El 26-M, reválida del 28-A

Una segunda vuelta incierta y con cuentas pendientes

El PP busca la remontada tras el shock de las generales y el PSdeG aspira a continuar al alza. La acumulación de convocatorias añade incertidumbre

Alberto Núñez Feijóo junto a Manuel Baltar y otros cargos del PPdeG en Pereiro de Aguiar CEDIDA

Pablo Pazos

El tablero y las piezas son los mismos que el 28-A, pero la partida que se juega hasta el 26 de mayo es diferente. En las elecciones municipales pesan menos las siglas e importan más los candidatos . Es el voto más cercano, el más pegado al terruño. Un escenario hasta ahora idóneo para el PP y su maquinaria, inalcanzable para sus rivales. En 2015 los populares se fueron por encima del 35,7% de los votos, con 1.752 concejales, por los 1.039 del PSdeG (26,3%) y los 468 del BNG (12,84%).

Sucede, sin embargo, que ésta es una cita atípica: por obra y gracia de la estrategia urdida en Ferraz/Moncloa, la acumulación de convocatorias se convierte en un factor de incertidumbre que arroja dudas sobre un escenario de por sí volátil. A Pedro Sánchez no pudo salirle mejor la jugada, traducida en una victoria clara que se dejó sentir también en Galicia:el vuelco fue de magnitudes sísmicas, con el PSOE por encima del 32% y el PP cayendo del 41,5% al 27,4%. Esto es: Pablo Casado arrastrando a Alberto Núñez Feijóo al peor resultado de siempre.

La pregunta que responderán las urnas —en juego también las cuatro Diputaciones y los comicios europeos—, en lo que todos los partidos han asumido como una segunda vuelta , es hasta qué punto pesará en el ánimo de los electores el resultado de la primera entrega. El PP, tras el ejercicio de asunción de culpas liderado por Feijóo — «lo que hay que hacer no es crítica a terceros, sino autocrítica a uno mismo;el primer responsable de los resultados en Galicia soy yo», recordaba esta mañana—, sale con ánimo de revancha a la campaña que arranca hoy. Y con confianza en que es posible revertir un batacazo que dejó al partido en estado de shock. «Si unimos los votos del mismo modo que está unido el partido, remontaremos», vaticinó Feijóo tras la reunión del consello de la Xunta. Una frase que reúne los dos «requisitos» que considera claves:un «PP unido» y que se aglutinen las papeletas del «centro-derecha, que es lo que representa el PP»; atraer a «todos aquellos que tenemos una propuesta alternativa al socialismo, el independentismo y el populismo». Apelación en la que insistió horas después en un mitin en Pereiro de Aguiar (Orense).

Como en la Champions

El voto al PP, incidió el jefe de filas gallego en Santiago, es «bueno para España» porque «hay que hacer de contrapeso al Gobierno central, en el que Podemos y los independentistas van a decidir el futuro de todos los españoles». El partido de las generales se perdió y por goleada, pero a Feijóo le inspiran las remontadas de la Champions para trasladarlas a la arena política:«Vamos a jugar el partido con deportividad pero sin hacer trampas». Y de nuevo con fichajes estelares desde el pistoletazo de salida:después de arrimar el hombro para las generales, Mariano Rajoy estará mañana en Orense (22.00) con Feijóo, que hará una primera parada en Ames (20.00).

Otro expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se dejará caer por Galicia este fin de semana . En su caso, el sábado, en Lugo y As Pontes —Sánchez vuelve a Vigo el martes 14—, arropando a un Gonzalo Caballero enardecido desde la noche del 28 de abril, convencido de que presagia el «final de la etapa de Feijóo». Ambicioso, sueña con «avanzar en número de votos y en concejales en las siete ciudades», para apuntalar su inminente desembarco en el Parlamento y lanzarse hacia San Caetano. El PP, auguraba en la previa del inicio de la campaña, «va a retroceder» en todas las urbes.

Paradójicamente, en algo coincide el BNG con el PP:en apelar a la «remontada», la palabra favorita de Ana Pontón en las últimas semanas. Tras recuperar aliento en las generales, con un 5,7% de los votos, los nacionalistas esperan refrendar su recuperación en un escenario mucho más benévolo. Sienten que siguen «al alza» y van «a por todas», con el objetivo de ganar peso político en las ciudades.

Éstas son las piezas más codiciadas y, a la vez, los termómetros del previsible desgaste de las Mareas, situadas ante toda una prueba de fuego después de gestionar durante cuatro años plazas del tronío de La Coruña, Santiago y Ferrol. Un peaje al que se suma la fragmentación que altera el pulso a la izquierda rupturista. El todavía portavoz de En Marea, Luís Villares, cuyo futuro bien podría no ir más allá del 26-M, se limitó a indicar ayer que defiende la «autonomía plena» de cada candidatura municipal. En cuanto a Cs y Vox, la escasez de infraestructura les sitúa ante un panorama muy diferente al del mes anterior, ahora en clara desventaja. En 2015, la formación naranja no llegó a los 30.000 votos.

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