Política

Una En Marea que se convirtió en ciclogénesis explosiva

El grupo parlamentario se resquebrajó en dos en medio de un ambiente irrespirable en 2019

Una foto en el Parlamento gallego que ya no se podrá volver a ver EFE

David Gómez

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En Marea se instaló en 2019 en los fenómenos meteorológicos adversos que con tanta dureza han sacudido la Comunidad en las últimas semanas. El año recién terminado acabó tras muchas acusaciones, reproches, votaciones y un divorcio que provocó que renaciese el Grupo Mixto en el Parlamento gallego, con Luís Villares , exlíder de la oposición y ahora a la cabeza de lo que queda del proyecto de En Marea, aguantando con sus tres diputados afines, y los 10 diputados restantes, encabezados por Antón Sánchez, en el Grupo Común da Esquerda. Hay que retornar a los últimos días de 2018 para entender el principio del final. Villares ganaría las primarias de En Marea al sector crítico, encabezado por David Bruzos, con el 59% de los apoyos. Este sector acusó de irregularidades en el proceso, lo que provocó una herida que corría peligro de abrirse en canal y que ya nunca se cerró.

Pocas semanas después, la crisis se extendería a nivel nacional con la aprobación fallida de los Presupuestos Generales del Estado. El Grupo Confederal donde se encontraba En Marea, dentro del paraguas de Unidas Podemos, debía votar a favor de esas cuentas, pactadas con el PSOE de Sánchez. Pero a En Marea le parecían insuficientes para Galicia, lo que provocó que su líder, Luís Villares, pidiese el voto en contra. Los diputados en Madrid votaron a favor, desoyendo lo indicado por el magistrado en excedencia, a excepción de Alexandra Fernández. Finalmente, el Presupuesto no salió adelante, lo que significó el adelanto electoral y también el de la ruptura en el espacio rupturista: En Marea iría por un lado y el resto, con Podemos y Esquerda Unida a la cabeza, por otro, en los comicios del 28-A.

Principio del fin

Ese sería el comienzo del fin del En Marea de Luís Villares , que tiene la dificilísima tarea de mantener a flote el partido. En las generales consiguió un paupérrimo 1,08% de los sufragios, solo seis centésimas más que Pacma. Galicia en Común, por su parte, consiguió dos escaños con el 14,5% del voto gallego. Esto significa tres escaños menos que en las anteriores generales, no pudiendo sobreponerse a la ruptura ni a la bajada generalizada del espacio liderado por Podemos en toda España.

Esta división se pudo comprobar, más si cabe, en las municipales, donde las diferentes localidades pudieron escoger entre una variedad insólita de mareas y candidaturas llamadas «de unidad», que en la mayor parte de los casos tenían de todo menos eso. Los partidos a la izquierda del PSOE no pudieron retener la alcaldía de ninguna de las tres ciudades en las que gobernaban (Ferrol, La Coruña y Santiago), sufriendo importantes correctivos. En otras, como Lugo u Orense, todas las mareas se quedaron sin concelleiros. Irónico es el caso, por ejemplo, de la ciudad de las murallas, donde las tres mareas que se presentaban obtuvieron sobre el 10%, pero ninguna entró en el Concello al no tener un 5%. Entre elecciones ya había rumores para relevar a Villares, que tuvo una tregua hasta después de la catástrofe de las locales.

La elección del senador rompería la cremallera que unía las dos partes del grupo parlamentario. El sector mayoritario anunció que el candidato José Manuel Sande había sido elegido, con los votos en blanco de Villares y sus tres afines. Antes, un comunicado afirmaba que la dirección «no aceptaba» esta votación, ya que el nombre debía elegirlo el partido En Marea, al que los contrarios a Villares no daban legitimidad. Finalmente, el grupo se partió en dos , con Villares y sus tres diputados yéndose al Mixto y renunciando al senador, por lo que sería finalmente elegido Sande. A partir de ahí, dos grupos distintos que votan prácticamente igual y un En Marea que trató de unirse a Errejón para el 10-N. No lo hizo, y los de Villares pidieron de manera indirecta el voto para el BNG. Queda por ver ahora la fórmula con la que se presentan a las gallegas tras las débiles esperanzas actuales de conseguir escaño.

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