Una moto circula, ayer por la mañana, por el límite del carril reservado para autobuses y taxis en la zona de El Carmen de la calle Alcalá
Una moto circula, ayer por la mañana, por el límite del carril reservado para autobuses y taxis en la zona de El Carmen de la calle Alcalá - INMA FLORES

Quejas en Ciudad Lineal: la calle Alcalá se queda sin dos carriles por el cierre de la línea 5

El Ayuntamiento habilita dos vías más para el servicio especial de la EMT

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Lo que parecía una mañana más en la calle de Alcalá, entre la estaciones de Metro de El Carmen y Ciudad Lineal, tornó en una odisea inesperada para el vehículo privado. El primer día de cierre de la línea 5 de Metro -en obras hasta el 3 de septiembre-, provocó un efecto dominó en el eje circulatorio del noreste de la capital: de los cuatro carriles que ostenta el tramo, dos -uno por sentido- fueron habilitados de forma exclusiva para autobuses y taxis, reduciendo a la mitad las vías de tránsito para el resto de turismos. «Menudo verano nos espera», protestaba un taxista, momentos antes de dejar a un cliente en Ventas: «Si lo llego a saber, ni a tiros paso por aquí», se excusaba.

La línea 5 de Metro, que cubre desde la estación de Casa de Campo (Moncloa-Aravaca) hasta la de Alameda de Osuna (Barajas), estará cerrada por completo. Para cubrir el tramo que cosía el Metro, el Ayuntamiento de Madrid puso ayer en marcha varios Servicios Especiales de la EMT que recorren los tramos afectados: SE1, entre Alameda de Osuna y Canillejas; SE2, entre Canillejas y Manuel Becerra; SE3, entre Embajadores y Aluche; y SE4, entre Aluche y Casa de Campo. Estos servicios especiales fletan un mayor número de autobuses y tienen una frecuencia media de tres minutos.

En el caso concreto del SE2, el Consistorio optó por ampliar a dos los carriles exclusivos para los autobuses de la EMT y taxis en detrimento de los coches para, tal y como explicaron a ABC fuentes del área de Medio Ambiente y Movilidad, «permitir mayor fluidez al Servicio Especial». De esta manera, desde la concejalía que pilota Inés Sabanés, pretenden que los autobuses habilitados «alcancen una frecuencia y un ritmo similar al que tendría el Metro».

Esta ampliación del carril-bus se da en dos tramos: en las calzadas laterales de la calle de Francisco Silvela, entre la calle de José Ortega y Gasset y la plaza de Manuel Becerra; y en la calle de Alcalá, entre la plaza de Ciudad Lineal y la calle de Raquel Meller. Precisamente, el servicio especial que une Canillejas con Manuel Becerra es el que ayer registró mayor volumen de viajeros, seguido del que conecta Embajadores con Aluche.

Los vecinos de la zona norte de la calle Alcalá empalmarán esta medida provisional con las actuaciones que llevará a cabo el área de Desarrollo Urbano Sostenible entre Ventas y el límite con el distrito de Ciudad Lineal. Después del verano, comenzarán las obras en esta zona que dejarán de forma permanente un solo carril por sentido para la circulación del vehículo privado. Será similar al modelo de la semipeatonalización que se implantará en Gran Vía a partir del año que viene.

Nuevos recorridos

Pese a la polvareda levantada, la medida de Alcalá -que también elimina plazas de aparcamiento en las calles perpendiculares al tramo afectado para dejar paso al carga y descarga- no fue la única que revolucionó ayer el deambular habitual de los madrileños. Con 42 años de antigüedad y 64,7 millones de viajes cada año, el paso por el taller de la línea 5 alteró el itinerario estival de miles de pasajeros. «Vivo en Ascao y trabajo de administrativa en la zona de Suanzes», explicaba María Martínez, quien a partir de ahora cambiará su recorrido habitual en Metro por otro radicalmente diferente: «Iré andando, aunque tarde un poquito más».

Otros, sin embargo, no tuvieron tanta suerte en la jornada de apertura. Cerca de Manuel Becerra, un joven preguntaba a los operarios de la EMT el lugar exacto para coger el SE2. «Es el primer día y estoy un poco perdido», señalaba Pablo Eslava, consciente de que la nueva ruta le supondrá una inversión mayor de tiempo.

Las principales quejas se centraron en torno al tramo central (Manuel Becerra-Embajadores), el único que no ha sido cubierto por ningún tipo de servicio especial. «Una compañera que vive en Urgel ha llegado media hora tarde al trabajo. Ha tenido que coger un autobús, luego el metro y después otro autobús...», advertía Nuria Ferrerira, al paso por la zona de Quintana. En Canillejas, varios viajeros del S4 se vieron sorprendidos al tener que cambiar de autobús para continuar su camino. «Venimos de El Capricho y llevamos más de media hora montadas», indicaba Magdalena López, recién llegada desde Almería.

A pesar de las perturbaciones, la frecuencia de autobuses transcurrió a buen ritmo. «Según se va uno, aparece otro», relataba Sorena Garoze, sin tener claro si habría tardado menos en caso de moverse bajo tierra. Para evitar tal dilema, Carmen Alcázar, quien trabaja de enfermera en La Princesa, tenía claro que mas vale prevenir que curar: «He aprovechado la mañana libre para ver como funcionan».

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