Un cementerio de coches extranjeros «abandonados» en la Casa de Campo: «Es un misterio»

Más de una veintena de vehículos, cubiertos de polvo, llevan meses parados en el entorno de Lago sin que nadie los reclame

Varios de los coches, con matrícula extranjera, tirados en las cercanías de Lago FOTOS: DE SAN BERNARDO
Aitor Santos Moya

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Una densa capa de polvo los delata. Basta un paseo por los alrededores del lago de la Casa de Campo para comprobar como más de una veintena de coches, muchos de ellos con matrícula extranjera, permanecen aparcados sin que nadie los reclame desde hace tiempo. Alejados del prototipo de vehículo viejo y destartalado, este peculiar «cementerio» de coches está compuesto por piezas con un claro denominador común: ninguno está en mal estado. Hay monovolúmenes, furgonetas, deportivos... Turismos, en definitiva, propios del parque automovilístico que impera en Madrid. «Suelen estar meses abandonados hasta que un día se los llevan», resume la quiosquera del enclave, en clara sintonía con el misterio y la curiosidad que despiertan entre el resto de trabajadores y paseantes.

En el entorno de la parada de Metro de Lago, los coches «abandonados» se mezclan con la mayoría de utilitarios que aparcan en la zona a diario. «Esos dos de ahí llevan al menos un mes», indican dos estudiantes del IES El Lago, en alusión a un Seat Gris y un Volkswagen azul oscuro, estacionados uno frente al otro. La suciedad impregna sus chasis, «adornados» con elocuentes lemas pintados a dedo por algunos transeúntes. Aunque su exposición prolongada los convierte en el blanco perfecto de robos y actos vandálicos, lo cierto es que estos coches, procedentes de Alemania, Francia y Suiza , entre otros países europeos, no presentan más desperfectos que los generados por el irremediable paso del tiempo. «Es un lugar bastante tranquilo», precisa uno de los vigilantes de seguridad del suburbano.

Prueba de ello es el flamante BMW, gris metalizado, que acapara las miradas en la explanada más próxima al estanque. «Debe ser de los últimos que han dejado», se cuestiona una joven que corre habitualmente por la Casa de Campo. El volumen de polvo ofrece a los curiosos una aproximación del tiempo que llevan allí parados. «Si te acercas al otro extremo, verás un Hyundai rojo que casi parece blanco», añade. Encajonado entre dos coches que no le permitirían salir, el turismo señalado es otro de tantos que languidece en este punto de la ciudad. El último balance, elaborado por el Ayuntamiento de Madrid, revela que en 2017 fueron detectados 8134 vehículos abandonados.

Sin posibilidad de retirada

Cabe resaltar que, en el proceso para la retirada de los coches por parte del Ayuntamiento, estos deben cumplir una serie de circunstancias : que permanezcan estacionados en el mismo lugar por un periodo superior a un mes y presenten notorios desperfectos que hagan imposible el desplazamiento por sus propios medios, o les falten las dos placas de matrícula. A partir de ahí, serán considerados como residuos urbanos, por lo que la Dirección General de Gestión y Vigilancia de la Circulación podrá ordenar su traslado a un centro autorizado de tratamiento para su posterior destrucción y descontaminación. No obstante, antes de tal extremo, los titulares recibirán un requerimiento para retirar sus vehículos de la vía pública en el plazo máximo de un mes.

Al no darse ambas condiciones, la mayoría de coches «abandonados» en el lago de la Casa de Campo sobreviven sin que nadie pueda hacer nada al respecto. «Las ruedas están bajas, pero no en el suelo; estos están todavía bien para conducir», apunta otro trabajador. Desde la Policía Municipal aseguran no tener constancia de la situación. En ese sentido, el hecho de que la zona esté alejada de un núcleo vecinal dificulta sobremanera las denuncias por este tipo de casos. «Me di cuenta de que había muchos porque para ir a trabajar prefiero andar cada mañana hasta la estación de Lago y así no tener que hacer transbordo», señala un residente del barrio de Puerta del Ángel.

La teoría más extendida entre los habituales del lago es la de que los propietarios dejan los vehículos para marcharse de viaje y, a la vuelta, los recogen. Pero hay más. «Me extraña que alguien con un buen coche no pueda pagar un garaje y lo vaya a tener aquí con el riesgo que eso conlleva», recalca una mujer, convencida de que en este «cementerio» algunos turismos podrían haber sido robados: «Es muy raro, sobre todo, por la cantidad de matrículas de fuera». Sea como fuere, la Casa de Campo se ha convertido en un inexplicable «garaje» donde el polvo acumulado marca el número de «plazas» que alberga en la actualidad.

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