JUICIO DIANA QUER

El Chicle, a un paso de la permanente

Los testimonios de la exmujer, los feriantes y los agentes acorralan al autor confeso de la muerte de la joven

El visionado de las imágenes del rescate del cuerpo del pozo impactó a los nueve integrantes del jurado

Veredicto juicio del «caso Diana Quer» en directo

José Enrique Abuín, en una de las sesiones del juicio por el asesinato de Diana Quer esta semana MIGUEL MUÑIZ

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Cuatro sesiones de juicio, alrededor de doce horas de declaraciones y alegatos, parecen a estas alturas más que suficientes para condenar a la pena máxima al autor confeso de la muerte de Diana Quer . El brillante discurso de su defensa, que la primera jornada de sesiones pidió a los jurados que se «desintoxicasen» de lo visto y oído hasta el momento, quedó sepultado con el paso de los días por la montaña de pruebas y testimonios que contradicen la versión con la que José Enrique Abuín trata de dar esquinazo a la prisión permanente. Frente a su relato, que habla de una asfixia «accidental» en un callejón de A Pobra, el Chicle tuvo que asumir sesión tras sesión un bombardeo constante de réplicas por parte de los más de treinta testigos que prestaron declaración ante el tribunal ciudadano del que pende su horizonte vital. La gravedad de alguna de estas intervenciones obligó a los jurados a girar la cara de los monitores, al juez a taparse la boca con las manos, a la defensa a beber agua y tomar aire y al propio Abuín a cerrar los ojos durante minutos. Pero ni estos gestos pudieron evitar que la crudeza de las palabras de quienes, de un modo u otro participaron en la investigación del caso, se grabasen en la mente de todos los presentes en la sala. Éstas son las píldoras de realidad que dinamitaron el relato de Abuín en la primera semana de ajuste de cuentas con la justicia.

No salió a robar gasoil, según los feriantes

En su declaración, el Chicle sostuvo que la noche en que Diana murió él no salió de casa con la intención de abordar a ninguna mujer para consumar sus instintos sexuales, sino a robar combustible de los camiones de los feriantes . Dijo que iba cargado con dos garrafas de 25 litros cuando en su camino se cruzó una chica a la que confundió con una gitana y sobre la que se abalanzó por miedo a que lo delatase. Un temor a ser descubierto cometiendo un delito menor que neutralizó, atendiendo a sus palabras, echándole la mano al cuello a Diana. «Mi intención no era matarla» repitió ante el tribunal para aclarar que tiene tanta fuerza en los dedos que podría levantar su peso con solo dos de ellos. Más allá de la bravuconería, nada de lo dicho concuerda con las declaraciones posteriores. Uno a uno, hasta nueve feriantes reconocieron que no les había faltado gasoil de los camiones aquella madrugada y que si no habían oído ningún forcejeo habría sido porque a la hora de la muerte no estaban en sus caravanas , sino trabajando. Punto para las acusaciones.

Pidió coartadas falsas a su exmujer y a sus cuñados

La investigación en torno al Chicle se dilató año y medio en el tiempo por problemas con el posicionamiento de su teléfono móvil, pero también porque los cuñados con los que vivía y su propia mujer le dieron coartada. Sus palabras fueron un muro de contención que funcionó durante meses ante unos agentes que, con la mosca detrás de la oreja, tenían poco a lo que agarrarse. «Nos lo pidió con las lágrimas en los ojos, cómo no lo iba a creer» declaró una de las hermanas de su expareja revelando la conversación en la que Abuín les dijo que tenían que cubrirlo porque él no era el culpable , pero tenía antecedentes. La misma excusa le funcionó con su ex, que durante más de un año le preguntó reiteradamente si había tenido algo que ver. Rosario Rodríguez estalló cuando vio la foto de su hija y su casa en la televisión, aunque a esas alturas los agentes tenían más que claro el papel de Abuín en la desaparición.

Mintió repetidamente sobre el lugar del crimen

La defensa del acusado se afana en demostrarle a los jurados que su cliente colaboró y llevó a los agentes hasta la tumba de Diana, pero nada más lejos de la realidad. Como reconoció uno de los guardia civiles al mando de las pesquisas, Abuín los mareó aportando hasta tres versiones distintas de lo sucedido y señalando dos escenarios falsos. Tampoco se puede decir que su participación hubiese sido determinante a la hora de descubrir el paradero de Diana, porque las inmediaciones de la nave de Asados llevaban meses centrando la labor del equipo cinológico que participó en los rastreos desde primera hora. Como ejemplo, una afirmación del agente encargado: «El mes que apareció el cuerpo estábamos a 60 metros de la fábrica de Asados. Sin lugar a dudas, hubiéramos acabado inspeccionándola».

Había visitado el pozo antes de arrojar el cuerpo

Al declarar ante el tribunal, Abuín dejó caer que el traslado del cadáver de Diana hasta la nave de Asados había sido improvisado, nada que ver con un plan ideado, y solo fruto de la tensión de lo sucedido. Es más, indicó que su primera pretensión fue lanzarlo a la ría . Sin embargo, la confesión de su amigos de correrías le quitó la careta. Con su fiel compañero, un hombre con el que solía ir a los institutos a ver chicas jóvenes , Abuín se trasladó hasta en dos ocasiones a la ya famosa mueblería de Asados. Y en uno de los viajes, unos meses antes de la desaparición de Diana, le llegó a preguntar «¿Quieres ver un pozo?» . Su amigo respondió afirmativamente y juntos comprobaron el peso de la tapa del agujero de menos de dos metros de diámetro por el que acabó lanzando a Diana y también «que era fondo y tenía agua».

Indicios a favor de la violación: la postura «anómala»

La clave de la defensa radica en demostrar que no medió agresión sexual. Ningún análisis forense ha podido probarlo, pero la posición en la que Diana Quer fue rescatada del pozo sembró importantes dudas en el jurado. Todos los que vieron el cuerpo, incluidos los buzos que lo recuperaron , reseñaron lo «anómalo» de esta postura . «Con las piernas extrañamente abiertas y muy rígida». La potencia de estas declaraciones, apoyadas en el visionado de unas imágenes en las que se ve cómo estaba flotando el cuerpo en el interior del aljibe, fue confirmada por una reveladora declaración. «Solo he visto un cadáver así en el agua y había sufrido un shock previo tremendo. Diana tuvo que vivir una situación de mucho pánico antes de morir», apuntó uno de los GEAS.

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