Simón Viñals (izquierda) y su hijo Carlos, ayer, a su llegada a la Audiencia Provincial iDE SAN BERNARDO
MADRID ARENA

El doctor Viñals acusa ahora al Samur de no reanimar a las víctimas

Dice que tenía medios para atender tres chicas a la vez, pero carecía de desfibrilador en la enfermería

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La declaración del doctor Simón Viñals, de 80 años, responsable de la enfermería del Madrid Arena junto a su hijo Carlos, también médico (acusados de imprudencia grave profesional), centró ayer la sesión del juicio en la Audiencia Provincial por la muerte de cinco jóvenes en la fiesta de Halloween de 2012.

Viñals padre negó la acusación del Ministerio Público de que fueron «incapaces de reconocer que, al menos, dos de las tres jóvenes trasladas a la enfermería estaban en parada cardiorrespiratoria» y «diagnosticaron erróneamente que estaban fallecidas».

El doctor rechazó que las diera por muertas (al igual que su hijo, que siguió el mismo guión, muy nervioso), por lo que se contradijo respecto a lo manifestado ante el instructor.

«Si lo dije, me expresé mal, ya que es una incongruencia dar por muerto a alguien y hacerle las maniobras de resucitación. Yo lo que manifesté era que estaban en parada cardiorrespiratoria de difícil recuperación», replicó cuando llevaron a Cristina Arce y a Rocío Oña, casi a la vez, a las 4.00 horas.

Añadió que cuando estaba llamando al 112 entraron con Katia Esteban y escuchó que el Samur estaba en camino. Detalló quién atendió a cada víctima y qué hizo cada una de las cinco personas que completaban el dispositivo. Y todo ello, tras haber comenzado su testimonio, advirtiendo:«Tengo problemas para recordar», cuando le interpelaron sobre cuándo le concretó Miguel Ángel Flores el número de asistentes.

Viñals padre aseguró también que contaba con todos los medios materiales para hacer tres «reanimaciones cardiopulmonares a la vez», así como de las inyecciones de adrenalina que les suministraron a las víctimas. Eso sí, no tenía desfibrilador en la enfermería, por lo que tuvo que enviar a un técnico a buscarlo a la UVI-móvil que contrató. Alegó que aplicaron tres descargas a Arce y otras a tres a Oña, pero no a Esteban, porque no respondía. Tras explicar que estuvieron actuando correctamente durante 15 minutos, él y su hijo culparon al Samur por no continuar reanimándolas: «Lo recomendado son 30 minutos. Yo no recuerdo ni vi desfibrilar, ni aplicar adrenalina ni nada de nada al jefe de guardia del Samur», informa Efe.

«Nunca hice resucitaciones en personas»

Viñals padre aseguró que si no se le ponen gel ni pegatinas a las chicas, la reanimación deja quemaduras en la piel, como sucedió con Arce y Oña. Sin embargo, la fiscal le rebatió: «Las marcas son coincidentes con las maniobras del aparato del Samur, tal y como acredita el informe de la Clínica Médica Forense». No obstante, el exconcejal y paradójicamente padre del servicio médico municipal replicó que, gracias su hijo, Oña recuperó un hilo de vida, por lo que pereció camino del hospital y pudo donar sus órganos.

Carlos Viñals dijo que «nunca había hecho reanimación en personas; sí en maniquíes en cursos de formación y viendo vídeos».

Por último, su padre negó que pronunciara la ya, tristemente célebre frase: «Toda la noche atendiendo borrachos y ahora me traen esto», en alusión a las tres jóvenes, como declaró ante el instructor el jefe de guardia del Samur que le dijo cuando llegó y le vio en la puerta.

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