Juicio Diana Quer

El Chicle tuvo que apretar la brida «más de cinco minutos» para asfixiar a Diana

Los forenses no dudan de que esta es el arma del crimen, y evidencian la «fuerza» extrema que debió ejercer

Discrepan, sin embargo, a la hora de probar una agresión sexual, llave para la petición de prisión permanente revisable

El veredicto sobre el juicio por el «caso Diana Quer» en directo

María Fernanda Álvarez, abogada del Chicle, gesticula durante la sesión de este jueves ABC

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Lo que debía ser la declaración ante un tribunal de los equipos forenses que analizaron el cuerpo de Diana Quer después de su hallazgo se convirtió ayer en una suerte de careo entre dos pesos pesados de la medicina legal. De un lado, Fernando Serrulla y sus acompañantes , redactores del primer informe de la autopsia de la joven y los únicos que llegaron a tener el cuerpo sobre la mesa de trabajo. Del otro, José Blanco Pampín y su equipo, que se encargaron de la revisión de la autopsia solicitada por la Audiencia provincial a petición de la familia y que realizaron su trabajo sobre un reportaje fotográfico. En total, fueron ocho expertos los citados este jueves en Santiago para aclarar, en primer término, cómo murió Diana. Sin duda, todos coinciden en que la rotura del hueso hioides (ubicado cerca de la nuez) señala, de manera rotunda, que la joven fue estrangulada. Tampoco existen dudas acerca de que la brida negra que apareció enredada en su pelo fue el arma del crimen, tal y como apoyan las dos acusaciones. Sobre esta realidad médica, Serrulla determinó que la víctima fue estrangulada usando una brida , y no con las manos, al tiempo que apuntó que en la corredera de esta herramienta «quedaron atrapados pelos» de la madrileña.

Acerca de cómo se produjo la asfixia, el forense informó al tribunal encargado de juzgar a Abuín de que se ejerció una fuerte presión «de adelante hacia atrás» . También les dijo, para que tengan presente en su veredicto, que para provocar la muerte es necesario mantener esta fuerza continuada «durante al menos cinco minutos». Esta afirmación anula por completo la versión del Chicle, que habló de una asfixia accidental de frente y la englobó en un período de tiempo mucho más limitado del que la ciencia forense precisa.

Hasta este punto, ninguna de las dos autopsias dejan dudas a propósito de que la muerte no responde a un homicio imprudente sino a una acción consciente y continuada en el tiempo. Zanjada esta primera cuestión, los dos equipos fueron consultados a propósito del quid de este juicio: si Abuín violó a Diana en la nave de Asados antes de matarla . Y llegados a este punto, las declaraciones dieron paso al debate y la tensión se apoderó de la sala, por momentos transformada en una clase magistral de medicina.

Posible agresión

Todo se complicó cuando el doctor Pampín aseguró -pese a no haberlo recogido en su informe, porque no se le preguntó de forma expresa- que en los genitales de Diana había un edema compatible con una agresión sexual . «Este fenómeno puede tener su explicación en un acto sexual con maniobras intempestivas, repetidas con cierta violencia», anotó el experto ante la incredulidad del juez, que le afeó que no hubiese incluido el dato en sus conclusiones.

Para Blanco Pampín, este edema es una reacción vascular en vida que «no tiene nada que ver con el proceso» de saponificación que sufrió el cuerpo. Es más, el forense asume que esta descomposición fue la que detuvo el edema «en el tiempo». Sin embargo, su apreciación no coincide con la del primer equipo que analizó el cadáver de la víctima y que se declara incapaz de determinar si hubo agresión sexual o no. Interrogados sobre este dato crucial, Serrulla y los suyos reconocieron que hubiera sido «un milagro» encontrar ADN o semen en el cuerpo y mantuvieron que el edema del que habla Pampín no tiene base. «Todo el cuerpo era un edema» , asumieron para replicar la apreciación de Pampín y defender que la lesión que él atribuye a una violación apareció postmortem y nada tiene que ver con una penetración de tipo de violento. La discusión sobre si el edema es probatorio o no, se prolongó durante más de una hora ante el cansancio de los jurados.

Pero los tira y afloja no quedaron aquí. En medio de un auténtico despliegue de terminología técnica que por momentos despistó al tribunal -los jurados formularon no pocas preguntas para aclarar lo escuchado- salió a relucir un teorema que dio para mucho. Se trata del test de Bayes, un método matemático que permite proyectar probabilidades sobre un hecho concreto. El equipo de Pampín lo utilizó en el caso de Diana Quer para demostrar, con un 99,9 por ciento de fiabilidad , que en el crimen medió una violación . Pero sus conclusiones no acabaron de convencer al juez, que torció el gesto al conocer que esta es la primera vez en toda la historia judicial de España que el teorema de Bayes se utiliza para intentar probar una agresión.

A vueltas con Bayes

Los defensores de este test explicaron que este método estadístico siempre parte de que el acusado es inocente y va otorgándole probabilidades al delito a medida que se van contemplando cuestiones contextuales como si la víctima estaba desnuda, si el cuerpo fue escondido o si medió un estrangulamiento. En el caso del Chicle, el autor del informe no tiene dudas de que raptó a Diana para violarla , aunque uno de los forenses presentes en la sala corrigió su apreciación. «A mí no me cabe ninguna duda de la finalidad sexual en este caso, pero una cuestión es ese móvil y otra si llegó a hacerlo, es decir, si lo hizo quince veces o si acaso no consiguió la excitación necesaria». Y el estudio estadístico, echó por tierra, «tampoco demuestra qué pasó allí exactamente».

El desacuerdo entre los equipos forenses enfrentados también afectó a su relación con las partes, especialmente con la defensora del Chicle, enrocada en su tesis de que la brida se enredó con el pelo de Diana de manera fortuita. A ella le llegó a pedir Pampín que le dejase terminar su argumentación , ante la insistencia y las interrupciones. También se tensó con Serrulla, cuando éste reconoció que habían asfixiado a un cordero con el mismo tipo de brida para comprobar los daños causados. La letrada, escandalizada, le preguntó si estaban comparando a una persona con un animal. Y el forense resolvió «no nos está permitido hacerlo con humanos».

La sesión de ayer también sirvió para anclar otras afirmaciones escuchadas estos días en sala. Una de las más reseñables, que el Chicle tuvo que volver a la nave unos veinte días después del crimen a lastrar el cuerpo. La otra, que los adobes que eligió le permitieron ocultar el cuerpo a diez metros de profundidad ante una posible inspección de la nave. «Eran unos bloques tremendos. Habrían lastrado tres cuerpos» , señalaron los técnicos.

Últimos testigos

Después de casi dos semanas de varapalos que solo han contribuido a desmontar su versión de los hechos, Abuín presenciará mañana la declaración de los agentes que le pisaron los talones durante cerca de quinientos días. A todos ellos les volverá a ver las caras a sabiendas de que su estrategia, después del desfile de más de cuarenta testigos por la sala, hace aguas.

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