Sergi Doria - SPECTATOR IN BARCINO

Primavera republicana (de 1937)

Aunque los experimentos del tripartito acabaron mal, Aragonès y Colau exhiben complicidades al celebrar unas histéricas «primaveras republicanas»

Ada Colau, durante una comparecencia reciente en el Ayuntamiento EP

SI el PSC quisiera romper con Ada Colau, más mala compañía que nunca , la alcaldesa se aferraría a la poltrona gracias a los once concejales de la Esquerra. Ernest Maragall , que renunció a una oposición más dura cuando los Comunes apoyaron en el Parlament los presupuestos del gobierno Esquerra-Junts, seguiría de muletilla de una Colau cada vez más erosionada por una prolija lista de contenciosos judiciales

Esquerra y los Comunes comparten muchas cosas, además de haber participado de los dos tripartitos que culminaron en el absurdo «derecho a decidir». El primero, del Pacto del Tinell que excluía al PP catalán: hace quince años, sin avisar a Pasqual Maragall , Carod Rovira se fue a Perpiñán a negociar con la cúpula de ETA para que no atentaran en Cataluña; en el segundo, ya con el Neoestatuto que nadie pedía y Montilla de Presidente, cada formación manejaba la consejería que le había tocado como un compartimento estanco. El resultado fue una Generalitat roturada en cortijos partitocráticos con episodios surrealistas: los comunistas protestando contra el gobierno en el que participaban.

Aunque aquellos experimentos acabaron mal, Aragonès y Colau exhiben complicidades al celebrar unas histéricas « primaveras republicanas ».

La diferencia entre la monarquía y la república que la debeló, no por referéndum sino unas municipales, es que en la monarquía el republicanismo tuvo voz, mientras que, en el régimen republicano, –Ley de Defensa de la República de 1931– cualquier gobernador civil podía multar, secuestrar o clausurar la prensa que juzgara derechista o monárquica .

Aragonès ha dado al 14 de abril carácter de conmemoración institucional de la proclamación de la república catalana por el excoronel Macià: «La mejor propuesta para hacer avanzar el país, un proyecto para toda Cataluña, para toda su gente», enfatizó. ¿A que gente se refiere? ¿A la «bona gent» de Carod de la que se infería una «mala gent» no independentista?

Mientras el presidente proclama el «republicanos todos», Colau sigue empeñada en que los barceloneses paguemos la juerga frigia . Lo denunciaba la concejal Marilén Barceló; en el último bienio, ha dedicado 375.000 euros a las primaveras republicanas: 289.202 en 2021 (en plena pandemia) y 85.000 este 2022. La alcaldesa que esquiva al Rey y ningunea la Constitución, lamentaba la edil de Valents, «se gasta un dineral en celebrar la Primavera Republicana».

A Colau y Aragonès les une también el olvido –por ignorancia o voluntad manipuladora de la memoria histórica – de lo acontecido la primera semana de mayo de 1937: los padres ideológicos de la alcaldesa (comunistas) y la Esquerra del presidente aplastaron a la CNT y al POUM de Andreu Nin, secuestrado y asesinado por orden de Moscú.

Como les emocionan tanto las primaveras republicanas recordemos aquí el 85 aniversario de los Hechos de Mayo . Aquel 1937 CNT y UGT iban a desfilar unidos en la Fiesta del Trabajo: al final, la manifestación se tuvo que desconvocar por temor a un enfrentamiento entre anarcosindicalistas y poumistas y un social-comunismo sometido a Stalin.

Orwell lo apunta en su ‘ Homenaje a Cataluña’ (Debate) : «Era una situación muy extraña. Barcelona, la tan cacareada capital revolucionaria, fue probablemente la única ciudad de la Europa no fascista que no celebró ese día». El escritor reconoce que la suspensión le hizo sentir aliviado: «Desfilar por las calles detrás de banderas rojas repletas de elevadas consignas y que un desconocido me liquide desde una ventana con un fusil ametrallador, no es mi idea de una muerte útil».

Cuarenta y ocho horas después estallaba la guerra entre unas izquierdas que en teoría debían combatir conjuntamente al enemigo franquista: la CNT tomaba el edificio de la Telefónica y los estalinistas del PSUC instalaban nidos de ametralladoras en el hotel Colón de plaza Cataluña.

Lo que siguió es conocido: Esquerra y los comunistas comienzan la caza de cenetistas y poumistas como Orwell, que se refugia en la azotea del Poliorama. Su relato de aquellos días ilustra cómo la ‘primaveral’ república del 31 comenzó a perder la guerra y la bandera tricolor acabó relegada por la roja con la hoz y el martillo.

Las barricadas y ráfagas de ametralladoras obligaron al confinamiento de los barceloneses. Para acabar tan desastrosa batalla, la CNT pide seguir en la Telefónica y desarmar a los guardias de asalto: «Si la Generalidad hubiera prometido hacer ambas cosas y también poner fin a los estraperlistas que traficaban con los alimentos, no me cabe duda que en dos horas habrían desparecido las barricadas”» opina Orwell. Pero Companys y los comunistas estaban ganando tiempo. Desde Valencia llegaron cuatro mil soldados. El 6 de mayo se arrió la bandera anarquista; el POUM fue acusado de ‘trotskista y ‘fascista’. Neolengua estalinista: la ‘desnazificación’ de Putin.

Bien pertrechado por la URSS, el Ejército Popular tomaba el poder absoluto. Hambre, censura, delaciones y una perfeccionada red de checas. Primavera republicana de 1937. Hace 85 años.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación