Imagen de los efectos de la sequía en la provincia de Alicante
Imagen de los efectos de la sequía en la provincia de Alicante - JUAN CARLOS SOLER
EL PROBLEMA DEL AGUA

La previsión de lluvias del invierno augura un año negro para la agricultura valenciana

La desertización es un riesgo para el 45% de la superficie en áreas de la Comunidad Valenciana

VALENCIA Actualizado: Guardar
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Las predicciones de lluvias escasas para el invierno auguran un año negro para la Comunidad Valenciana -en especial, para Alicante- en la disponibilidad de recursos hídricos para la agricultura y el turismo, dos motores fundamentales de la economía en esta región mediterránea.

«Los modelos estacionales de invierno también en el centro y norte peninsular hacen prever que las cantidades de precipitaciones que van a caer no van a poder mitigar un otoño seco», resumió Jorge Olcina, catedrático de Análisis Geográfico y responsable del Instituto de Climatología de la Universidad de Alicante. La falta de lluvias no solo en el sur, sino también en esas otras zonas, repercute igualmente en la Comunidad Valenciana porque impide la recarga de los pantanos de Entrepeñas y Buendía, en la cabecera del Tajo, de forma que a partir de enero no se podrán autorizar más trasvases

, ya que se aplicará una nueva reserva mínima de 334 hectómetros cúbicos.

La fecha clave ha sido el 3 de noviembre, cuando se registraron las últimas precipitaciones. Hasta ese momento, el arranque del año hidrológico -desde octubre- no iba tan mal, con algunos temporales incluso. «Toda la Vega Baja estaba vestida, se había plantado cada ladera y se regó todo», recuerda el presidente de Jóvenes Agricultores-Asaja Alicante, Eladio Aniorte, quien ahora, en cambio, ve que «este invierno parece otoño, hasta con gente bañándose en la playa».

Hace tiempo que la Comisión Nacional del Clima alertó sobre los impactos negativos del cambio climático, con el foco puesto en estas zonas con mayores problemas de falta de agua sufrirán las peores consecuencias. De hecho, mientras en el conjunto de España el riesgo de desertificación alto o muy alto afecta a un 18% del territorio, en las provincias de Alicante, Murcia y Almería la erosión incide ya en el 45% del terreno. Desde el Gobierno central se puso en marcha en la década pasada el Programa de Acción Nacional de Lucha contra la Desertificación (PAND).

Reforestar, casi imposible

Entre las medidas contempladas en este plan está la reforestación y «recuperar el abancalamiento en las laderas», explica Olcina, quien no obstante alerta de que en periodos de sequía prolongada ni siquiera así se consigue frenar el proceso.

«Al no llover, por mucho que se hagan replantaciones, árboles tan fuertes como el pino tampoco resisten, solo el matorral, como el esparto o la coscoja», añade el catedrático alicantino, con el recuerdo de los años 2013 y 2014, cuando se han batido récords de bajas precipitaciones desde que se recogen estadísticas.

La naturaleza geológica en el sureste peninsular, además, hace que los terrenos «blandos» sean arrastrados con más facilidad cuando se producen las esporádicas lluvias torrenciales.

Después de esta «secuencia seca» de los dos años anteriores, los problemas acuciantes se localizan en los «regadíos» y en el caso de los cítricos, subraya Olcina, tras señalar que los embalses de la Comunidad Valenciana habían permitido salvar los cultivos hasta ahora, pero en la actualidad los niveles han bajado en la recta final del año. Y como en la cabecera del Tajo también sufren estas mermas, más inusuales en su caso, se ha cerrado prácticamente la puerta a más trasvases. El último lo autorizó el Gobierno central este miércoles, aunque con solo seis hectómetros cúbicos que, por la prioridad al abastecimiento humano, no llegarán tampoco al campo alicantino.

Consecuencia o no del cambio climático («los mayores de la huerta dicen que el frío nunca se queda sin venir, más tarde o temprano», recuerda Aniorte) un dato elocuente es que en la actualidad se realizan extracciones a 500 metros de profundidad en los acuíferos de Villena, los mismos en los que el representante alicantino de Asaja vio antaño brotar el agua prácticamente en superficie o a pocos metros.

En este municipio precisamente deben llegar los caudales de otros trasvases, del Júcar al Vinalopó, en este caso pendientes de la aplicación de un protocolo entre el ministerio y los regantes, que establece el envío de 50 hectómetros cúbicos, todavía por dilucidar si desde una toma (Azud de la Marquesa) o dos, con Cortes Pallás.

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