Anna Wintour, la reina de la moda se corona emperatriz en un año turbulento
Cuando parecía que iba a llegar su relevo, la editora acumula aún más poder tras lamentar la escasa presencia de las minorías bajo su mandato
Anna Wintour (71 años) ha confirmado que ella manda. En primavera, con medio país confinado por la pandemia, bendijo el pantalón de chándal. Nadie lo esperaba de la «papisa» de la moda -más allá de cuando se lo calza para jugar a tenis, su mayor vicio-, pero decidió contradecir las palabras de su añorado Karl Lagerfeld : «El chándal es señal de derrota». Wintour lo convirtió en señal de resistencia, en una muestra de cómo la mandamás de «Vogue» pone y quita en el mundo de la moda. Su poder lo ha certificado hace unos días Condé Nast, la editora de la revista y de un sinfín de publicaciones de actualidad y de estilo de vida. La compañía ha sacudido las piezas -algunas se han caído-, pero Wintour no solo sigue en lo más alto, sino que acumula todavía más poder.
La mujer que inspiró al personaje de Meryl Streep en «El diablo se viste de Prada» empezó a dirigir «Vogue» -la biblia de la moda- en 1988. En 2013, Condé Nast la convirtió en directora artística de todas las publicaciones y, en 2019, asesora principal de contenidos a nivel global. Por si le faltaran cargos, ahora le colocan otros dos: directora mundial de contenidos y directora editorial global de «Vogue». Según publicó «Bussines Insider» a principios de junio, su salario anual es de 2 millones de dólares y, a lo largo de su longeva carrera desde su primer trabajo en el comercio minorista, a acumulado un patrimonio neto de 35 millones.
Wintour ya era la voz más influyente del grupo para el que trabaja, pero ahora tendrá de forma oficial la última palabra en todo lo que se publica en una treintena. La única que quedará fuera de la vista de las gafas de sol que lleva pegadas a su cara es «The New Yorker», la emblemática publicación de la Gran Manzana, que ha crecido en los últimos tiempos y apunta a sobrepasar a «Vogue» en rentabilidad en EE.UU.
Un paso por delante
El director de «The New Yorker», David Remnick , solo tendrá como superior, igual que Wintour, a Roger Lynch , el consejero delegado de Condé Nast. Lynch celebró el ascenso de Wintour en un comunicado: «El nombramiento de Anna representa un momento crucial para Condé Nast: su capacidad de ir por delante en la conexión con nuevos públicos, a la vez que de cultivar y asesorar a algunos de los talentos más brillantes de la industria, la convierten en una de las mejores ejecutivas de los medios».
La coronación de la editora, nacida en una aristocrática familia británica muy ligada a los medios, se ha producido tras un año de turbulencias, dentro y fuera de las redacciones de los medios. En EE.UU. ha habido un proceso de examen introspectivo sobre el racismo que pervive en su sociedad tras los últimos episodios de abusos policiales a la minoría negra, como la muerte de George Floyd el pasado mes de mayo. Lynch y Wintour tuvieron que pedir disculpas ante la plantilla por la escasa presencia de minorías en los puestos ejecutivos. «Sé que “Vogue” no ha sido capaz de ascender y dar espacio a editores, redactores, fotógrafos, diseñadores y otros creadores negros», dijo Wintour en un mensaje interno, donde también reconoció que se habían publicado artículos «dañinos o intolerantes». «Acepto responsabilidad total por esos errores», señaló.
Hubo quien pensó que ese sería el momento para el relevo en la cúpula de «Vogue» y Condé Nast, en medio también de una crisis que ha supuesto pérdidas millonarias y despidos. Pero la empresa ha doblado la apuesta en Wintour, con impacto en su negocio global. Condé Nast será a partir de ahora un grupo editorial más centralizado, y con menos autonomía de las cabeceras de cada país. Ahora, todo el control sobre las cabeceras europeas recaerá en Edward Enninful, que será el ejecutivo negro con más poder del grupo. Otros, como Simone Marchetti o Radhika Jones , acumularán más control sobre «Vanity Fair». Pero, por encima de todos siempre estará Wintour.
