Sonia Iglesias, la pontevedresa que desapareció sin dejar rastro

El 18 de agosto de 2010 la joven no llegó a su puesto de trabajo. Su familia siempre ha mantenido que jamás se iría voluntariamente, dejando atrás a su hijo, que entonces contaba 9 años

Carmen Eirín y Mari Carmen Iglesias, madre y hermana de Sonia SALVADOR SAS/EFE

ABC.ES

Sonia Iglesias desapareció el 18 de agosto de 2010 y, desde entonces, todo han sido incógnitas en uno de los casos más misteriosos de la crónica negra gallega . La aparición de la cartera de la joven pontevedresa en el poblado marginal de O Vao a los pocos días de investigación puso en jaque a todos los efectivos encargados del caso. La policía científica se afanó en localizar alguna huella dactilar o resto biológico que hiciese avanzar las pesquisas, pero no obtuvieron resultados. El único paso adelante en el caso se dio con la imputación de la pareja sentimental de la desparecida, Julio Aráujo —hoy presente en el registro —, contra el que nunca se encontraron pruebas de cargo. El Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) confirmaba en abril de 2015 el archivo del caso.

Son ya ocho años de búsqueda infructuosa en los que sus familiares y amigos han mantenido la llama encendida. «Dicen que el tiempo lo cura todo. Que cicatriza las heridas, pero no es así. Han pasado siete años, siete años interminables sin saber nada de Sonia, mi hermana, y para mí y toda mi familia, esta es una herida que sigue abierta y que seguirá sangrando hasta que podamos conocer qué le paso, quienes son los culpables de su desaparición, qué hicieron con ella y por qué», indicaba su hermana Mari Carmen Iglesias, el pasado verano en el aniversario de su desaparición.

Sus allegados la recuerdan como una persona «buena, amable, cercana, vitalista y siempre con una sonrisa en la boca» . Siempre han mantenido que la mujer nunca se habría ido dejando atrás a su hijo (de 9 años), su familia y su trabajo . Aquel fatídico 18 de agosto Sonia Iglesias, de 38 años, no se presentó a su puesto de trabajo en Massimo Dutti y no dio señales de vida durante toda la jornada. La pista se le pierde a las 10.45 horas de aquella mañana tras ser vista haciendo unos recados por una céntrica calle del Lérez.

Siguieron meses de batidas infructuosas. La supuesta implicación de su pareja sentimental, de la que estaba en trámites de separación , fue uno de los pocos avances en firme que se produjeron durante la investigación. Pero el material recabado era «débil y contradictorio» y carecía de fuerza suficiente de cara a un juicio. La Justicia ha interpretado los indicios presentados contra él por la familia como «meras sospechas» que impiden la imputación. Del comportamiento de Araújo, indica el auto de archivo, «excesivamente nervioso y preocupado en el momento en que se conoció que Sonia no había acudido al trabajo como pretendía», y «tranquilo» a medida que pasaban las horas, no puede deducirse «un indicio racional que demuestre que participó en su desaparición». Es más, argumenta que «si hubiera sido él el autor, lo lógico es que hubiera tratado de disimular». También justifica el alejamiento de éste de la familia de la joven, ya que «desde la misma tarde de la desaparición, los padres de Sonia le imputaban haberle dado muerte, de forma que su presencia en alguno de tales actos [como manifestaciones] podría haber derivado en actos violentos».

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