Entrevista

«Muchos incendiarios están localizados, falta la prueba»

El fiscal de Medio Ambiente, Álvaro García Ortiz, indica que cada año se otorgan en Galicia alrededor de medio millón de permisos a quemas controladas. «Solamente con que un 1 por ciento lo haga mal ya tenemos una actividad de riesgo acentuada», reflexiona

Álvaro García Ortiz MIGUEL MUÑIZ

NATALIA SEQUEIRO

Responsable de la investigación especial realizada tras los fuegos de 2006, el fiscal de Medio Ambiente de Galicia, Álvaro García Ortiz, es quizás una de las personas que mejor conoce las motivaciones de aquellos que provocan incendios. Asegura que todavía es pronto para tener una idea de lo ocurrido hace dos semanas. Primero, mantiene, hay que analizar fuego a fuego para intentar descubrir sus causas.

—Hay dos detenidos. Uno alega que se le descontroló una barbacoa y otra es una septuagenaria con familiares a cargo que quería limpiar una finca. ¿Es el perfil habitual?

—No es un perfil extraño. Es lo que vamos teniendo a lo largo de estos años. Pero hay otro tipo de gente.

—Aunque sin relación con los últimos fuegos, también se detuvo a un brigadista que afirmó que le pagaron por prender. ¿Quién?

—Leí sus declaraciones en prensa, si se están investigando no procede comentar. Respecto al tema de los brigadistas, es cierto que este perfil ha coincidido con algún autor. En el año 2006 hubo casi tres casos. Eso no quiere decir que este colectivo tenga que estar en el punto de mira como causante del fuego, es injusto completamente. Si hay un brigadista detectado es porque sus propios compañeros nos lo dicen.

—¿Ha aparecido alguna evidencia que culpe a la industria asociada al fuego, empresas que participan en la extinción, por ejemplo?

—En 2006 hicimos una investigación patrimonial de las personas con intereses en el fuego y la verdad es que no salió nada. Hay un imaginario al repecto. Es evidente que si hay dinero va a haber intereses, pero no tenemos pruebas de que esto sea así. Cuesta mucho creer que hayan esperado a las circunstancias meteorológicas de finales de octubre, oportunidades hubo seguramente en verano. En el fuego hay intereses locales, muy poderosos. Tienes que ir a cada aldea, a cada pueblo, a cada lugar para ver por qué se quema y quién.

—¿Qué se suele encontrar?

—Hay incendios que, pese a ser dañinos, peligrosos e intencionados, utilizan el fuego como instrumento. ¿Para qué? Para limpiar, fundamentalmente. En 2011 hubo también en octubre muchos incendios y descubrimos que muchos se iniciaron para limpiar fincas en las que había mucha maleza y el jabalí se acercaba. Fue una razón entonces, no digo que lo sea ahora. Había muchos foguetes, intereses relacionados con la caza... En función de las actividades del rural vas viendo los intereses que hay para quemar. Intentos de cambio de uso del suelo o el uso de pastos fueron en una época bastante importantes.

—¿También venganzas?

—La forma de manifestar la venganza o la falta de sociabilidad de una persona muchas veces es quemando. A menudo cuando le preguntas a un incendiario, que ha quemado cerca de su propia casa, y ¿por qué quemaste? Contesta: porque eran de fuera, alguien que había llegado a la aldea, también hay casos después de expropiaciones.

—Pero no una trama organizada.

—Hemos investigado si hay trama o no. Hacia adelante puede salir algo pero hacia atrás podemos tener la certeza de que no hemos encontrado nada, puede que se nos haya escapado. Nos haría el trabajo más fácil si realmente existiera, tiras de un hilo y se soluciona el problema. Así funciona la criminalidad ordinaria, pero el fuego es tan complejo y tan díficil precisamente porque no es así.

—¿Cuáles son las principales dificultades en la investigación?

—La primera dificultad es encontrar el primer foco, porque nos va a decir qué intención puede tener el autor si es un incendio intencionado. Un ejemplo son los incendios de la AP-9 en 2006. Había la sensación de que alguien quería estrangular a Galicia. Investigamos todos los que llegaron a la carretera. Se hablaba de que habían ido desde la autopista tirando gasolina, había muchos bulos. Al final, casi todos se producían a kilómetros y el 90% eran imprudencias.

—Una vez localizado el origen ¿cómo se busca al sospechoso?

—Muchos incendiarios están localizados, social o policialmente. La colaboración vecinal señala a la persona que es incendiaria. Pero a menudo no se puede dar el salto a probarlo, tenemos indicios, pero no tenemos pruebas suficientes.

—¿En qué porcentaje se llega a una condena?

—Yo hago la regla del diez que no sé si valdrá. De cada cien fuegos, diez investigados y de éstos uno llega a juicio y puede ser una condena, el índice de condenas es alto. Aquí mezclamos todo, también hay que decirlo, los escapes de quemas por ejemplo, que son fáciles de detectar.

—¿Son un problema importante?

—El número de permisos para quemas que se dan en Galicia, ronda el medio millón. Hay medio millón de personas que realizan una actividad de riesgo, aunque necesaria. Solamente con que un 1 por ciento lo haga mal ya tenemos una actividad de riesgo acentuada.

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