Diez horas de pesadilla en la corrala de Chamberí

El colapso de las galerías interiores de un edificio en Santísima Trinidad deja atrapados en sus casas a ocho vecinos y obliga a desalojar las 28 viviendas

Los bomberos comienzan el montaje, ayer, del andamio de emergencia MAYA BALNYÀ

Carlota Barcala

El barrio de Chamberí volvió a amanecer ayer con el miedo metido en el cuerpo. Un nuevo derrumbe, este sin víctimas que lamentar , sacudió el número 23 de la calle de la Santa Trinidad. Se trata de una vieja corrala de la que una de sus galerías, concretamente la de la zona posterior de la sexta y última planta, se vino abajo, por causas que se están investigando. « Es muy difícil determinar cuáles son las razones en viviendas de cierta antigüedad que tienen elementos constructivos variables», explicaron a este periódico fuentes de la investigación.

El edificio tiene dos zonas (delantera y trasera), con 14 pisos cada una. Ocho de sus ocupantes quedaron atrapados durante diez horas, hasta que fueron rescatados por los Bomberos del Ayuntamiento. Se da la circunstancia de que el suceso se produjo a apenas 600 metros de distancia del edificio del paseo del General Martínez Campos, 19, que colapsó el pasado 22 de mayo y en el que murieron sepultados dos obreros.

Fue a las 8.45 horas de ayer cuando se vino abajo la pasarela de la sexta planta, a unos 20 metros de altura. Cayó a plomo sobre la inmediatamente inferior, y provocó el mismo efecto, como un dominó, hasta el piso primero, donde quedaron acumulados multitud de escombros. Lo que en un primer momento parecía una incidencia de menor entidad se volvió en el caso prioritario ayer para los servicios de emergencias de la capital. Se comprobó que había ocho personas de cinco viviendas que no podían salir de sus casas , debido a los desperfectos.

La galería colapsada ABC

Hasta el lugar se trasladaron los Bomberos y, en modo preventivo, el Samur-Protección Civil , así como la Policía Municipal , que acordonó la zona para facilitar los trabajos. Los moradores, explicaron fuentes del Cuerpo local, estaban «afectados, pero en buen estado». Aun así, para asegurarse de que no había víctimas, varios miembros del servicio de extinción de incendios se descolgaron con cuerdas por la fachada y pudieron hablar con los vecinos afectados.

En cuanto a los residentes en el otro extremo de la corrala, donde no se produjo ningún desprendimiento, sí que se quedaron sin servicio de gas y de agua , e incluso de rompió alguna bajante. Solo tenían luz, pero se les dio la opción de abandonar sus casas y ser asistidos por el Samur Social, algo que hicieron trece personas de siete pisos.

Uno de los habitantes de esa zona del edificio, Enrique Santamaría, explicó a ABC: « Sentí un buen susto . Como era la hora en la que estaba la señora de la limpieza, pensé al principio que se le había caído el cubo. Luego me di cuenta de que no. Afortunadamente, no le ha pasado nada. Si puedo volveré a casa esta noche [por la de ayer]». Lo cierto es que había obras en el cuarto piso, aunque no creían que tuviese nada que ver con lo sucedido.

Andamio de emergencia

Pasaban las horas y el tiempo se volvía más lento en Santísima Trinidad, bajo el sol abrasador. Los bomberos comenzaron a montar un andamio que alcanzaba el sexto piso, por el que iban a bajar los atrapados. Y así comenzó a ocurrir, a eso de las siete de la tarde.

Así lo explicaba el oficial de guardia del Cuerpo, José Luis Legido: «Hemos instalado un andamio de emergencia en el lugar donde estaban las pasarelas que se han caído para facilitar el acceso a las viviendas de las que no se podía salir. Hemos permitido a los que esperaban fuera que entraran a recoger sus bienes de primera necesidad. No hay problema estructural en el bloque . A los afectados los estamos sacando por ese andamio de obra y van a estar varios días fuera».

El modo de trabajo consistió en acompañar a esos vecinos y que en una o dos maletas metieran lo necesario, y así lo hicieron una docena de ellos. Porque para volver a vivir allí habrá que esperar a que la propiedad restituya las pasarelas siniestradas , lo que puede tardar bastantes días.

Poco a poco, los atrapados pudieron salir a la calle. Era el caso de Erik y su familia, que portaban sus cosas en unas maletas rojas. Bebían agua embotellada que les había proporcionado el Samur Social. La Policía Municipal les dio las indicaciones de los pasos que debían seguir desde ese momento. A Erik, que llegó de Bolivia hace doce años, el colapso le pilló durmiendo: «Vivo de alquiler con mi mujer, que fue quien avisó a los Bomberos, y mi hija. Las pasarelas se cayeron justo delante de nosotros . Abrimos la puerta y lo único que entraba era polvo. No tenemos familia en Madrid y el Samur Social nos ha dicho que sólo se hace cargo de las dos primeras noches que tengamos que estar fuera, las demás las tenemos que pagar nosotros», explicaba, contrariado.

«Me iré a casa de una amiga»

María es una vecina del cuarto piso del interior derecha: «El piso lo he encontrado bien, la estructura no estaba dañada. El problema es que tenemos que irnos y no sabemos durante cuánto tiempo . El derrumbe me pilló fuera de casa, trabajando. Me enteré porque me llamaron mis padres desde Lugo para preguntarme qué tal estaba. He cogido solo lo necesario, esta temporada me iré a casa de una amiga», explicaba a este diario.

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