AFP 

Los Obama navegan con Springsteen y Tom Hanks por aguas de Polinesia

El expresidente de EE.UU. y su mujer disfrutan de unas largas vacaciones lejos de la creciente tensión internacional

MADRID Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Cuando el pasado 20 de enero Barack y Michelle Obama despegaron desde Capitol Hill a bordo de un helicóptero del Cuerpo de Marines, poco después de la toma de posesión de Donald Trump como 45 presidente de Estados Unidos, en Washington D.C. el termómetro no superaba los 9 grados centígrados, el cielo estaba encapotado y el ambiente era húmedo y gris. Casi de inmediato pusieron rumbo a la soleada California, la primera parada en su largo viaje hacia la «desconexión» de sus ocho años en la Casa Blanca. Fue fugaz su paso por la residencia que el exembajador norteamericano en España, James Costos, tiene en Palm Springs. Apenas tres días después, los Obama subían a uno de los aviones de otro buen amigo, Sir Richard Branson, y ponían rumbo a Necker Island, un paradisiaco rincón al noroeste de las Islas Vírgenes Británicas, también propiedad del magnate y que en su día adquirió por 200.000 euros para explotarlo como resort de lujo solo al alcance de estrellas de Hollywood y miembros de la jet set.

Desde entonces y hasta la fecha, podría decirse que Barack Obama apenas se ha desprendido del traje de baño ni del neopreno. Del Caribe saltó a otros mares, también cálidos y de un intenso color turquesa: Tahití, en la Polinesia Francesa. A mediados de marzo, y esta vez en solitario, Obama se instalaba en el exclusivo resort The Brando, situado en el conjunto de islas privadas de Tetiaroa. «Tienes que venir a este lugar y verlo con tus propios ojos», dijo en su día Marlon Brando sobre este paraíso del Pacífico, a donde llegó en 1960 para rodar «Rebelión a bordo» y que poco después adquirió para su retiro. Días más tarde de la llegada de Barack, Michelle se reunía con su marido para blindarse juntos a cal y canto, con objeto de rumiar las memorias de la pareja y por las que podrían embolsarse la friolera de 60 millones de euros a tenor del contrato firmado con la editorial Penguin-Random House. También, para practicar kitesurf, natación, buceo... Y, por supuesto, navegar por las plácidas aguas polinésicas, mientras, al otro lado del planeta, su sucesor en la presidencia de EE.UU. pone patas arriba la política doméstica e internacional con el intento de acoso y derribo al «Obamacare», el decreto anti-inmigración, el lanzamiento de misiles en una base militar de Siria o el tremendo impacto de la «madre de todas las bombas» sobre una de las madrigueras del Estado Islámico en Afganistán.

Rumbo a Bora Bora

Según la web «Travel + Leisure» y el canal Tahiti Nua TV, esta semana y al tiempo que crecía la tensión entre EE.UU. y Rusia, los Obama se hacían a la mar a bordo de uno de los yates más grandes del mundo (con 138 metros de eslora, ocupa el undécimo puesto en el ránking), el «Rising Sun», propiedad de otro magnate, el filántropo y productor David Geffen, quien a su vez se lo había comprado al CEO de Oracle, Larry Ellison. A bordo de la nave, valorada en unos 283 millones de dólares, Barack y Michelle Obama han disfrutado de una travesía en compañía de su anfitrión y de Bruce Springsteen, Oprah Winfrey y Tom Hanks. La expedición hizo parada en Vanilla Island para almorzar, continuó hasta Le Taha’a Island y, después, puso rumbo a Bora Bora, para anclar horas después en Tetiaroa. Durante su estancia en la Polinesia Francesa, los Obama están contando con la complicidad de residentes y turistas a la hora de preservar su privacidad: apenas han trascendido imágenes de la pareja disfrutando de sus largas y lujosas vacaciones.

Ver los comentarios