Vigo mira con preocupación los paros en el puerto de Valencia

La caída de la productividad en el puerto de Valencia, que se ha convertido en la precuela del conflicto de la estiba que a partir del próximo 6 de marzo se extenderá al resto de terminales, preocupa al empresariado vigués que ya ha empezado a echar cuentas de la cara factura que supondrán los paros. Nueve jornadas en días alternos durante tres semanas y en las horas impares. El pasado viernes el Gobierno aprobaba el decreto que reforma el sector para dar cumplimiento a una sentencia condenatoria del Tribunal de Justicia de la Unión Europea de diciembre de 2014 que fijó una multa que, de momento, se sitúa en 21,5 millones de euros. Acabar con este monopolio, según se hizo público ayer, permitirá incrementar en 2.400 millones anuales el PIB español.

Pero la huelga no saldrá gratis a los puertos españoles, que pese a trabajar con normalidad, como es el caso de Vigo, ya han empezado a perder mercancía espantados por una conflictividad de difícil reconducción y que tiene a Portugal, en el caso de Vigo, frotándose las manos. El vecino país luso es el gran beneficiado de los problemas que acusa el puerto vigués, sobre todo Leixões en Oporto.

La carretera como alternativa

En este sentido, una de las principales operadoras de la terminal olívica como es la automovilística PSA no descarta recurrir al transporte por carretera, evitando el marítimo, para garantizarse el suministro de la piezas. Los estibadores vigueses perderían así una importante baza. Las navieras temen que esta alternativa se generalice y se implante de forma definitiva.

Sobre este asunto, el director general de la multinacional del sector logístico asentada en el puerto vigués Kaleido, Xoan Martínez, señalaba esta misma semana que la huelga «no es la manera de afrontar un cambio que ya se estaba demorando mucho». Asimismo, reconocía que las empresas logísticas ven «con muchísima preocupación» la situación, ya que la estiba y desestiba es «una parte fundamental de la capacidad que tienen los puertos para importaciones y exportaciones», y la movilización afectará al «comercio exterior de España y Galicia».

Al igual que Martínez, son muchas las operadoras que celebran un cambio de modelo que se muestran convencidos que, en el caso particular de Vigo, hará ganar al puerto en competitividad y en tráficos.