arranque de este siglo vive una recuperación artística, con discos de vieja escuela de alta calidad.

Precario equilibrio

Elote John sufre evidentes desequilibrios anímicos, fruto de traumas freudianos relacionados con su infancia en un hogar suburbial londinense. Sus progenitores se divorciaron en su adolescencia. Su padre Stanley, trompetista y oficial de la RAF, detestaba su sexualidad y también el rock. Su madre Sheila, una mujer religiosa, tampoco encajó bien su temprana salida del armario, cuando a los 21 años se fue a vivir con su mánager. Sir Elton llevaba ocho años sin hablar con su madre cuando el año pasado volvió a verla con motivo de su 91 cumpleaños, pero sigue sin soportarla: «No odio a mi madre. La cuido, pero no la quiero en mi vida», reconoció a la revista «Rolling Stone».

Sir Elton posee una impresionante colección de arte moderno. En sus mansiones no faltan Warhol, Keith Haring o Damien Hirst. En 1990 comenzó a coleccionar fotos pioneras, que mostró el año pasado en una excelente exposición en la Tate Modern. Su interés por la fotografía nació cuando se apeó de la cocaína tras 16 años de oso hormiguero y pasó también por Alcohólicos Anónimos. «Las fotos son una adicción más barata que las drogas», ironizó en la Tate.

Elton/Reginald es un hombre poliédrico, que oscila entre el capricho de divo y una elemental sensatez suburbana. Sigue las novedades musicales y muestra su buena pasta telefoneando a jóvenes artistas que le gustan para animarlos. Su cruz es una espina psíquica: «Mi padre nunca me dijo que me quería. Murió en 1991, pero todavía sigo haciendo cosas pensando en agradarle».

Ver los comentarios