El hijo del policía asesinado Antonio Cedillo pide que se reconozca la labor de su padre por la «paz»

«Que ese sea su legado», ha declarado en un acto en Rentería

EFE

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José Miguel Cedillo , hijo de Antonio Cedillo Toscano , policía nacional asesinado por ETA junto a otros tres agentes el 14 de septiembre de 1982 en la localidad guipuzcoana de Errenteria, ha manifestado su deseo de que el nombre de su padre «salga del listado anónimo de más de 800 víctimas del horror y de la violencia, para pasar al listado, también anónimo, de quienes han ayudado a construir la paz». «Que ése sea su legado» , ha pedido.

Cedillo ha participado este sábado en las cercanías del restaurante Mugaritz en Errenteria, junto a su madre, María Dolores García, y otros familiares, en un emotivo homenaje a su padre asesinado, acto que ha contado con una amplia representación de todos los partidos políticos.

Entre otros, han estado el portavoz del Gobierno Vasco y consejero de Gobernanza Pública y Autogobierno, Josu Erkoreka, la directora del Instituto Gogora, Aintzane Ezenarro, el alcalde de Errenteria, Julen Mendoza (EH Bildu), los parlamentarios de EH Bildu Maddalen Iriarte y Pello Urizar, el secretario general del PSE-EE de Guipúzcoa, Eneko Andueza, la parlamentaria socialista Rafaela Romero, la parlamentaria de Elkarrekin Podemos Pili Zabala y el portavoz juntero guipuzcoano Juantxo Iturria, o el portavoz del PP en las Juntas de Guipúzcoa, Juan Carlos Cano.

La diputada guipuzcoana Maite Peña y la directora foral de Derechos Humanos, Maribel Vaquero, también han acudido al homenaje en el que también han estado presentes víctimas de ETA como Maixabel Lasa o los hijos de Froilán Elespe y Manuel Zamarreño, Josu y Naiara, respectivamente, o el periodista Gorka Landaburu, así como el escritor Fernando Aramburu.

«Una página nueva»

En su intervención, Cedillo ha destacado la importancia de «enfrentar el pasado para mirar al futuro de otra forma, más fuerte, más limpio, con la mochila cargada de males y pastillas, pero mejor persona» y ha manifestado que «no se trata de pasar página, porque no se puede, sino de escribir una nueva, renglón a renglón, reconstruyendo la convivencia, regando la paz».

«Si desde octubre de 2011 las cosas han cambiado, debemos hacer que cambien de verdad, creyéndonoslo, practicándolo. Esto que ahora vivimos es lo que tanta gente durante tantos años y con tanto sufrimiento persiguió», ha expresado.

«Ahora que lo tenemos delante, seamos capaces de preservarlo, de alimentarlo y de hacer que crezca sano y fuerte, con memoria», ha alentado, al tiempo que ha llamado a hacer un «cortafuegos generacional que blinde a los que vienen detrás de todo lo malo que nosotros ya hemos vivido». «No quiero bajo ningún concepto que la herencia que a Pablo y a Martina -sus hijos- le dejen su abuelo y su padre, sea la del rencor », ha subrayado.

En esa línea, ha explicado que a sus hijos, que ahora tienen tres años, como los que él tenía cuando fue asesinado su padre, les ha contado que en el País Vasco «hay una tierra hermosa, con gente hermosa, una tierra en la que su abuela, su abuelo y yo fuimos felices una vez». «Donde desde hoy nunca se sentirán extraños y a la que podrán acudir sin miedos y en libertad, a disfrutar y alimentar la convivencia en paz», ha asegurado.

Cedillo ha expresado que ni él mismo sabía «cuánto necesitaba» a la gente con la que se ha reunido en Errenteria «antes de llegar aquí», localidad a la que no había vuelto desde la muerte de su padre. A su juicio, «el padecimiento común, el sufrimiento colectivo, nos convierte en algo parecido a una familia». «Quizá la que perdí con el asesinato de mi padre y que tantos años nos ha costado enderezar», ha afirmado Cedillo, quien ha expresado haber sentido que «también me necesitabais aquí».

Tras recordar que solo habla en su nombre ya que, según ha incidido, «ni soy, ni quiero, ni puedo ser ejemplo de nada», ha pedido «respeto de quienes no piensan ni sientan» como él. Asimismo, ha lamentado que los huérfanos de ETA, las «víctimas de segunda generación con secuelas imposibilitadoras de una vida normal, hoy por hoy estamos fuera de la ley de solidaridad», y ha reclamado a los responsables políticos que «con urgencia, hagan que esta herida se cierre en firme con reconocimiento, reparación y dignidad».

Finalmente, ha expresado su deseo de que «este lugar tan bello, que hace 36 años fue el escenario del horror, quede definitivamente ligado a la paz, a la convivencia y a la palabra» con la plantación de un olivo andaluz de 200 años. «Nadie me puede devolver a mi padre, que es lo que yo querría. Lo que sí puedo hacer es que su nombre permanezca ligado indisolublemente a la paz , ayudando a construir el camino de la convivencia que él hubiera querido para mí y para sus nietos», ha concluido.

«Deuda pendiente»

Por su parte, el alcalde de Errenteria, Julen Mendoza (EH Bildu), con quien tras su discurso José Miguel Cedillo se ha fundido en un abrazo, ha expresado que el municipio guipuzcoano tenía «una deuda pendiente» con la familia del policía asesinado porque los hechos ocurrieron allí, a la que ha trasladado una «sincera bienvenida».

«Pero me atrevería a decir que incluso esa es también la deuda personal que yo siento en mi interior. El 14 de septiembre de 1982 se os destrozó la vida , y quiero, queremos, ayudaros a recomponerla, conscientes, no obstante, de que el daño es irreparable, que Antonio no va a volver», ha expresado el regidor de la coalición soberanista.

Tras recordar la labor por la «reparación social» que está trabajando el Ayuntamiento de Errenteria propiciando encuentros y actos de reconocimiento y reparación a las víctimas, ha considerado que este tipo de actos y su organización «se convierten en un microproceso a favor de la convivencia y la sanación del dolor».

«El proceso cercano y discreto ayuda a la empatía, aborda la integridad del problema, ayuda a acercarnos al dolor ajeno, facilita la reflexión para la autocrítica, ayuda a ser igual de contundentes en la valoración ética de unos hechos y otros, y facilita la asunción de responsabilidades políticas», ha asegurado.

Mendoza ha incidido en la importancia de la «imaginación» para «construir el futuro, para liberarnos de las certezas del pasado, que no nos han dejado imaginar». «Quiero imaginar que se puede estar aquí para ayudar a la familia a liberarse de su dolor , incluso compartiendo lecturas y visiones diferentes del pasado, que lo de hoy ayuda a compartir el sufrimiento, porque es necesaria una memoria compartida», ha finalizado.

Gobierno vasco

Por su parte, el portavoz del Gobierno Vasco, Josu Erkoreka, en declaraciones a los periodistas, ha destacado que el de Cedillo se trata de «un caso especial y particularmente ilustrativo de lo que fue la dureza de la experiencia del terrorismo en el País Vasco durante muchos años».

Asimismo, ha reconocido el proceso personal de esta familia, y ha puesto de manifiesto que «el dolor padecido de una víctima del terrorismo, a través de un itinerario personal, puede transformarse en un propósito de trabajar por la paz, por el reconocimiento y la reconciliación, por la búsqueda de la sintonía personal y social».

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