Carlos Falcó, arqueólogo del vino y donjuán de prestigio

El marqués de Griñón ha caído de coronavirus a los 83 años, un hombre que supo promocionar en el mundo lo español

Carlos Falcó, V marqués de Griñón, en su finca de Valpedusa EFE

Carlos Falcó , V marqués de Griñón , estuvo siempre aupado en la alcurnia de la buena vida, o de la vida de maravilla. Era un marqués que se lo trabajaba. Estamos, con él, ante un amante sin desmayo del vino, y del aceite, esos dos misterios. Ejerció de arqueólogo de los vinos de mérito, y fue un biógrafo del prestigio creciente de sus propios aceites de lujo, que muy a menudo fueron adornados de supremos por las guías competentes del género. « Oleum, la cultura del aceite de oliva » se titula un libro suyo, a propósito.

Nació en el Palacio de Dueñas . Tenía veintipocos años cuando se hacía el puerto de Miami, ida y vuelta, a bordo de un Maserati que le había regalado su suegro, un suizo de poderíos. Su biografía, larga, y riquísima, asoma un dorado donjuanismo de los que ya no se llevan.

El amor nunca llegó a ser en él un sentimiento otoñal, sino un impulso estival y, por tanto, vital y revolucionario. En el amor, Carlos Falcó ha cumplido una hoja de servicios de campeonísimo envidiable, y así, en recuento rápido, nos salen los nombres de Cristina Onassis , Jeannine Girod , Isabel Preysler y Fátima de la Cierva , bisnieta del duque del Infantado, y más de veinte años más joven que él, cuando se casaron. Esto, citando deprisa. Y por orientarnos.

Residió, durante muchas temporadas, en una finca de libertad en Toledo, y a su hija Tamara, hoy celebridad radiante, le regalaba de cumpleaños un ipad. Por ahí cundió, algún día, que José Luis Perales dijo haber escrito el clásico « Y quién es él, y a qué dedica su tiempo libre » por encargo de Julio Iglesias. Un encargo en la época en que Isabel Preysler le dejó por un marqués. Julio la canción nunca la cantó, como sabemos. Pero a veces sí la cantó Carlos Falcó, para sí mismo, mientras iba conduciendo, entre el divertimento y la complacencia.

Marquesa viuda de Griñón

En su época última, o penúltima, se casó con Esther Doña, una joven señorita de Málaga, que pronto se nos presentó con mucho show de páginas, y fotos, y se dio un gusto rápido en preparar titulares de almíbar: «Estamos felices, enamorados, encantados». Queda de viuda, Esther , ahora que Falcó ha caído de coronavirus, fulminantemente.

Falcó siempre tuvo claro que España es acaso el mejor país del mundo para inventarse el vino, o el aceite. Y naturalmente, un país de oro para exportar los lujos propios, que no son una lujuria de holgados, según la insistencia de algunos detractores, sino la aristocracia mayor de la excelencia.

Gustaba la charla lenta, y los toros. Falcó supo pronto que el lujo arranca donde acaba la necesidad, que es como decir que el lujo es el éxtasis del ocio. Falcó se empleó en promover esa norma de vida, pero arremangándose sin remilgo en sacar adelante la publicidad de lo español en el mundo, insistiendo en la Marca España, mucho antes de que se ideara y propagara eso de la Marca España.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación