Manuel «Pachi» Vázquez, durante la entrevista con ABC
Manuel «Pachi» Vázquez, durante la entrevista con ABC - MIGUEL MUÑIZ
ENTREVISTA A MANUEL «PACHI» VÁZQUEZ

«Hay que ayudar a Leiceaga pese a todo, pero que él también se ayude a sí mismo»

No está en primera línea política, pero sus opiniones son tenidas en cuenta por su claridad y contundencia. Señala a Ferraz y la falta de identidad de su partido como grandes males

Santiago Actualizado: Guardar
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Desde la autoridad que imprime haber sido candidato a la Xunta y líder del socialismo gallego, Manuel Vázquez analiza para ABC la situación que atraviesa su partido. Forma parte de los descontentos con cómo se están haciendo las cosas, aunque asevera que, pese a todo, trabajará para «derrotar a la derecha» con Leiceaga de candidato.

—¿Por qué le molesta tanto lo que ve en su partido?

—Me gustaría ver un gobierno progresista en Galicia y ganarle a la derecha. Por eso me duele ver la situación en que se encuentra el PSdeG, que sigo pensando que tiene que ser una pieza maestra de la alternativa al PP. Ver a un partido inhabilitado por Madrid, y que desde hace siete meses no existen los órganos gallegos, pues me duele.

—«Marionetas de Ferraz». Es una expresión suya.

—Quizás la expresión es un poco fuerte. Pero Galicia es una comunidad histórica. Y nosotros somos un partido federal. Galicia es la quinta federación de España. Y hubo muchos militantes que llevan luchando mucho para que el socialismo gallego tenga autonomía. Me parece completamente injusto que cuando dimite Besteiro se inhabilite a todo el socialismo gallego. Los 300 miembros del comité nacional del partido no cometieron ningún delito, tampoco la comisión de listas o la de garantías. ¿Por qué se suprimen estos órganos? Porque una parte del socialismo gallego ha renunciado a la autonomía y se ha escondido bajo las faldas de Ferraz. A Ferraz hay que ir, pero en posición de igualdad, como partido federal que somos.

—¿Qué papel cree que está cumpliendo la gestora?

—Es una fachada para que siga mandando Besteiro.

—¿Cómo puede ser que un partido llamado a ser alternativa esté sumido en una guerra civil a un mes de las elecciones?

—Un candidato de cualquier partido, antes de salir a la calle a pedir el apoyo ciudadano, debe cumplir tres requisitos por el libro: buscar la unidad del partido, otra cosa es encontrarla; respetar a los militantes; y transmitir a la sociedad que el socialismo gallego tiene unidad, proyecto, autonomía e ideario. Esos tres conceptos han saltado en este proceso. Se ha forzado la división, no se ha respetado a los militantes, y hemos dado un espectáculo que no me gusta nada, con Ferraz cambiando las listas de las autonómicas por primera vez en la historia de la política gallega. A pesar de todo eso, hay que ayudar al candidato a que gane. Pero el candidato tiene que ayudarse a sí mismo.

—¿Se imagina que su predecesor como secretario xeral le hubiese hecho a usted lo que le está haciendo ahora a Leiceaga?

—La voz crítica es una voz que antepone que va a trabajar a tope en estas autonómicas. Y yo lo voy a hacer. Pero lo que quiero es que se entienda que, con esa misma fuerza que voy a usar para derrotar a la derecha, quiero que se respete a los militantes y el PSdeG tenga autonomía e identidad, y se recupere la unidad del partido. Pero si yo no digo esta verdad, la gente no entenderá qué está pasando.

—Usted que fue candidato a la Xunta, también tendría margen para cambiar las listas...

—Los márgenes son muy relativos. Cuando hubo un partido solvente, como pasó en Galicia con todos los secretarios generales, al final las listas pasan el gran filtro del comité nacional gallego. Yo lo pasé con una amplia mayoría. Y ya no eran mis listas, sino las de todo el socialismo gallego. No eran las de Ferraz, sino la de los 300 miembros del comité, máximo órgano entre congresos. Somos un partido de autocontroles. Y tenemos que volver ahí. Y quiero pedirle al candidato que hay que respetar la autonomía del socialismo gallego.

—¿Por qué cree que se cambiaron las listas de Pontevedra y Orense?

—Por un tema orgánico puro, un ajuste de cuentas. No es normal que no se cambien las de Lugo y La Coruña, provincias donde gana las primarias el candidato, y se cambien las otras dos porque creen que no son listas oficialistas. Y no es así, porque en Orense se respetó a la militancia, colocando a los candidatos en función de los votos que recibieron en las agrupaciones de manera escrupulosa. Era muy fácil. Pero tampoco era la primera vez, ya se cambiaron en las generales.

—¿Ve capaz a Ferraz de disolver agrupaciones locales o provinciales por ser críticas?

—Este Ferraz le hace el mayor daño democrático de la historia del partido socialista en Galicia, anulando de manera que no creo ni legal sus órganos de decisión. A mí me da mucha pena que dimite el secretario general, y desde hace siete meses, no se reúne el comité nacional. Y son los mismos que a mí me pedían un comité cada quince días.

—Pero había uno prometido para finales de julio.

—¿Y por qué no lo hubo? Tendrá que explicarlo quien no lo convocó. A mí me gustaría que, cuando se presente el programa electoral, se lleve ante el comité nacional y se apruebe. ¿O lo va a aprobar Ferraz? Las listas de Orense y Pontevedra no son las listas de los socialistas gallegos, son las de Ferraz. Que no nos pidan comulgar con ruedas de molino. Esto no se hace así.

—¿No le tientan unas memorias para ajustar cuentas con algunos de dentro de su partido?

—Memorias, cada uno tenemos las nuestras. Uno cuando comete aciertos y errores debe aprender a vivir con ellos. La doctrina Portomeñe que aplicaba alguno, esa de que cuando un político tiene un problema lo primero que debe hacer es buscar un culpable, nunca fue de mi gusto. No tengo sensación de rencor, pero sí perplejidad. Hay cosas que me sorprenden. El otro día vi al comité electoral del PSdeG. Una inmensa mayoría de los allí sentados brindaron con champán cuando perdimos las elecciones en 2012. Y ahora andan pidiendo unidad. ¡Qué vueltas da la vida!

—¿Me haría una quiniela para el 25-S?

—Yo quisiera que perdiera la derecha en este país, en el que el PSdeG fuese el eje principal del nuevo gobierno, y pudiésemos imponer nuestro modelo a las Mareas. Pero jugar a pitoniso... Ya se me rompieron muchas bolas de cristal.

—¿Teme a las Mareas?

—No. Conozco a mucha gente de dentro. Hicieron una cosa bien, canalizando el descontento. Pero mire una cosa. En 2012, cuando todo era culpa de Zapatero, yo le gané a Beiras. Es más, saqué más votos que AGE y BNG juntos. Ahora, sin embargo, parece que todo está muy igualado. Y no es un tema menor.

—Una última pregunta obligada. ¿Alguna obra relevante en su casa de San Amaro? Le tengo perdida la pista últimamente...

—Pues si se la tiene perdida usted es buena cosa (risas). Aquello fue un tema flamígero. Desde entonces no hubo un problema. Son las cornadas colaterales de la política. Pero sin ningún resentimiento.

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