Pistas gastro para no perderse en Barcelona

La Ciudad Condal tendrá en 2019 algomás que una nueva calle de moda

Uno de los platos de Patato Gastro Food ABC

Ana Luisa Islas

La nueva Parlamento

Tras la apertura del mercado, lo poco auténtico que quedaba en Parlamento se ha ido difuminando. Sin embargo, la ciudad no cesa y siguen surgiendo nuevas alternativas en donde los barceloneses se refugian de los turistas y la gastronomía de congelados. La calle Zaragoza tiene un tiempo regenerándose, han surgido por aquí y por allá locales que visitar. Este 2019, tras la remodelación del asfalto, la calle pide una oportunidad y un respiro, después de haber pasado los últimos meses entre polvo y obras. Destaca, Patato Gastro Food, del chef David Durán, que pasó por el Celler de Can Roca . Sus tapas reinventadas y su menú de mediodía merecen el viaje al local, que está ubicado en la parte más baja de la calle, que ha sufrido más por la remodelación (cerraron durante las fiestas debido a las interminables obras). Toda la comida está cuidada con mimo, así como su lista de vinos. En todo lo alto, no hay que perderse Un’Altra Storia, una casa de comidas siciliana regentada por una madre cocinera y su hijo chef; el padre hace unos cafés de campeonato. El menú de mediodía es una excelente oportunidad para probar platos caseros del día a día de la cocina italiana y, el menú degustación, que ofrecen tanto tardes como noches, es un festival de algunos clásicos y algunos platos propios. A Dalt de Tot, de los chicos de Morro Fi, a la mitad de la calle, es una excelente opción para hacer el vermut, antes de comer o cenar. No se debe dejar de visitar el centro cívico Vil·la Urània, que fue inaugurado en 2018. En la cafetería del mismo hay un menú del mediodía a muy buen precio y servido con muy buen rollo. Se espera que las obras en la calle terminen durante este mes, la visita es obligada para conocer todo lo que ofrece.

¿Y después de las pajitas?

La guerra contra las pajitas de plástico sigue viento en popa, cada vez son más las ciudades, restaurantes y espacios (Disneyland) que se unen en contra del uso de ellas. Sin embargo, el movimiento zerowaste no deja de insistir en que luchar contra las pajitas no es lo único que hace falta para cuidar del planeta. De hecho, se considera que esta guerra, aunque imprescindible, es la más fácil de pelear. 2019 será un año en el que los barceloneses se comprometerán aún más y lucharán también en contra de los plásticos de un solo uso, como los vasos desechables y los envoltorios. Las estaciones de autobuses y ferrocarril, los aeropuertos, los aviones y los trenes están en la mira. La cantidad de desperdicios plásticos que salen de ahí es insultante. Las pajitas parecen un cuento de niños en comparación con la cantidad de envases y deshechos plásticos que se descartan cada día en el aeropuerto de Barcelona o cualquier vuelo que sale de él. Basta acompañar un fin de semana a limpiar la playa con los chicos de Pure Clean Earth, en la Barceloneta o Sitges, para darse cuenta de que nuestros mares (y todo lo que en ellos vive) están infestados de plásticos. Cuidar la naturaleza no es una tendencia, es una acción de vida o muerte.

No solo se vive de «kebabs»

Cada vez en Barcelona conocemos más acerca de la cocina japonesa o china, nos vanagloriamos de nuestros guacamoles caseros y del sabor de la quinua, pero ¿qué tanto sabemos acerca de la cocina siria o senegalesa? Esta ciudad alberga a muchísimas personas que vienen de distintas partes del mundo, muchas de las cuales no están representadas en el panorama gastronómico de la ciudad. Melting Pot (www.meltingpotbarcelona.com) es una incubadora de empresas gastronómicas que se dedica a promover precisamente esas cocinas que hasta ahora nos habían pasado desapercibidas (aunque no quiere decir que no estén presentes en la ciudad). Ellas (Laia Roig y Adela Ros, sus creadoras) se han dado a la tarea de buscar por nosotros los mejores proyectos en ciernes de cocinas poco o mal representadas, y en el camino, ayudar a quienes la producen a montar un negocio, a pesar de estar tan lejos de sus raíces. Ya han hecho sus pinitos en 2018. Este año, el proyecto no pasará desapercibido, gracias a su honestidad, su cariño por la humanidad (no importa de dónde venga) y su pertinencia.

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