Alberto de Mónaco y su esposa, Charlène
 Alberto de Mónaco y su esposa, Charlène - ABC

Alberto y Charlène de Mónaco, cinco años de matrimonio bajo sospecha

Según la prensa francesa, el aniversario marca el final del contrato prenupcial de la pareja

MADRID Actualizado: Guardar
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Desde que el 19 de abril de 1956 Grace Patricia Kelly, bellísima con su vestido de novia firmado por la norteamericana Helen Rose, caminara hacia el altar de la Catedral de Mónaco donde le esperaba Rainiero III, las bodas en el Principado han sido jauja para la crónica social europea, más allá de la época, el carácter de la ceremonia o el glamour de los contrayentes. Interesaron por variopintas y singulares, desde que Carolina, vestida de organza, le dio el «sí, quiero» al playboy Philippe Junot, hasta el enlace de tapadillo de una Estefanía embarazada por su guardaespaldas, Daniel Ducruet. Hubo segundos y hasta terceros casamientos de las hijas de Gracia y Rainiero, pero nada comparado con aquellos primeros esponsales.

Ayer se cumplieron cinco años del enlace entre Alberto II y Charlène Wittstock, que, por cierto, tenía categoría de boda real: Alberto ya era el jefe del Estado desde 2005. Hoy, en la crónica social, y a tenor de lo publicado en su día por la prensa francesa, no se celebra tan señalado aniversario como un lustro de amor y felicidad, sino como el supuesto final de un contrato prenupcial por el que Charlène se comprometía a «resistir» como esposa de Alberto durante todos estos años y darle un heredero. Se ha cumplido el objetivo y no sólo uno, sino dos han sido los hijos que ha tenido la pareja, los mellizos Jaime y Gabriela, nacidos el 10 de diciembre de 2014. Charlene, pues, tendría vía libre para recuperar su vida antes de convertirse en princesa.

Hasta la fecha, ni Alberto de Mónaco ni su esposa han lanzado señales claras de pretender romper el vínculo, por muy artificial que este parezca. Pero el gesto de melancolía de la nadadora sudafricana c uando el campechano Mike Wittstock, su padre, la llevó al altar levantado en el El Patio de Honor de palacio fue el puchero en el que se ha cocido la posterior rumorología: ese matrimonio parecía un paripé. La víspera del enlace se habló de un supuesto ataque de pánico de Charlène y su intención de largarse de Mónaco para refugiarse en su país natal. No hay certeza de que fuera interceptada en el aeropuerto de Cannes y forzada a regresar a Montecarlo, precisamente debido a la obligación de cumplir el contrato. Sin embargo, desde entonces en torno a la Princesa Charlène se habla más de soledad y distancia que de apego a su marido y a su familia política. Se han comentado sus ausencias en momentos destacados de la vida monegasca casi con más detenimiento que sus evidentes esfuerzos por resultar contenta y relajada cuando aparecía en público del brazo de su esposo. Incluso, en el último Baile de la Rosa la desaparecida Charlene fue más protagonista que la espléndida Carolina y su Chanel de alta costura.

El 12 de julio de 2015 se celebraron los diez años de reinado de Alberto II de Mónaco y, una vez más, Charlène le robó el protagonismo. Abrió su breve discurso dirigido a su marido con las palabras «mi señor» y lo cerró con la frase «eres el príncipe de mi corazón». A Alberto se le saltaron las lágrimas. A Charlène se le congeló la sonrisa.

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