Arte urbano

El artista urbano español que encandila a Rosalía y colabora con Marvel con sus obras hiperrealistas

El muralista valenciano Adrián Mateo ha retratado a grandes personalidades como Morgan Freeman, Camarón de la Isla o Salvador Dalí

Shakira se rinde al arte de las Fallas: un artista valenciano firma los decorados del videoclip de «Te felicito»

El monje franciscano 'youtuber' que arrasa en Internet con sus recetas de cocina tradicional

Imagen del grafitero valenciano Adrián Mateo, conocido como Dridali ABC
David Maroto

David Maroto

Esta funcionalidad es sólo para registrados

No cogió un spray hasta los veintidós años. Muchos de sus amigos y otras personas que quedan boquiabiertos al observar sus murales hiperrealistas le preguntan si su idilio con el arte urbano nace de una visceral vocación surtida en la infancia, pero la realidad es que no. Adrián Mateo , o Dridali , es un chaval de barrio, de la Cruz Cubierta (Valencia), que tiene la suerte de trabajar «en el museo más grande del mundo», que no es otro que la propia calle, «aquel que permite su entrada a todos sin importar género, situación económica o religión».

Sus obras no son una simple reproducción de una fotografía, ni tampoco ansía plasmar a grandes personalidades para ganar followers en redes sociales. Lo que pretende este grafitero, orgulloso de esta «rebelde» profesión frente a cualquier cliché, es conseguir representar «la expresión perfecta» y convertir un espacio público en un lugar de reflexión .

Y lo ha conseguido a lo largo del mundo, pero sobre todo en su Valencia natal. En la capital del Turia se encuentran algunas de sus paredes más representativas, como por ejemplo el mural que le dedicó a la archiconocida cantante y compositora española Rosalía , quien compartió una fotografía de la obra en sus redes sociales. «Fue una sorpresa y una alegría que subiera la imagen y me etiquetara en su cuenta de Instagram -con más de veinte millones de seguidores-», relata Adrián a ABC .

Imagen del mural de Rosalía de Dridali en Valencia INSTAGRAM

Armado con un spray en mano, Dridali lucha cada día contra el anticuado estereotipo de que «un lienzo se pinta, pero una pared se ensucia». Durante estos años, ha recibido comentarios del estilo «mira el pobre chaval que no tiene trabajo», incluso sus más allegados le llegaron a decir al principio que « no perdiera el tiempo con esto ».

Al final, ese mismo ente abstracto e inescrutable, ha terminado por darle la razón. Hoy, compite en la Liga Nacional de Graffiti de España , donde se enfrentan los mejores artistas urbanos, aunque él prefiere definirla como un «encuentro entre amigos». En uno de ellos, celebrado en Andorra, fue seleccionado para plasmar en un mural uno de los personajes de la película Eternals, producida por el gigante audiovisual de superhéroes Marvel .

Una carrera en auge «sin olvidar las raíces»

«Cuando paso por delante de mis piezas las miro de reojo pero tampoco me paro demasiado porque me da vergüenza», relata Adrián a este periódico. Destaca, entre sus obras más determinantes, un retrato de Salvador Dalí en un edificio abandonado que fue derruido a los pocos años o la icónica imagen del actor estadounidense Morgan Freeman .

Esta última, cobra un sustancial valor en la vida del artista, pues según explica le « salvó de la más absoluta tristeza ». «No por el resultado, sino por el proceso. Durante su creación, totalmente abstraído del resto del mundo, me curé y me di cuenta de que cuando se cierra una puerta se abren más ventanas», asevera.

Nunca se obsesionó con la fama ni el dinero, es más, su previsión de futuro pasa «por quedarse como está ahora mismo». No olvida sus raíces, ni los valores que le inculcaron sus padres desde la humildad y el trabajo. Por eso, declinó pintar a grandes personalidades que le darían una mayor repercusión en redes sociales, para escoger única y exclusivamente los rostros de personas, conocidas o no, alineadas con su manera estoica de afrontar la vida.

«Al principio buscaba sorprender a la gente y la aprobación social, pero con el paso de los años me di cuenta de que no es tan importante como gustarte a ti mismo y estar en paz con tu forma de ser y trabajar sin rendir cuentas a nadie», insiste.

El Cigala le bendijo las manos

En el barrio valenciano del Cabañal, a orillas del Mar Mediterráneo, se encuentran algunos de los principales lienzos de Dridali ligados a la cultura gitana , de la que bebe parte de su obra por su fascinación por el flamenco . Allí, se pueden visitar vivos retratos de Camarón de la Isla y de Diego El Cigala .

Imagen de Adrián Mateo, grafitero valenciano ABC

Tras recibir la fotografía perfecta del artista por parte de su mánager, Adrián trazó con aerosoles su rostro mientras escuchaba su disco preferido, Lágrimas negras , de El Cigala y Bebo Valdés. Tras ver el resultado, le invitó a uno de sus conciertos en Barcelona, donde accedió a su camerino para conocerle entre nervios y satisfacción.

Dentro del backstage, el artista madrileño le agradeció su trabajo e incluso le bendijo las manos . «Me dijo que lo que yo hacía, al igual que él con la música, era un don concedido por Dios », cuenta entre admiración y responsabilidad a este diario. Igualmente, otros cantantes como El Chojín y Miguel Campello quedaron prendados con el talento del grafitero, que plasmó sus caras en el colegio público José Soto Micó de Valencia.

Educador, voluntario en África y tatuador

Antes de adentrarse en la «adictiva» vorágine del arte mural, Adrián se encontraba estudiando la carrera de Magisterio mientras trabajaba en una pastelería. Durante sus prácticas en tercer curso, decidió invitar al artista Duke para ofrecer un taller de pintura a sus alumnos de sexto de primaria.

Le animó a probar, a coger un spray y dibujar sus inquietudes en una pared. El primero fue «una especie de pollo horrible» que pintó con su primo en una fábrica abandonada, pero después se atrevió a darle rienda suelta a su hobby en lugares más visibles y menos escondidos. «Me quedé en el paro y todo lo que conseguía ganar lo destinaba a comprar pinturas», relata.

En medio de esta inmersión cultural y proceso de autodescubrimiento, decidió hacer algo que nunca le obsesionó en su adolescencia: viajar . Marchó de voluntario a Marruecos donde pintó y pintó hasta volver a su Valencia convertido en un creador de imágenes convencido de las posibles sinergias entre el arte urbano y la educación.

Adrián Mateo pintando uno de sus murales ABC

Cinco años después de emprender este viaje, no consigue contabilizar las paredes que portan su firma. «Al final es como una droga , no puedo parar de pintar», recalca este autor cuyas obras también se pueden encontrar en otros países como Francia, Senegal o Sri Lanka . Por si fuera poco, compagina lo efímero de los muros con la eternidad de las pieles, pues también trabaja de tatuador en uno de los mejores estudios de la capital del Turia.

Nelson Mandela, Martin Luther King, Teresa de Calcuta, Frida Kahlo, Wiz Khalifa, Mike Tyson o el Joker de Joaquin Phoenix son algunas de sus principales representaciones artísticas, entre las que también se cuelan homenajes a la vejez, a la superación de la pandemia o Remedios, una abuelita del municipio de Iniesta (Cuenca), «que dignifica a las personas mayores de los pueblos de España».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación