Decenas de personas cruzan, ayer, la Gran Vía, ya abierta al tráfico privado
Decenas de personas cruzan, ayer, la Gran Vía, ya abierta al tráfico privado - MAYA BALANYÀ

Aparcamientos y comercios pequeños perdieron «hasta un 50%» por el corte de la Gran Vía de Carmena

Trabajadores de la zona y empresarios contradicen a la alcaldesa: «No nos ha beneficiado»

Madrid Actualizado: Guardar
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Por no tener, en algunas calles aledañas a la Gran Vía no han tenido ni las tradicionales luces navideñas durante las fiestas. Así es un poquito más difícil aún competir contra las grandes marcas que, unos metros más allá, con sus letreros luminosos y precios más bajos, se dan cita en una Gran Vía que ayer volvió a abrir su calzada al tráfico privado, prohibido desde el pasado 23 de diciembre con motivo de la Navidad. Con la vuelta a la normalidad, los comercios hacen balance y contradicen a Carmena: el corte no les ha beneficiado en absoluto.

«El corte se ha notado, pero para mal»

En la mayoría de los casos, la predicción del Ayuntamiento no se ha cumplido.

Las grandes cadenas admiten, según ha podido comprobar ABC, que no han tenido más ingresos que el año pasado en las mismas fechas, pero el pequeño comercio, que también está presente en el centro —especialmente en esas calles adyacentes que carecen de iluminación navideña— ha sido el más perjudicado. «El corte se ha notado, pero para mal», admite Maruja Esteban, dependienta en la perfumería Butragueño, ubicada en la calle de las Tres Cruces. Justo enfrente, en la tienda de alimentación donde trabaja Verónica Galiano, ésta admite que, visto lo visto, ella «dejaría la Gran Vía tal cual», con sus coches circulando ya que, según expresa, tampoco ha notado demasiado ese impulso que disponer de más espacio para los viandantes iba a traer para ellos. «No puedo decir nada bueno», recalca Esteban, quien estima que las restricciones al tráfico han sido «un desastre y muy precipitadas».

Mucho mejor no les ha ido en el aparcamiento de la Puerta del Carmen donde ayer, después de los días navideños, no estaban de celebración pero casi. Con una capacidad para 450 vehículos, según explica su gerente, Javier Quevedo, todos los días han tenido, al menos, «150 plazas libres». «Hemos tenido un 50 o 55 por ciento menos de recaudación que el año pasado», lamenta el gerente, quien recuerda que, durante las fechas navideñas, hubo días en los que se asomó a la plaza donde está la rampa que da acceso al aparcamiento y no entró ningún coche: «Era para verlo», recuerda Quevedo. «Si no dejas pasar coches, lo sufrimos todos», añade el directivo, quien vaticina que el malestar es generalizado entre la mayoría de comerciantes de la zona, que avanzan que los transportistas también han padecido estas restricciones a la hora de cumplir con su trabajo.

«Con la carga y descarga hemos tenido problemas y retrasos con los pedidos»

«La verdad es que los primeros días sí que hubo confusión entre los distribuidores, puesto que no tenían muy claro el horario que tenían para pasar o no pasar por la Gran Vía para descargar», confirma José desde su quiosco de prensa en el balcón desde el que Callao se asoma a la emblemática arteria madrileña. «De hecho, algunos residentes también han tenido dificultades para acceder, especialmente aquellos que tenían garaje pero no eran titulares de la plaza: «Tuvieron problemas con los agentes de Movilidad», rubrica el quiosquero. «Algunos se han llevado hasta multas», completa Galiano, quien cede el testigo a Maruja Esteban, la más crítica de todas desde el mostrador de la perfumería: «Los pobres venían asfixiados a dejar los paquetes, muy mal».

Los problemas de los repartidores, sin embargo, también han afectado a las grandes cadenas que disponen sus tiendas sobre la Gran Vía. «Con la carga y descarga hemos tenido problemas y retrasos con los pedidos porque igual no dejaban pasar a los repartidores», admite Noa Bonrrás, encargada de la firma de cosméticos Kiko, donde no han notado en exceso, pese a su ubicación, los cortes.

Escasa incidencia

«Mucho boom no hemos notado», reconoce la encargada, quien también manifiesta que, aunque en los fines de semana «sí se noto algo el aumento de afluencia», durante los días de trabajo «fueron como días normales de Navidad». «Yo he vendido igual que el año pasado», refuerza José, el quiosquero, en la misma línea que Juan Antonio Menor, que vende cupones desde un quiosco en la Gran Vía: «A mí no me ha afectado para nada que haya tráfico o no, en diciembre —el mes de los sorteos de lotería— las ventas siempre son altas».

Mejor les ha ido a los establecimientos de comida rápida, como Papizza, desde donde Alfonso Manchena, el encargado, lo tiene claro: «La caja sí ha ido bastante mejor que el año pasado». Sin embargo, como admite, también ha pagado su peaje: «He tenido más problemas al venir en moto porque he tardado más de lo habitual». Ya le hubiera gustado a Maruja tardar más pero ver su caja más florida. «Un desastre», concluye la vendedora.

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