«Recuerda, sólo eres un hombre»

A la vista de las votaciones habidas en el congreso del PS (en lo sucesivo Partido Sanchista ), celebrado el pasado fin de semana en los espaciosos pabellones de Feria de Valencia, todas ellas presididas –las votaciones, quiero decir— por la unanimidad, ningún militante, barón territorial, alto cargo, concejal, alcalde, ministro, asesor o jubilado allí presente… se postuló para ejercer el papel de aquel esclavo que en la Roma imperial acompañaba al emperador cada vez que éste se dejaba ver ante las entusiastas muchedumbres convocadas para vitorearle. El esclavo caminaba un paso detrás portando una corona de laurel que sostenía sobre la cabeza del caudillo susurrándole cada cierto tiempo al oído “recuerda que sólo eres un hombre”.

Grande ha sido, y nadie debería discutírselo, el mérito personal y político de Pedro Sánchez Pérez-Castejón , que de ser defenestrado por su propio partido volvió como su secretario general; derrotó al presidente del gobierno, que era Mariano Rajoy , al hacer que triunfase por primera vez en España una moción de censura; y su partido ganó las siguientes elecciones generales. Pese ser el candidato socialista menos votado, se las apañó para poder seguir en la presidencia aunque tuviese que dar entrada a Podemos, partido al que antes había repudiado como posible socio. Y todo eso, ojo, lo ha conseguido en menos de un quinquenio.

Lo que hasta ese momento habían sido triunfos, alguno como el de su investidura que fue logrado con fórceps de todos aquellos grupos de los que había abominado y negado iba a pactar, no tienen parangón con lo alcanzado en el 40 Congreso Federal del Partido Socialista, en el que la unanimidad a favor de sus propuestas no encontró réplica ni desamor. Fue un congreso que si no a la búlgara sí a la rumana de los duros tiempos de los Ceaucescu.

Un cónclave en el que el largo millar de representantes de la militancia socialista decidió hacer borrón y cuenta nueva con su inmediato pasado anterior; dejar a un lado las enconadas rencillas y sangrantes reyertas del 39 congreso, y perdonar a su amado líder todos sus embustes. Desde el chusco doctorado, del que ni el propio Sánchez recuerda el título de “su” tesis, pasando por todas las promesas hechas, dichas y reiteradas de que no pensaba pactar, para lograr su investidura como presidente, con Podemos –que ha acabado colonizando el Gobierno de España—, ni con los separatistas catalanes –que sí, de los que dijo que lo suyo había sido un caso de sedición, según afirmó categórico para después, amnésico del todo, indultarles— ni tampoco con los bilduetarras.

Ningún militante socialista pidió en el congreso explicaciones a su único candidato a la secretaria general sobre los cambios de parecer y decisiones que le llevaron a hacer lo contrario de lo prometido. En aplicación de la máxima de que el que calla otorga, bien puede decirse que los camaradas socialistas han apostado por el borrón y cuenta nueva, contribuyendo a hacer realidad lo que Arturo Pérez-Reverte le dijo a Pablo Motos sobre Pedro Sánchez, de que era inmune a las hemerotecas. Cualquier dirigente de una formación de centro derecha que hubiesen incumplido sus promesas como lo ha hecho Sánchez sería vapuleado, vituperado y hasta escracheado como hemos visto hacer cuando Rajoy estaba al frente del Gobierno de España.

Por si alguien de su anterior o de la actual ejecutiva pudiera tener la tentación de hacer el papel del esclavo romano, aquel que recordaba a su emperador su condición de mortal, Pedro Sánchez Pérez-Castejón se ha quitado de su lado a todos los que pudieran molestarle con ese tipo de admoniciones o monsergas y ha colocado a quienes le deben cargo y sueldo.