Juicio Diana Quer

La defensa acusa a investigadores y medios de la causa contra el Chicle

«Se quiso incriminar a José Enriqe de lo que no hizo. No hay pruebas. Ha habido una falta de rigor escandalosa»

Abuín usa su último turno de palabra para «pedir nuevamente perdón», antes de quedar en manos del jurado

Veredicto del juicio por el «caso Diana Quer» en directo

Maria Fernanda Álvarez señala a su cliente durante la lectura de sus conclusiones MIGUEL MUÑIZ

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Las expectativas ante las conclusiones de la abogada de oficio del Chicle, María Fernanda Álvarez, eran elevadas tras su alegato el primer día de juicio . Y no defraudó. Para la defensa del único acusado y autor confeso de la muerte de Diana Quer, José Enrique Abuín es víctima de unos investigadores que «buscaron pruebas para acreditar el asesinato y la violación» , y así «incriminarlo por lo que no hizo», pero con la colaboración imprescindible de los medios de comunicación, que «fabricaron un monstruo, un depredador sexual al que se le privó de nombre y apellidos» porque «vende más».

El guión de la defensa, a lo largo de dos horas y media de intervención, consistió en atacar la investigación policial —«la menos rigurosa que he visto en mi vida»—, denunciar la indefensión de su cliente por un proceso «que no ha sido justo» y que en la sala de vistas se ha convertido «en una farsa», despreciar a los medios de comunicación «por repartir piedrecitas para la lapidación del Chicle» y repetir insistentemente al jurado que «no hay pruebas» para una condena por asesinato y violación que pueda abrir la puerta a la prisión permanente revisable.

«Mi defendido no es inocente, es culpable» de la muerte de Diana «y eso es un dolor infinito y permanente, pero eso no justifica» la pena máxima del ordenamiento jurídico español. «No estamos aquí para vengar a nadie», señaló, «esto no es la Edad Media del ojo por ojo».

La versión de la defensa, expuesta con ardor e intensidad, es que Abuín acudió a la nave de Asados no para violar a Diana sino para «esconder el cadáver» tras acabar con la vida de la joven aquel 22 de agosto de 2016 en A Pobra do Caramiñal de manera accidental, al ser sorprendido robando gasoil. «Creyó que lo iba a delatar», explicó, «la reacción que tuvo y ojalá no la tuviera, fue instintiva, irracional, no le dio tiempo a pensar, se bloqueó» .

Para la abogada, su cliente no pudo estar acechando a nadie en aquella zona porque era donde dormían los feriantes «y la gente grita si se la intenta raptar. No tiene lógica».

Además, consideró que «es imposible» que en el breve espacio de cinco minutos «alguien pueda reducir a una mujer, inmovilizarla, meterla en el maletero y hacerlo todo en silencio», cuando «no es lo mismo hacer eso con un cadáver que con una mujer viva». Álvarez sembró dudas sobre las reconstrucciones policiales de la zona de las caravanas de los feriantes e incluso de los geoposicionamientos del móvil de Diana y Abuín, que consideraban «irrefutable» la imposibilidad de que el acusado estuviera robando gasolina. «La Guardia Civil se ofuscó tanto que cayó en contradicciones».

«Baboso» sí, asesino no

Una de las armas de fiscalía acusación es dibujar un perfil de Abuín propicio para cometer un crimen sexual. «El móvil era que salía cazar, esa era la película», denunció la defensa, pero «una cosa es ser un ligón baboso y otra es ser un depredador sexual —por salir con su amigo Manuel Somoza a ver y llamar a niñas a las puertas de los institutos— y otra es ser un depredador sexual». Aquí, acusó al juzgado de Noia de reabrir la denuncia por supuesta violación a su cuñada «por Diana», e incluso atribuyó la condena del intento de violación a una chica de Boiro «porque teníamos en la cabeza Diana».

Contra lo afirmado el lunes por las acusaciones, la defensa insistió en que Diana no llegó viva a la nave, y apuntó a maiz sin digerir en el estómago de la joven, que de haber sido violada, presentaría otro estado. «No existen evidencias físicas, ni de agresión sexual ni de violencia» , añadió, «¿se puede violar sin violencia, en una nave en la más absoluta impunidad?». Si el cuerpo apareció desnudo fue «para ocultar la ropa por si quedaban vestigios de él», y el hecho de que no se deshiciera del tanga probaría que no hubo agresión sexual.

Su siguiente andanada fue contra una brida hallada en el pozo donde Abuín sumergió a Diana durante 500 días y que los investigadores y los forenses consideran el arma del crimen. «La brida nunca estuvo en el cuello de Diana», sentenció la abogada, que acusó a los forenses de «manipular» el cadáver para introducir pelo dentro del arma del crimen. «Aquí ha valido todo», censuró, «se acomodaron hechos a la versión que se quería dar». Recordó que ni en el cadáver ni en la ropa interior de Diana apareció «ni sangre, ni semen, ni ADN» del acusado.

Por último, insistió en la atenuante de la confesión, «Si no fuera por la confesión de José Enrique —una vez que fue detenido en diciembre de 2017— no estaríamos aquí» porque los investigadores «no tenían ni idea» de dónde localizar el cadáver de la joven madrileña. «Yo he hech mi trabajo. Defendí a José Enrique como me gustarí que me defendiesen. Impartan justicia como les gustaría que se les impartiera a ustedes» , remató.

«Perdón. Nada más»

Tras su abogada, el Chicle tomó la palabra para limitarse a «pedir nuevamente perdón» por lo sucedido, «nada más». Acto seguido, las partes acordaron el objeto del veredicto y se le facilitó a los cinco hombres y cuatro mujeres que compondrán el tribunal popular, que ya delibera sobre la suerte del Chicle. De fondo resuenan todavía las invectivas de su defensa.

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