Mount Olympus

Cómo sobrevivir a la orgía de sexo y violencia «24 horas» en los Teatros del Canal

La obra, que acaba hoy a las siete de la tarde, es una performance de «non stop» en la que el público cuenta con zonas de descanso, cafetería y personal de atención especializado

Una escena de «Mount Olympus» ABC

S. L.

Veinticuatro horas de performance. Es lo que ofrece el creador belga Jan Fabre en su espectáculo «Mount Olympus. To Glorify the Cult of Tragedy» («Monte Olimpo. Para glorificar el culto a la tragedia»), una pieza inspirada en la cara más oscura de la tragedia griega. A las siete de la tarde de ayer, la Sala Roja de los teatros del Canal dieron el pistoletazo de salida a este singular espectáculo, convertido en un maratón de violencia, sexo -con masturbaciones, erecciones y «fisting» (que consiste en introducir el puño en el ano), entre otras prácticas- y sangre, que acabará hoy , también a las siete de la tarde.

Antes de arrancar, las puertas del teatro se cerraron para, según la directora del espacio, Natalia Álvarez Simó, ponerlo por completo a disposición de los espectadores (las entradas están agotadas desde hace varios meses). «Hay zonas de descanso, cafetería abierta las 24 horas y personal para atender a los espectadores».

La performance, en la que intervienen una treintena de artistas , se representa en varios idiomas -inglés, francés, alemán, holandés e italiano- y cuenta con sobretítulos en español. Los espectadores pueden entrar y salir libremente de la sala durante la representación, que incluye momentos de alto voltaje sexual; «es una auténtica bacanal romana» , advertía antes de empezar el propio Jan Fabre, que explicaba acerca del espectáculo que «la idea es la de lograr una catarsis como con las antiguas tragedias griegas, preguntarse si se podía lograr en el teatro actual».

Así, con esta obra, según sus palabras, quiere provocar en el público una «catarsis física y mental» , como así ha sucedido «en todas la ciudades» por donde ya ha pasado, como París, Belgrado o Sevilla. «La gente llora, se duerme, grita, aplaude y todo el mundo se queda hasta el final», aseguraba.

«Cuando estrenamos en Berlín los actores y los bailarines me preguntaban cuánta gente se iba a quedar durante toda la obra, y yo les decía que no me importaba porque representarla era una necesidad que yo tenía, un regalo que quería hacerme a mi mismo y también al público», agragaba el director de la compañía Troubleyn.

«Para nosotros era fundamental romper la dictadura del tiempo , tanto para el público como para los actores. Se trata de reproducir ese lenguaje olvidado de las tragedias griegas que se acerca más al lenguaje de los sueños, de cambiar de experiencia, tanto para el público que no duerme o que duerme a ratos; tanto para los actores, que no actúan igual cuando duermen o sueñan a ratos», matizaba. La mitología griega es la columna vertebral del espectáculo, que se ha podido ver ya en 17 ciudades.

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