Mi Agenda para el fin de semana

Un paseo bajo el sol de invierno en Madrid

Del Palacio de Cristal a los canales olvidados que soñaban con el mar. Del azúcar de abedul a las gyozas con yema trufada

Exposición en el Palacio de Cristal del Retiro
Jesús García Calero

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Las mañanas soleadas del Madrid invernal invitan al paseo con la cabeza cubierta, una buena bufanda y las manos en los bolsillos. El sol oblicuo de febrero se abre paso mientras tus pies te conducen hacia la Plaza de Colón. Allí está el arca de piedra, un edificio que guarda por un lado el Museo Arqueológico, dando a Serrano, y la Biblioteca Nacional de España (BNE), al Paseo de Recoletos. La BNE es el laberinto borgiano donde se guardan siglos de papeles impresos, manuscritos miniados, autógrafos de Lope a Galdós, de Cervantes a Machado, los más grandes autores que insuflaron el alma a esta ciudad , a base de palabras, amores, pendencias, novelas y comedias que fueron el espejo de quienes la habitaron antes que nosotros. Sin saberlo seguimos detrás de sus pasos.

A desayunar. En días soleados, siempre me gustó desayunar en el Museo Arqueológico , que solía tener una cafetería con terraza en el jardín que parece una isla muy agradable pero que hoy permanece temporalmente cerrada por cuestiones burocráticas. Esperemos que reabran pronto. Prestos a buscar un poco más allá un lugar donde refugiarnos, la luz del sol va dibujando nuestro rumbo hacia el Retiro (allí en el parque también está Galdós, por cierto, en esa estatua que llegó a vislumbrar el escritor poco antes de morir).

Muy cerca del Retiro, en Alcalá 107, está el Nommad Café , un lugar único para un desayuno impresionante. Aparte de una repostería de película (más bien de cuento mágico) y un ambiente acogedor, resulta que en todo lo que sirven, pasteles, tartas, muffin… y por supuesto en el café de maravillosas mezclas, no utilizan el azúcar. Jamás. Tampoco la sacarina ni los edulcorantes químicos al uso. Allí sólo se utiliza el dulce que los escandinavos extraen de la corteza de abedul, mucho más sano -según parece- y con el que en Nommad cocinan la repostería y endulzan las bebidas e infusiones. Si vas con más hambre también hay contundentes complementos salados. Recomendables los huevos revueltos con trufa y parmesano (hmmm). Entra uno en calor en este lugar ecléctico y amable, juvenil, en el que puedes leer el periódico, charlar en familia o preparar este paseo muy con buenos amigos.

Apetece mucho la calle si hay sol y por ello entramos en el Retiro por la Puerta de Madrid, para olvidarnos del tráfico durante un rato. Bordeamos el estanque y nos encaminamos al Palacio de Cristal, un lugar único que hoy se ha convertido en la mejor sala de exposiciones que gestiona el Museo Reina Sofía. Hoy de la mano del artista filipino Kidlat Tahimik ha vuelto a sus orígenes, porque fue construido para la Exposición de las Islas Filipinas de 1887 . La muestra de Tahimik juega con los cruces de caminos culturales de los últimos 500 años. Se titula «Magallanes, Marilyn, Mickey y fray Dámaso. 500 años de conquistadores RockStars» y permite una primera aproximación a lo más madrileño del mundo, que es soñar con latitudes lejanas. Hay ironía y sentido crítico en esta visión que hace memoria del peso de dos culturas, algo que nos despierta.

Salimos por la puerta de Felipe IV, que da a la calle Alfonso XII para acercarnos al Casón del Buen Retiro y desde allí al Museo del Prado, donde se muestra la colección pictórica de los Reyes de España. Conviene saber que en un reino desde el que comenzó la navegación oceánica, nunca se renunció a llevar un puerto a la corte. Sevilla tenía el Guadalquivir, pero Madrid se empeñó durante siglos en resultar navegable. Detrás de estos proyectos faraónicos siempre había ingenieros italianos, que ya es casualidad. A Felipe II le hizo soñar Giovanni Battista Antonelli con un canal que llegara hasta el Tajo toledano y desde allí pudiera navegarse por el río hasta Lisboa. A Felipe IV le presentaron dibujos para un canal que llegaría a su palacio del buen Retiro, en el parque actual. Luis Carduchi le insistía con la idea. Pero Portugal se independizaba muy poco tiempo después.

La dinastía de los Borbones, sobre todo con Carlos III -rey venido de Nápoles- retomó las obras hidráulicas. Llegó a construirse un canal navegable desde el Puente de Toledo hasta el río Jarama: el Real Canal del Manzanares , que tenía una extensión de diez kilómetros y disponía de un embarcadero en lo que es hoy el Paseo de Santa María de la Cabeza. También en esa época de reformas y modernización se hicieron el Canal de Castilla y el de Aragón.

En el Museo del Prado tienen la oportunidad -sólo hasta el día 13 de febrero- de contemplar ' Tornaviaje ', la interesantísima exposición de pintura y arte virreinal, es decir arte de la España americana, formada por los virreinatos del Perú y Nueva España, fundamentalmente. Obras únicas que hablan de cómo las latitudes lejanas también cambiaron Madrid como capital extrovertida de un reino global cuyo centro cabal estaba en México.

El director del Naval, almirante Marcial Gamboa

Muy cerca del Prado, en dirección Cibeles, está otro de los grandes centros que guardan la memoria de todo aquel esfuerzo: el Museo Naval, renovado por completo recientemente . Es lugar es inenarrable y daría para perderse y soñar latitudes geográficas y meridianos del pasado, cuando nuestros antepasados saciaron su sed de horizontes en todos los rincones del mundo. No se dejen engañar por los tristes cenizos que solo ven en los últimos quinientos años masacres y crímenes. Hay ingeniería, universidades, comercio, baluartes, organización, flotas, lenguas nativas y mestizajes vivos que perviven todavía hoy. Donde hubo españoles los indígenas prevalecieron, cosa que no pueden decir otros conquistadores. El Naval da cuenta de toda esa historia, no solo militar, cuenta las exploraciones y el avance de la ciencia y la ilustración (Newton entró en España por las academias de la Armada). Y cuenta por ejemplo la primera misión humanitaria de la historia: la de Balmis, la vacuna contra la viruela para todo el mundo, donde destacó el valor de la enfermera Isabel Zendal. Eso también fue España, hechos. Y en Madrid se puede visitar esa memoria, aunque esté lejos del mar.

Tanto paseo y tanta navegación por la historia abren un hambre verdaderamente inmemorial. Podemos acercarnos, cruzando Neptuno, a tomar unas cañas y tapeos por la calle del Prado hasta la plaza de Santa Ana. Si tenemos ánimo no debemos dejar de pasar al Ateneo Madrileño, en cuya cantina hoy se come muy bien . Fue el Ateneo una institución culta y cívica -su primer socio fue Mariano de Larra-. Vivió sus mejores glorias en la primera mitad del siglo XX. Varios de sus presidentes fueron presidentes de la República Española y por ello mismo es un lugar único, con una maravillosa biblioteca y que además, en estos últimos meses está viviendo una segunda juventud. El nuevo equipo está organizando todo tipos de actividades y es realmente difícil acudir un día sin que ocurra allí algo interesante. Se puede seguir hasta Santa Ana, saludar a García Lorca con un clavel, siempre esperando frente al Teatro Español a que nos desasnemos un poco de tanta provocación polarizada...

Difícil elegir en Sr.Ito-lab

Si aún quedan ganas de probar cosas maravillosas, basta moverse un poco (en transporte, eso sí) para llegar a la calle Trafalgar. Allí, en el número 7, está el restaurante Sr. Ito-lab , un japonés con fusiones deliciosas que vale la pena visitar, o más bien disfrutar. Nada mejor que soñar latitudes en Madrid incluso con un buen almuerzo de inspiración nipona, del país del sol naciente. Probamos el 'Japo-taco (Salmón, anguila ahumada y ajo negro… ¡ñam!) y el tartar de langostino tigre con mayonesa de chiles, huevas de pez volador y hojas de sisho. ¿Aún queda gusanillo? Pues vamos con unas gyozas de rabo de toro, torta del casar y yema trufada, a lo que añadimos para terminar el japo-torrezno (con kimchee de pera y nabo encurtido con anís estrellado y lemon grass). ¡Qué inventos!

Curioso que esté en la calle Trafalgar, porque una comida de tal calidad es casi una revancha a la batalla que da nombre a este rincón de Madrid. Curioso que Trafalgar sea una avenida tan despejada cuando Lepanto, que fue una gran victoria naval, sea apenas un lugar de paso para acceder desde la plaza de Oriente hasta la Plaza de Ramales. ¡Y encima cuesta arriba!

No nos rendimos, tomaremos un café maravilloso. De regreso a la zona de la Carrera de San Jerónimo podemos parar en la terraza del Círculo de Bellas Artes (CBA), donde se puede contemplar la realidad a pie de calle, como si fuera un río, un atasco sin fin, una conversación hecha de trazos breves, risas, carreras, taconeos que pasan frente a nosotros, si estamos por la terraza. O si preferimos ver cómo se pone el sol de invierno detrás del skyline nada mejor que subirnos a las faldas de Atenea (en este caso Minerva) en la azotea de este edificio increíblemente bello que es la sede del CBA.

Desde la azotea del Círculo

Aquí un café es casi una novela, no dan los ojos ni los oídos para quedarse con todo. Antes de marcharnos, eso sí, no dejaremos de entrar en ' Kubrick. The exhibition ', la más completa exposición sobre el cineasta y su mundo, que se muestra estos días. Una sacudida para nuestra inteligencia estética, un recuerdo de uno de los grandes cineastas de la historia. La crónica de Javier Villuendas en ABC sirvió de aperitivo para esta visita .

En el caso de que queden energías, y algo de tiempo, nada mejor que pasar por la librería Antonio Machado que hay en los bajos del CBA, comprar algunos libros y hacer un poco de tiempo para ir al teatro... Qué tal 'Las formas del querer' (Destino), flamante premio Nadal de Inés Martín Rodrigo . O 'Las cosas de la vida' (Fórcola), de Andrés Amorós . O 'Los primeros días' (Altamarea), el relato de Jaime Santirso , el único periodista español que se quedó en Wuhan al principio de la pandemia.

Para cerrar el día, ¿qué tal acudir al Teatro de la Zarzuela ? Estos días programan 'Entre Sevilla y Triana' de Pablo Sorozábal . Con esa esencia de teatro popular a precios populares, disfrutamos del musical español de toda la vida. Cuando salgamos, ya habrá llegado la hora de descansar un poco.

Eso sí, después de un día tan largo y de tantas emociones, mejor una cena ligera en casa...

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación