Abel Caballero asume que no podrá aspirar a controlar el PSdeG tras su derrota

Una « victoria incontestable» con el «aval democrático de unas primarias con un nivel de participación elevadísimo».De este modo asumía ayer el alcalde de Vigo, Abel Caballero, la contundente victoria de Pedro Sánchez —tanto en la ciudad olívica como en el resto de urbes gallegas— ante la andaluza Susana Díaz, candidata que el regidor apoyó públicamente y en numerosas ocasiones a lo largo de las últimas semanas. Los pobres resultados cosechados por Díaz, que no logró superar el 50 por ciento de los votos ni en Vigo ni en ninguna otra ciudad, ponen en cuestión el peso del regidor dentro del PSdeG, hasta el punto de que fuentes consultadas por ABC indican que el alcalde habría descartado ya la posibilidad de dar la batalla y presentar un candidato afín para hacerse con el liderazgo del partido en la Comunidad en el congreso que la federación gallega celebrará en otoño.

«Sánchez ha conseguido un aval muy sólido en Galicia que parece que se va a traducir en un congreso más tranquilo de lo que se preveía. Caballero sabe que si presenta un candidato próximo a él se van a repetir los resultados de este fin de semana», señalan las mismas fuentes, que creen que la actitud del regidor vigués admitiendo su derrota es una señal de que es posible «pacificar» el partido en la Comunidad tras los resultados de las primarias. «Dependerá de la habilidad de Pedro Sánchez para integrar en los próximos meses a miembros de todas las sensibilidades de la formación», explican.

Lo cierto es que tanto Abel Caballero como la presidenta de la Diputación de Pontevedra, Carmela Silva, optaron ayer por modular el tono empleado durante las últimas semanas contra el madrileño. «Le corresponde a él tomar el timón y comenzar a tomar decisiones para recuperar la credibilidad de la ciudadanía», apuntó el alcalde de Vigo, que hace tan solo unos días le afeaba al próximo secretario general del PSOE haber conducido a la formación a una constante pérdida de votantes en las últimas elecciones. Silva, por su parte, aseguró aceptar «el resultado de las urnas», que en este caso «hablaron con claridad»; mientras que hace un mes llegó a calificar de «error gravísimo» para el PSdeG la actuación de Sánchez y de la presidenta de la gestora gallega, Pilar Cancela.

En línea con lo expresado por Caballero y Díaz, buena parte de los representantes del socialismo en la Comunidad como el portavoz parlamentario Xoaquín Fernández Leiceaga, la líder del PSOE ferrolano y afín a Susana Díaz, Beatriz Sestayo, o la alcaldesa de Lugo, Lara Méndez, quisieron ayer cerrar filas en torno al futuro líder de la formación e hicieron un llamamiento a construir una alternativa sólida al Partido Popular. La única voz discordante fue la del exsecretario general de los socialistas gallegos «Pachi» Vázquez, que en declaraciones a la Radio Galega manifestó no entender el apoyo mayoritario a Sánchez por parte de la militancia del PSdeG. «Es una paradoja que se apoye a quien hizo desaparecer el socialismo en Galicia, a quien anuló la ejecutiva de esta federación, el comité nacional, la comisión de garantías, el responsable de que desde hace un año y varios meses nunca se reuniese el socialismo gallego», zanjó el que fuera líder del PSdeG.

Futuro secretario general

Después de los resultados cosechados por el «sanchismo» en Galicia y la derrota del sector afín a Abel Caballero, todo parece indicar que el próximo secretario general del PSdeG será una persona de la confianza de Pedro Sánchez. Entre los nombres que se barajan figuran Xoaquín Fernández Leiceaga —que prefirió mantenerse al margen durante todo el proceso de primarias—, el economista y sobrino del alcalde vigués Gonzalo Caballero, que arropó al madrileño durante todos sus actos en Galicia o la presidenta de la gestora del PSdeG, Pilar Cancela, que con la victoria de Sánchez se garantiza su continuidad en el cargo hasta la celebración del congreso gallego.

Miembros de la formación aseguran en conversación con ABC que todos ellos tienen por delante varios meses para intentar forjar un liderazgo sólido, una tarea especialmente difícil en una federación que, aseguran, se mantiene en una situación aún «muy debilitada» tras meses de agrias disputas internas.