Las diez perlas que Kiko Rivera soltó de su madre
Solo un milagro solucionaría los problemas entre madre e hijo
Kiko Rivera dejó muy claro este domingo en su regreso a televisión que la relación con Isabel Pantoja es insalvable. Solo un milagro solucionaría los problemas entre madre e hijo y ninguno de ellos tiene pinta de orar y venerar a Jesús de Medinaceli. Una guerra que parecía que había llegado ya a su etapa más cruenta pero nada más lejos de la realidad. Lo vivido en el plató de «Sábado deluxe» supera cualquier ficción. Hiciese lo que hiciese Pantoja no es fácil ver cómo un hijo destripa a una madre en un plató de televisión.
100 días es lo que llevan sin dirigirse la palabra madre e hijo. Fue precisamente a raíz de otra entrevista de Kiko Rivera en el mismo programa, en la que terminó confesando al mundo (y a su madre, que se enteraba en directo) que se encontraba deprimido y hundido . Lejos de apoyarle, le restó importancia a lo que le pasaba, teniendo en cuenta la pandemia que azota al mundo. Aún así le aseguraba a su hijo que al día siguiente iría a verle, pero el encuentro jamás se produjo. Desde ese momento, las cosas solo han ido a peor.
Aunque realmente el día que lo cambió todo fue el 2 de agosto de 2020. Fue el momento en el que se le cayó la venda de los ojos a Kiko Rivera al encontrar las pertenencias de su padre, supuestamente robadas, en una de las habitaciones de Cantora. Desde entonces, Kiko Rivera se ha despachado a gusto sin arrepentirse de ninguna de las perlitas que ha soltado sobre ella. Seguramente tampoco de las que dijo este domingo.
Empezó fuerte, dándole 24 horas a su madre para que se pusiera en contacto con él y evitar así que tomara medidas legales. «Tienes 24 horas para ponerte en contacto conmigo, por donde quieras. Y si no es así, voy a tener que tomar las medidas para que rindan cuentas de todo lo que hayan hecho con esos poderes a mi nombre. Y es algo que me cuesta muchísimo», le espetó el Dj, que aseguraba a la vez que el pasado miércoles había ido a revocar los poderes que le dio a su tío Agustín y a su madre. Pero además dejó varias perlas para el recuerdo.
