Biarritz, el destino de recreo de la realeza que ideó Eugenia de Montijo

La localidad francesa se convierte en «capital» de Occidente para recibir este viernes a los líderes del G7

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El Biarritz que Emmanuel Macron (41) ha deseado convertir en «capital» de Occidente, durante tres días, con motivo de la reunión de los siete grandes, el G7 (EE. UU., Alemania, Francia, Reino Unido, Canadá, Japón, Italia), es una invención turística de María Eugenia Palafox Portocarrero y Kirkpatrick , condesa de Teba y popularmente conocida como Eugenia de Montijo (Granada, 5 de mayo de 1826-Madrid, 11 de julio de 1920), la última Emperatriz de Francia, que también frecuentaron ocasionalmente algunos dirigentes de ETA para «pasar» información oficiosa a periodistas españoles y franceses.

Hasta principios del siglo XIX, Biarritz era un diminuto pueblo de pescadores , muy semejante a sus vecinos de ambos lados de los Pirineos, que una niña granadina, hija de un militar afrancesado, en el seno de una familia de la más alta alcurnia, descubrió por azar a los 9 años, cuando su madre, la condesa de Montijo, la llevó a pasar unos días de vacaciones, más o menos alejadas de las grandes ciudades próximas, como San Sebastián.

Volver a la infancia

Eugenia de Montijo guardó un recuerdo memorable de aquellas primeras vacaciones infantiles. Educada en París, mujer tan bella como conservadora -a juicio de todos sus contemporáneos-, amiga de los hijos de la nueva aristocracia bonapartista, pasó su adolescencia y primera juventud entre los internados franceses e ingleses donde se educó. Volver a San Sebastián y Biarritz, a los pueblos vascos, fue para ella una manera de cultivar sus raíces más profundas entre Granada, Madrid y París , donde terminaría casándose en el Elíseo con Napoleón III .

Mujer cultivada y aristocrática, la futura Emperatriz estuvo en el origen del mito literario y musical de Carmen, la legendaria cigarrera de Mérimée y Georges Bizet. Quizá esa pasión fabuladora influyó de manera determinante cuando Eugenia de Montijo convenció a su esposo, el Emperador, de pasar unas vacaciones reales en Biarritz. La pareja imperial fue tan feliz que decidieron convertir el pueblecito en lugar de residencia y recreo, ordenando la construcción de la legendaria «Villa Eugenia», el gran palacio imperial donde comenzó la leyenda cosmopolita de Biarritz, inmortalizada por sucesivas generaciones de reyes, reinas, aristócratas de toda Europa, grandes escritores y artistas, actores de cine de fama mundial… De Edmond Rostand -que se hizo construir una casa en Cambo-les-Bains- a Vladimir Nabokov -que sitúa en Biarritz la memorable historia de un primer amor-, la leyenda que comenzó a construir con su vida Eugenia de Montijo dio muchos frutos durante poco menos de dos siglos.

Primera visita 1835

La niña Eugenia de Montijo visitó Biarritz por vez primera en 1835. Veinte años después, Emperatriz de Francia, ella y su esposo construyeron «Villa Eugenia». Comenzaba la gran historia de Biarritz, con un puesto propio en la emergente geografía mundial del lujo aristocrático y cosmopolita.

Bismarck, la Reina Isabel II de España y toda la realeza europea de mitad y finales del siglo XIX pasaron por Biarritz como invitados de Eugenia de Montijo, como «turistas» o como intrigantes políticos, «dialogando» con el Emperador de Francia, hasta la catástrofe trágica de la batalla de Sedan.

La leyenda que comenzó a construir la emperatriz Eugenia tuvo muchos frutos. Forzada a vender su antigua residencia privada, imperial, tras los desastres políticos y humanos de su esposo y su hijo -alanceado en África del sur, durante una batalla colonial-, «Villa Eugenia» se transformó en un palacio de gran lujo , uno de los más famosos de la Europa de su tiempo, el Hôtel du Palais, que sigue funcionando, siempre, hasta hoy, y está clasificado como monumento histórico nacional.

Hotel du Palais Palacio construido por Napoleón III para su mujer. Reconvertido en hotel, fue lugar de peregrinación de la burguesía europea ABC

El gran lujo

Alfonso XIII conoció en El Palais a su futura esposa, la Princesa Victoria Augenia de Battemberg , en 1906. Había comenzado, años atrás, una nueva página en la historia del gran palacio construido y amueblado por Eugenia de Montijo, propietaria, como es leyenda, de una de las colecciones de joyas más importantes de su época. De los Duques de Windsor a Charles Chaplin , El Palais de la última Emperatriz de Francia volvió a vivir tiempos de gran lujo cosmopolita, frecuentado por artistas, creadores, actores, aristócratas de toda Europa.

Alfonso XIII El Rey, con el Infante Don Alfonso, al regresar de la Roca de la Virgen ABC

Hemingway escribió con amor de los San Fermines de Pamplona. Pero le encantaba refugiarse en el confort y el lujo de la antigua «Villa Eugenia». Sinatra soñó con «arrancar» a Ava Garder de su refugio en la Costa Brava, sin conseguirlo. Sin embargo, alguna novela de un escritor murciano cuenta la historia de Ava Gardner y sus admiradores durante el rodaje de la versión cinematográfica de «Fiesta», la novela de Hemingway, entre Pamplona y Biarritz, justamente, inmortalizada por Marc Soler , un fotógrafo de la época.

Cocteau , Louis Mariano , la familia de los hermanos Semprún-Maura , Ravel o Gary Cooper , entre una interminable relación de famosos, pasaron por el palacio reconvertido en gran hotel, en una situación única. Andando el tiempo, otra mujer que también ocupó los dormitorios íntimos del Elíseo también llevó a su esposo y presidente de Francia a la antigua «Villa Eugenia». Cecilia Ciganer-Albéniz , Cecilia Attias , en la actualidad y tras su ajetreado divorcio con Nicolas Sarkozy , también pasó muchas de sus vacaciones infantiles entre Biarritz y los pueblecitos próximos. También ella llevó a su ex al actual Hôtel du Palais durante algunos fines de semanas íntimos y sentimentales.

Los años oscuros

Nota negra en la historia de la antigua «Villa Eugenia». A mediados de los años 90 del siglo pasado, varios dirigentes de ETA dieron cita en el Hôtel du Palais a varios periodistas españoles y franceses para «filtrar» informaciones o presuntamente tales sobre las negociaciones reales o imaginarias con los gobiernos de Felipe González . Pocos años más tarde, Rafael Vera , secretario de Estado para la Seguridad, me llamó a las tantas de la noche de un invierno muy frío para felicitarme por las informaciones que había publicado horas antes sobre las empresas francesas que colaboraban con la banda terrorista, no lejos de Biarritz, precisamente.

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