El bus, en el momento de ser levantado, tras el siniestro
El bus, en el momento de ser levantado, tras el siniestro - Jaime García

Accidente de autobús en FuenlabradaEl miedo de los niños: «No subimos al autobús porque el conductor hacía cosas raras»

El chófer, que dio positivo por cocaína, volcó en una rotonda de Fuenlabrada. Los alumnos llevaban días quejándose de su actitud «temeraria» al volante

MADRID Actualizado: Guardar
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Vivieron momentos de angustia, nervios y tensión. Por suerte, todo quedó en un enorme susto que podía haber tenido fatales consecuencias. Eso fue lo que ocurrió ayer poco después de las 08.00 horas cuando 25 alumnos de entre 11 y 14 años viajaban en el autobús –de 44 plazas–, de la ruta que les conducía hasta el Instituto Jimena Menéndez Pidal. Salían de la urbanización Parque Miraflores de Fuenlabrada y tenían que realizar un trayecto de un cuarto de hora. Dos minutos después, en una rotonda de la M-506, a la salida del municipio, notaron cómo el conductor aceleraba, daba un volantazo y volcaba por el lado derecho.

La mayoría comenzó a gritar. Después, varios menores rompieron la luna trasera y salieron por su propio pie.

A las 8.15 Emergencias 112 recibía la primera llamada. El siniestro se produjo en el kilómetro 10 de la M-506. Hasta el lugar se desplazaron varias ambulancias de Cruz Roja y del Summa. En total, 21 alumnos –casi todos los ocupantes– y el conductor resultaron heridos de carácter leve: presentaban cortes, magulladuras y contusiones. Diecisiete fueron atendidos en el lugar de los hechos.

Todos, salvo el chófer, fueron trasladados a diversos hospitales y dados de alta a lo largo de la jornada, menos una niña que sufrió una conmoción cerebral y amnesia y quedó ingresada en el Severo Ochoa de Leganés.

Sorpresa e indignación

La sorpresa y la indignación surgieron cuando el conductor, Esteban García Garrido, de 34 años, dio positivo por consumo de cocaína. Ahora se está a la espera del segundo análisis que determinará el nivel de concentración en sangre y si la ingesta era reciente, un extremo que él negó. Fue detenido por conducción bajo la influencia de las drogas. Tras pasar a disposición judicial ante la titular del Juzgado de Instrucción número 1 de Fuenlabrada, quedó en libertad con cargos. La magistrada le impuso la medida cautelar de la retirada del permiso de circulación y de la licencia profesional. Se le acusa de un delito contra la seguridad vial.

Esteban hacía suplencias para la empresa Flocarbus de Humanes. Natural de Madrid, hacía cuatro años que tenía el carné D que le permitía conducir buses. Ya estuvo contratado anteriormente. Desde el pasado 10 de enero realizaba en días alternos la misma ruta escolar que ayer rozó en tragedia.

Según ha podido saber este periódico, momentos antes de iniciar el fatídica recorrido, cuatro alumnas prefirieron no subir al autobús tras observar al conductor hacer cosas raras. «Antes de entrar vimos que estaba muy nervioso, moviendo las manos y las piernas de una forma que no era normal», suscribe una de ellas, que en medio de la estampa, comentó al resto que, además, era el mismo tipo que ayer pegó varios bandazos en el viaje de vuelta. «Mi amiga preguntó: ¿Nos subimos? Y ninguna quiso».

Una decisión que otros no llegaron a plantearse. Horas después de sufrir en sus propias carnes el accidente, Chechu y Ángel seguían sin dar crédito a lo ocurrido. Los dos pertenecen al mismo grupo de amigos que, como cada mañana, quedan en el punto de recogida de la ruta para acudir a clase. «Entramos y nos sentamos en la parte de atrás», comentaron, a la salida del Hospital Universitario de Fuenlabrada. Habían tomado el primero de los dos autobuses que realizan el trayecto. Uno, con los de 1º y 2º de la ESO; y otro, a continuación, con los de 3º y 4º.

«Hacía eses en las curvas»

Sin embargo, la tranquilidad apenas duraría unas cuantas calles. «Todo fue muy rápido, la velocidad era muy alta y de repente sentimos un bache. Alguien gritó nos vamos al suelo», relataba Chechu, mientras su compañero advertía que antes de caer, la rueda izquierda delantera tocó el bordillo. «En la misma rotonda no había nadie, no sé por qué empezó a acelerar», proseguía, aún con el susto en el cuerpo.

La palabras tornaron en indignación a la hora de hablar de Esteban. «No te miento si te digo que ayer hablamos de que cualquier día podía pasar algo», señalaba Ángel, al denunciar la «actitud temeraria» que mostraba al volante: «Siempre iba muy rápido, dando frenazos y volantazos. Hacía eses en las curvas». Otros de sus compañeros incidieron en que le oían «discutir con su novia mientras hablaba por el móvil»

Algunos de los padres afirmaron haber escuchado a sus hijos quejarse del nuevo chófer, pero reconocían que no lo tomaron muy en cuenta: «Pensamos que eran cosas de críos». La duda planea ahora en saber si la dirección del instituto tenía constancia del problema o, por el contrario, no había recibido ninguna notificación al respecto. En este sentido, nadie del centro quiso realizar declaraciones.

Los padres anunciaron que tomarán medidas legales contra el chóferUn obstáculo en la calzada, un despiste o un fallo mecánico, principales hipótesis del siniestro

Tras la caída, el caos no tardó en llegar. Los gritos de socorro se agolparon con las sirenas de ambulancias y policía que rápidamente se dirigieron a la zona. Lucía, la única de las afectadas que ayer aguantó hasta el final de la jornada escolar, relataba que en menos de cinco minutos todos pudieron salir. «Aunque no fue fácil», explicó. Su mente intentaba recrear la escena. «Iba con los cascos y nada más volcar los tiré. Fue entonces cuando un amigo rompió el cristal de detrás y por ahí salimos todos», detallaba. La mayoría por su propio pie, aunque otros necesitaron ayuda. «Tuvimos que sacar a nuestra amiga porque estaba inconsciente», recordó Ángel.

«Iré al paro»

La Guardia Civil ha abierto una investigación para esclarecer las causas del accidente. Se descarta el exceso de velocidad: Esteban entró en la rotonda a 41 kilómetros por hora, un kilómetro más que lo permitido. Los primeros indicios apuntan a algún obstáculo en la calzada –al parecer, había conos– o a un despiste del conductor, precisaron a ABC fuentes de la investigación. También se trata de determinar si el daño que presentaba uno de los amortiguadores fue consecuencia del siniestro o producto del mismo. En el lugar de los hechos no había huellas de frenada.

Instantes después del accidente el conductor se mostró muy nervioso. Cuando supo que los niños estaban bien, decía: «Iré al paro». Aún no le habían hecho el test de drogas.

Hace una semana el bus y el conductor pasaron un control de transportes de la Policía Municipal de Fuenlabrada. Todo estaba en orden.

Al lugar de los hechos acudieron de inmediato gran parte de los padres –alertados por sus hijos–, que en algunos casos tuvieron que ser atendidos por ataques de ansiedad. Varios de ellos confirmaron que tomarán medidas legales. «Aunque antes tenemos que hablar entre todos», sentenciaron.

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