Interior de la parroquia de San José, en la calle de Alcalá
Interior de la parroquia de San José, en la calle de Alcalá - INMA FLORES

Parroquia de San José: cuna barroca de santos

Santa María Micaela y los beatos Nazaria Ignacia y Álvaro del Portillo fueron bautizados en el templo de la calle Alcalá

Madrid Actualizado: Guardar
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San José carpintero, patriarca José en silencio elocuente. Parroquia de san José, sin adjetivos ni aditamentos, ese José de quien dijo Teresa de Cepeda y Ahumada que «no me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer». La parroquia, el templo, también en silencio exterior. Frente a un Madrid de recuerdos y fotografías turísticas, en la arteria de una capital que no se desangra, la parroquia de san José es imán de ciudadanía, calle Alcalá (44), mírala, mírala. Habla la historia.

Siglos XVI a XIX, Orden de los Padres Carmelitas, fundación del convento de san Hermenegildo frente a la «mansión de las Siete Chimeneas»; demolición y construcción de un nuevo convento y hospicio, en 1748; desamortización de Mendizábal y traslado al Convento carmelita y desvinculación jurídica de la orden en 1842.

El templo originario es obra del arquitecto Pedro de Ribera, maestro mayor de obras de Madrid. La fachada actual es de Juan Moya e Idígoras, factura de 1912, época en la que nace la Gran Vía. Esplendoroso atrio, bóveda central, cúpula, presbiterio, imagen de la Virgen del Carmen en la Gloria, de Roberto Michel, y la capilla de Santa Teresa, y la sacristía y la sala capitular, un pequeño museo del Prado, en suma. Por cierto, Convento de San Hermenegildo en el que un día de 1614 cantara la primera misa un beneficiado de nombre Félix Lope de Vega. Y como la historia de la Iglesia, y de esta Iglesia, es la historia de las piedras vivas, bautizos santos: santa María Micaela del Santísimo Sacramento, el 4 de enero de 1809; beata Nazaria Ignacia March, en 1889; y el beato Álvaro del Portillo, el 17 de marzo de 1914.

Vayamos al hoy de una parroquia barroca en la que está al frente el sacerdote Miguel Ángel Turmo Sanz, de bonhomía comprobada, y al que ayudan, según la Guía diocesana, como Vicario Parroquial, Álvaro Antonio Montes Arteaga, y como adscritos, José Natalio Rendo y Juan Fernández Ruiz, que fue muchos años rector del Seminario Redemptoris Mater de Madrid. Cuenta la parroquia con otro grupo de diáconos y sacerdotes colaboradores procedentes del citado seminario que las Comunidades Neocatecumenales han promovido al servicio de los obispos y de la Evangelización.

Agitación pastoral

Porque en esta parroquia predicaron Kiko Arguello y Carmen Fernández, época de tensión entre inmovilismo y agitación pastoral. Y allí dejaron la siembra que hoy son 13 comunidades con más de seiscientos miembros. Comunidades del Camino que se componen de, como mínimo, dos generaciones, padres, hijos y también nietos.

Los padres jóvenes acaban de poner en marcha un curso de materias afectivo sexuales para adolescentes de la parroquia. También organizan un campamento, que es algo más que disfrutar del ocio y del tiempo libre, oferta de pedagogía de fe y de esperanza. Don Miguel Ángel Turmo insiste en la necesidad de articular la parroquia en torno a la transmisión de la fe, el testimonio de la familia y la formación de los matrimonios jóvenes.

La parroquia de san José, que tiene un sacristán conversador sin igual, Juan Palacios, —esos sacristanes de toda la vida sin los que las parroquias no serían lo que son—, es también estación espiritual y sacramental de paso. El párroco insiste en que se está produciendo un cambio generacional en las personas que asisten a la misa del domingo y a los sacramentos. Confesionarios siempre abiertos, Iglesia a la escucha. La caridad de la parroquia, la Cáritas, que dedica unos cinco mil euros mensuales a necesidades varias, cuenta además con un ropero en el que hay tanta ropa que se necesita más espacio para el almacenamiento. Ropa que se distribuye a los transeúntes, mendigos, que no son pocos.

En la calle Colmenares, por cierto, hay una comunidad de Padres Paúles que colabora asiduamente con la parroquia. Y en el paseo de Recoletos, que hasta ahí llega la parroquia, y hasta la mitad de Chueca si nos ponemos, hay un convento de la orden de Santa Clara. La parroquia es hospital de campaña y abrazo para quienes sufren en el corazón, en el cuerpo y en el alma. Una parroquia de anuncio para los que pasan y dejan huella y esa huella, también, con el tiempo, se desgasta.

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