Cheska: «Mientras que Dios me dé salud, seguiré peinando»

Discípula de Vidal Sasson y Dessange, la gran dama de la peluquería en España cumple 50 años de profesión

Cheska
Teresa de la Cierva

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«Dios le ha dado un don en las manos», le dijo su profesora del colegio a su madre cuando era un niña. Pero a su madre le costó aceptar que su hija lo utilizara para peinar y Cheska decidió que se convertiría en la gran peluquera que es, para demostrarle que no se había equivocado en darle vía libre para dedicarse a ese oficio. «Mi madre murió muy orgullosa, después de ver el salón que abrimos en la calle Velázquez», presume, con un asomo de brillo en los ojos, de tristeza y probablemente de satisfacción. Y no es para menos. Esta mujer, que celebra los 50 años de profesión, es sin duda, la gran dama de la peluquería, «y en un mundo de hombres», apunta.

«Hace diez lustros, los grandes eran Rupert, Alexandre, Llongueras… Yo trabajaba para Antonio García Vera , pero quería más y me fui a aprender técnica con Vidal Sassoon en Londres, y sin hablar una palabra de inglés... Y, después, a París con Jacques Dessange , sin decir ni bonjour», cuenta. Cuando estuvo preparada, llegó el segundo gran objetivo de su vida: «Ahora tenía que demostrar a mi novio, hoy marido, que sería capaz de hacer rentable una peluquería propia». Y lo consiguió. Jesús Baras , que le ayudó a levantarla –es aparejador–, actualmente lleva la gestión del negocio, junto con su hija pequeña Cheska –Cheskita en familia–. «Demostré que con un oficio se puede tener un futuro, y pagar un futuro para nuestros hijos».

Cheska (izda.), la gran dama de la peluquería, junto a la actriz Daphne Fernández y su hija María

Paradojas de la vida, Cheska tampoco quiso que María , la mejor estudiante de sus 4 retoños, se dedicara a cortar melenas. Pero el oficio se lleva en la sangre, y cuando María terminó su licenciatura en Historia del Arte, colgó los libros y cogió las tijeras. «Me formé también con Vidal Sassoon, trabajé en Elizabeth Arden en Londres, y me volví España a trabajar con mi madre», señala. Y desde el momento en que ella entró a formar parte del negocio, Cheska se colocó en un segundo plano, un papel nada fácil para una artista. «Era la única forma de empujarla de verdad», explica. María reconoce que tampoco fue sencillo para ella ser «hija de»... «Yo tengo muy buena formación, pero no su arte», dice con humildad. Pero Cheska difiere. «Tiene el mismo arte –asegura–, más técnica y un toque final muy natural». María se emociona y confiesa que el piropo más bonito que le han dicho es: «Te veo mover las manos y me recuerdan a las de tu madre». Esas manos que, medio siglo después, siguen haciendo los mejores cortes de pelo de Madrid. « Hasta que Dios me de salud, seguiré viniendo a trabajar ». Porque algunas clientas toman un avión solo para cortarse con ella. «Sofía de Habsburgo, que vive en Roma sigue viniendo a España con su madre y su hija, que viven en Londres», presume.

Su hija María junto a Sara Carbonero

Han conseguido fidelizar también a las nuevas generaciones: Marta Sánchez lleva a su hija Paula , Ana García Siñeriz a Chloé , Blanca Suelves va con Blanquita … ¿Sus clientas mas fieles? Nieves Álvarez , Vanesa Romero –«vino en sus inicios por un destrozo que le hicieron en un rodaje, y nunca ha dejado de hacerlo»–, Paz Vega , Ana de Armas –«ese pelo rosa que llevaba hace poco se lo hicimos nosotras»–, Daphne Fenández , Marta Hazas , Manuela Velasco , Mónica Cruz , Paula Ordovás , Eugenia Osborne … La lista de famosas y anónimas es interminable.

¿El secreto de sus cortes? «Estudiamos la textura del pelo. Es clave que vengan con su pelo de diario para que veamos la caída, la textura... Se trata de que no tengan que pasar por la peluquería todas las semanas, de que unas gotas de aceite texturizador basten para que quede la onda natural, por ejemplo», explica María. ¿Y el de un buen color? «La personalización. Mezclamos barros, aceites, tintes… Y decoloramos sin amoniaco».

¿Qué llevaremos en 2020? «Melenas largas con capas invisibles. Se trata de capear con capas muy contadas. El error de muchos profesionales es que las cortan en exceso , y eso hace que el pelo se vea muy pobre». Tomamos nota.

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