Fuera de sitio

Al Superman Pedro Sánchez le falta salpimentar

«Las personas hermosísimas nacen con las cantidades perfectas de sal y pimienta; por eso, las pocas veces que te encuentras con una no puedes dejar de mirarla»

Lola Sampedro

Lola Sampedro

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Hace poco un amigo me dijo que solo el diez por ciento de la población es guapo . Lo dijo tan convencido que supuse que lo había leído en algún sitio. Lo habrá sacado de alguna fuente fiable, pensé, aunque me quedé con la mosca detrás de la oreja. Si hablamos de personas guapas, bellas de verdad, con el físico objetivamente hermoso, ese diez por ciento me parece una exageración. Si eso fuera así, me encontraría cada día con un puñado de ellas por la calle, y nada más lejos de la realidad. La mayoría es normalita y de vez en cuando me cruzo con algún feo, que, todo sea dicho, escasean tanto como los guapos.

Cuando te inventas algo pero lo dices con total convencimiento, con esa actitud que no admite duda, la mentira se puede convertir en realidad de una forma pasmosa. Engañar es un arte, como casi todo en esta vida. Yo conozco personas 'Cum Laude' en esto de las trolas y a veces hasta me hacen gracia. Sobre todo, porque soy de las que, de entrada y por defecto, se las cree a la primera. Yo confié en que mi amigo sabía lo que decía y ahora he descubierto que se lo inventó; para mi pesar, no hay tanto guapo en este mundo. Una lástima.

Óscar Wilde dijo que «es terriblemente triste que el talento dure más que la belleza». Ese aforismo siempre me despierta una sonrisa y a veces, solo a veces, entiendo al escritor inglés. Qué hermoso sería que la belleza física durara para siempre. Por algo su pérdida desquicia tanto a muchas personas. Las desquicia hasta desfigurarlas por completo, hasta que dejan de reconocerse en el espejo.

Yo quería escribir sobre el Súperman Pedro Sánchez y al final he acabado enrollándome con lo que de verdad me interesa, la belleza física auténtica y objetiva y lo que supone para el ser humano. Pedro I ‘El Guapo’ tiene una buena genética, eso es evidente, pero le falta salpimentar . Las personas hermosísimas nacen con las cantidades perfectas de sal y pimienta; por eso, las pocas veces que te encuentras con una no puedes dejar de mirarla.

Los políticos suelen ser normalitos o directamente feos. Esa apreciación se la robo a Abe Weissman, el padre de la señora Maisel en la serie de Amazon Prime. Durante una cena, surge la conversación de lo guapo que era JFK (la trama en ese momento transcurre en los últimos '50). Ella se confiesa maravillada con el aspecto del senador demócrata (en aquel momento, solo una joven promesa). Abe le responde que ni hablar, «John Fitzgerald Kennedy no llegará a presidente porque es demasiado guapo y los buenos políticos nunca son guapos. Todos los grandes presidentes han sido feos». Lo que viene a decir el señor Weissman es que la cuestión de la belleza importaba en los '50, en la Atenas de Pericles y ahora en pleno siglo XXI.

La belleza, cuando está presente, siempre es tema de discusión. Tanto si te gusta como si desconfías de ella porque sabes, igual que Óscar Wilde, que tiene fecha de caducidad. Lo malo viene cuando se acaba y tampoco queda talento. Eso no hay salero ni pimentero que lo arregle.

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