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El músico Pablo Alborán - warner music

Pablo Alborán: «Ofrezco café a los paparazzi»

El cantante malagueño, que presenta su nuevo álbum «Terral», afirma que sigue siendo «Pablito» hasta en el escenario

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«No conocía a Pablo Alborán. Pero, ¡guau! Su voz me ha dado escalofríos!». Con este tuit de 56 caracteres que publicó Kelly Rowland (ex Destiny’s Child) en 2010, el cantante malagueño afianzó su carrera musical. «Le di las gracias por e-mail. Fue una promoción brutal sin moverme de mi sitio y le estaré eternamente agradecido», comentó ayer este joven de 25 años en uno de los salones del Teatro Real de Madrid. Los jardines, el Palacio de Oriente y las primeras lluvias de otoño sirvieron como escenario para la presentación de «Terral», su tercer álbum de estudio, en el que canta un tema junto a Ricky Martin, que «es un crack».

—¿No cree que se abusa de la temática del amor en la música?

—Creo que ni siquiera hay suficientes canciones de amor, hay que hacer más porque las necesitamos. El amor y el romanticismo están super castigados porque se confunden los términos. No es lo mismo hablar de amor que del cielo, las estrellas o las rosas.

—Comenzó en Youtube. ¿Se ha planteado regalar discos ahora que los artistas viven de conciertos?

—El disco ha costado dinero, por eso no creo que haya que regalarlo. Tampoco creo en el todo gratis, pero es importante que haya nuevas fórmulas de hacer música. Y hay que valorar de manera justa el trabajo porque un disco no puede costar 40 euros. La industria se está adaptando. Lo tiene que hacer y lo sabe.

—¿Qué hace un artista para huir de la industria y seguir siendo un artista?

—No ser artista cuando te bajas del escenario. En mi caso, yo no dejo de ser «Pablito» ni en los directos. Tengo un micrófono y luces, no deja de ser un entretenimiento para los demás y un trabajo para mí. Pero cuando se acaba el concierto, esa parte artística tiene que desaparecer porque sino te vuelves tonto perdido. Además es que no me sale. Mis costumbres y placeres son muy normales, tengo calcetines agujereados, veo la tele tirado en el sofá, como pizza… Ni mis valores ni mi familia me permiten elevarme un milímetro del suelo.

—¿Sería jurado de un concurso cazatalentos?

—No me gusta juzgar. Pero yo también he estado en el otro lado y siempre necesité que alguien me escuchara. Por tanto, si yo puedo ayudar, por supuesto. Aun así, echo de menos programas donde la gente componga y haya autores, no simplemente interpretar.

—¿Cómo se hace para ser popular y no salir en las páginas del corazón?

—Tengo paparazzi y hablo con ellos, incluso les ofrezco café. Hacen su trabajo y yo hago el mío, pero soy muy tranquilo.

—¿A quién trincharía y pondría al fuego como si fuera un espeto en una playa malagüeña?

—¡Guau! ¡Qué pregunta! Algún que otro político. (Risas). Qué va, no tengo tanta maldad.

—¿Ha tenido que someterse a cantar en playback (falso directo)?

—No se ha dado la ocasión. A las televisiones siempre he ido en directo y con mi guitarra. Y se agradece.

—¿Cuánto ha crecido en estos últimos años?

—Han pasado muchas cosas en poco tiempo. Pero no tengo que dar lecciones a nadie porque soy muy joven. Se las cosas que no repetiría y las que no haría porque dejaría de ser yo.

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