La Policía Nacional, un referente en las redes

Rastreadores «online» al servicio del ciudadano

Un equipo de agentes bucea sin descanso en internet para detectar los intentos de fraudes de los ciberdelincuentes: «Las redes sociales permiten que las estafas y bulos lleguen a millones de personas»

De izquierda a derecha, los policías nacionales María Fernández, Víctor Fernández y Ana Ramón ISABEL PERMUY
Aitor Santos Moya

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Un clic de ratón. En ocasiones, basta un simple movimiento con el dedo para entrar en la trampa de una ciberestafa . Sirva un ejemplo: «Estimado cliente, lamentamos informarle de que su última sesión al servicio Bankia en línea no finalizó de manera correcta, así que por seguridad pedimos que termine la sesión de inmediato para evitar que su acceso sea manejado por personas ajenas a usted. Para finalizar su sesión, por favor, entre aquí». Este mensaje, acompañado del logotipo de la entidad bancaria y unos supuestos datos que incluyen el domicilio social o el código de inscripción en el Registro Administrativo del Banco de España, es uno de los miles que el equipo de redes sociales de la Policía Nacional detecta cada año.

El auge de las nuevas tecnologías ha provocado la «viralización» de estos intentos de fraude, que hoy día llegan a millones de personas. La batalla es continua. Conscientes de la complejidad que atañe esta problemática, los agentes encargados de combatirla han hecho de las propias redes (por donde se propagan muchos de estos timos) su mejor herramienta para informar a la ciudadanía y prevenir a potenciales víctimas. «La información que los ciudadanos aportan a la Policía adquiere una nueva dimensión a través de las redes sociales. Por la privacidad, la inmediatez y, sobre todo, por la capacidad de “viralización”», explica a ABC el subinspector del grupo, Víctor Fernández.

El «phising», un tipo de estafa enviada por correo electrónico, que consiste en suplantar la imagen de una empresa fidedigna para hacer creer al destinatario que esa empresa «fiable» le está pidiendo datos o cualquier otro contenido relativo a su seguridad, está a la orden del día. Pero no solo eso. Los bulos crecen; las «fake news», también. Por ello, el equipo de la Policía Nacional advierte de que las precauciones que la población toma actualmente en el mundo físico deben ser extrapolables a la realidad virtual. A base de trabajo, innovación y una buena dosis de riesgo , este departamento ha logrado situarse a la cabeza en un terreno donde la adaptación resulta fundamental para anticiparse a los movimientos de los ciberdelincuentes.

Aportar soluciones

«Cuando la Policía envía un tuit, lo que está haciendo es dirigirse a un número ingente de personas», resume el subinspector, consciente de la responsabilidad que ello conlleva: «Cada vez que le tenemos que dar al botón de enviar, tragamos saliva» . La única condición antes de mandar un mensaje a la red es que este aporte soluciones. Aquí, la prevención es básica, razón por la cual nunca difundirán un hecho que pueda empeorar la situación. «Lo que no vamos a hacer es echar más gasolina al fuego», prosigue, con la experiencia necesaria para evitar moverse solo por sensaciones: «Tenemos que ser muy fríos y no generar una sensación de inseguridad. Los creadores de bulos, por ejemplo, se aprovechan de esta coyuntura para tener alcance ».

La cuenta de Twitter de la Policía Nacional tiene 3,22 millones de seguidores I. PERMUY

Con 3,22 millones de usuarios, la cuenta de Twitter de la Policía Nacional (@policia) es, desde hace un lustro, la más seguida de un Cuerpo en todo el mundo, por encima incluso del FBI. En Facebook, además, cuentan con 735.000 adeptos, mientras que en Instagram alcanzan ya los 485.000. Detrás de esta labor, una decena de profesionales persiguen a diario el mismo objetivo que los malhechores. Solo que con diferentes fines. Si los delincuentes buscan que sus estafas lleguen al mayor número de personas, el grupo de redes sociales de la Policía Nacional hace lo propio para evitar que los engaños fructifiquen. Los envíos fraudulentos se han masificado, sin importar si los receptores son clientes o no de las empresas suplantadas.

Precisamente, el envío de forma masiva es uno de los principales patrones que los agentes encuentran en gran parte de las estafas. «Uno de los fines es lograr acceso a la lista de contactos de los destinatarios», remarca Fernández, al tiempo que desgrana su «modus operandi»: «Si consiguen llegar a un millón de personas y pica un 1 por ciento, el lucro suele ser sustancial» . A veces, por burdo que sea el timo, importa más la probabilidad. Otra de las características detectadas es la petición de «compartir el mensaje» que incluyen los propios estafadores. De esta forma, el contenido circula de usuario en usuario, otorgándole mayor apariencia de «veracidad».

Ante cualquier correo extraño, la Policía Nacional recomienda desconfiar . «Ninguna empresa o institución va a pedir a un usuario sus datos personales o bancarios mediante un correo electrónico», subraya el subinspector Fernández, que incide en un término acuñado por su grupo: «La desconfianza racional». En caso de sospechar de un fraude , es esencial contactar con la compañía usurpada o, directamente, con la propia Policía.

«Hay que ser consciente de que la principal fuente de peligro son los enlaces . Si pinchamos, puede que estemos ejecutando un archivo malicioso o nos lleve a una web maliciosa», incide. El truco está servido y, para acelerar el proceso, es probable recibir anuncios extravagantes, algunos incluso con fecha de caducidad. «Pero a nadie le van a regalar nada por entrar en una página antes de que pasen los próximos diez minutos». Palabra de experto.

Fraudes habituales

Cartas nigerianas: cuando tu «bisabuelo» africano te deja una herencia millonaria.

Una de las estafas más efectivas actualmente es la de las cartas nigerianas. Esta modalidad intenta hacer creer a los destinatarios que alguien al otro lado del globo les ha dejado una herencia millonaria o, simplemente, necesita ayuda para poder mover su dinero. Con ese pretexto, solicitan el ingreso de ciertas cantidades de dinero a cambio de recibir una suma mucho mayor que, por supuesto, nunca llega.

Phising: suplantar la imagen de una empresa con el fin de engañar.

Es el fraude más extendido en internet. Los delincuentes suplantan la imagen de empresas bancarias, grandes cadenas de alimentación y otras marcas conocidas para conseguir que los usuarios caigan en su trampa. Desconfiar con racionalidad y tomar una serie de precauciones como fijarse bien en la dirección del dominio a la que accedemos y no introducir ningún dato personal son clave para evitar ser estafados. Tampoco hay que pinchar nunca en los enlaces asociados al mensaje recibido, puesto que también pueden contener archivos maliciosos.

Bulos y «fake news»: la desestabilización como arma para llegar a más gente.

La diferencia entre los bulos y las «fake news» es muy tenue. Aunque los intereses de las personas que los difunden pueden variar, la mayoría de ellos persiguen crear una situación de desestabilización donde el falso mensaje acabe llegando al mayor número de personas posible. Conseguir la lista de contactos de los propios receptores o introducir un archivo malicioso son también otros de los fines.

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