Derrumbe en Martínez Campos: investigan el derribo de un pilar de carga y la acumulación de material

Los dos operarios sepultados siguen bajo los cascotes. El grupo Rockefeller tenía licencia desde enero para la obra

Vídeo: Así ha quedado el edificio desplomado
Carlos Hidalgo

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Los servicios de emergencias de Madrid trabajan a destajo en las labores de apuntalamiento y desescombro en el inmueble del número 19 del paseo del General Martínez Campos, donde quedaron sepultados por cientos de toneladas dos obreros . José María Sánchez Tejada , de 56 años, vecino de Malpartida de Plasencia, en Extremadura, y Agustín Bello Moreno , de 42, natural de Madrid pero residente en Parla, son los nombres de la tragedia. Al cierre de esta edición, los bomberos seguían buscándolos. Quince familiares aguardan angustiados , asistidos por el Samur Social en un hospital de campaña y en el convento de San Vicente de Paúl.

Paralelamente, el departamento de Siniestralidad Laboral de la Unidad de Coordinación e Investigación Judicial de la Policía Municipal tomaba las riendas de las pesquisas del caso, en las que también se ha personado la Fiscalía. Esta parte del trabajo está aún en fase embrionaria, pues lo que prima, como es lógico, es el trabajo de desescombro.

Pero las distintas fuentes policiales consultadas apuntan a que son distintas las causas, aunque relacionadas, las que provocaron el siniestro. El propietario actual del edificio (de 6.000 metros cuadrados construidos y del año 1931) es Rockefeller Group International, que lo adquirió por 25 millones de euros a través del fondo londinense Europa Capital en julio de 2016. El 31 de enero de 2018 obtuvo la licencia para una obra integral de rehabilitación.

Castillo de naipes

El martes, los obreros estaban trabajando en la demolición de tabiquería, principalmente. Al parecer, estaban taladrando un pilar de carga para asegurarlo con mallas, pivotes y demás elementos especiales cuando se resquebrajó; a ello habría que sumar el hecho de que el material y escombros los estaban acumulando en un mismo punto de esa séptima planta. Todo ello, supuestamente, pudo provocar el colapso y que cayera como un castillo de naipes.

Veincuatro empleados de tres subcontratas estaban dentro. Los de Aldesa consiguieron evitar ser aplastados. Peor suerte corrió José María Sánchez Tejada, que estaba quitando lo que quedaba de antigua carpintería y mobiliario en el quinto piso. Llevaba tiempo en paro y fue contratado con su hermano Raúl, hace tres semanas, por la contrata Tygma, extremeña pero con delegaciones en Madrid y Andalucía. El fontanero autónomo Agustín Bello Moreno estaba de visita en la obra, según su hermano.

Una tercera empresa estaba realizando labores de pilotaje en la planta baja del edificio en el momento del derrumbe. No aguantó ni uno de los niveles. Para colmo, explicaron fuentes del caso, cuando se produce por ejemplo un terremoto, los cascotes son de gran tamaño , con lo que podrían existir recovecos donde una persona mantenerse con vida durante horas; en derrumbes como el de Chamberí eso es más complicado, puesto que los escombros son más pequeños.

«No se había empezado a trabajar en los tres sótanos»

Distintas fuentes desmintieron que el suceso se produjera porque estuvieran ampliando la zona de «parking»: «No se había empezado a trabajar en los tres sótanos. Lo que se pretendía era convertir los antiguos pisos, de entre 350 y 400 metros cuadrados , en apartamentos más pequeños, de calidades de lujo, por eso estaban tirando los tabiques, y pudieron equivocarse y derribar un muro maestro».

La labor de los bomberos está siendo extraordinaria. Permanecen en el lugar 50 efectivos, que van rotando por la gran fatiga que sufren. Aunque se metió maquinaria pesada , el grueso del desescombro se está haciendo a mano, con palas. Veinticuatro horas después del accidente, a la primera hora de la tarde de ayer, quedaba más del 80% de cascotes por retirar. Llegaban a una altura de una tercera planta, explicó el jefe del Cuerpo municipal, Eugenio Amores.

Hay otro «hándicap»: la crujía que da a la calle de Viritato, justo en la trasera del edificio, pendían un casetón del montacargas y un balcón, con grave riesgo de que cayera sobre los bomberos, que trabajan en el patio central. Por ello, la estrategia er a tirarlos y emplearse luego a cielo abierto, explicaron los técnicos. El colapso provocó un efecto cono o embudo, de manera que la acumulación de piedras llegó bastante profunda que la planta baja.

Perros especialistas

La primera noche, metieron a perros especialistas en la búsqueda de personas vivas. Señalaron algunos puntos, pero no fueron confirmados. Aun así, la búsqueda de José María y Agustín se centraba en esas zonas. También trabajaron perros para localizar a muertos, que no detectaron nada. También hay que tener en cuenta que estos animales solo sirven cuando un cuerpo está en estado de descomposición y, por lo tanto, lleva ya tiempo inerte.

Son labores de auténtica «orfebrería»: los forjados del edificio eran metálicos, con lo que todas las viguetas cayeron y se clavaron como agujas sobre los escombros, que han cuajado . Se han cortado los perfiles metálicos, pero con seguridad, porque están funcionando como contención. También utilizan geófonos en el silencio de la noche y el mayor brazo articulado de España.

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