Colau quiere prohibir el puente aéreo con Madrid por la contaminación

El Ayuntamiento de Barcelona presionará al puerto y al aeropuerto para que eliminen las rutas con una alternativa ferroviaria

Imagen del aeropuerto de El Prat en Barcelona EFE

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Con todavía decenas de dudas por resolver sobre la reciente puesta en marcha de la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) de Barcelona y centenares de conductores afectados que esperan modificaciones para que la medida no les castigue sin poder circular, la Ciudad Condal se plantea dar un paso más en la lucha contra la contaminación . El Gobierno liderado por Ada Colau ha puesto ahora sobre la mesa la posibilidad de que el puente aéreo entre Barcelona y Madrid pueda desaparecer, alegando que la alta velocidad ferroviaria es igual de competitiva y mucho más limpia, pero sin calibrar el daño empresarial que una decisión así generaría.

«El puente aéreo tiene una alternativa ferroviaria que no emite emisiones de CO2», remarcó el concejal de Barcelona de Emergencia Climática y Transición Ecológica, Eloi Badia, durante una entrevista en la cadena pública Betevé. El hecho de que el AVE se refuerce en breve con el servicio «low-cost» de AVLO y la próxima entrada de otros compañías para dar servicio a este corredor da más argumentos al equipo de Colau para acabar con la conexión aérea Barcelona-Madrid. Este cambio de hábitos forzado que los comunes quieren implantar afectaría a más trayectos.

De hecho, los planes municipales pasan por estructurar un plan de reducción de emisiones del aeropuerto Barcelona- El Prat Josep Tarradellas y también del puerto de Barcelona según el cual quedarían suprimidos las rutas con una clara alternativa ferroviaria. La propuesta, sin embargo, no tiene recorrido alguno por el momento, ya que el Consistorio no tiene competencias en este campo. El Ejecutivo de Colau confía en introducir esta posibilidad en una mesa conjunta con la Generalitat y el Estado, a quienes Badia pidió «complicidad». «Todos tenemos que contribuir a la reducción de emisiones» , apuntó el concejal Badia.

Una tendencia al alza

La medida no es pionera. El reciente anuncio del fin de los vuelos de carga de Qatar Airways entre Maastricht (Países Bajos) y Lieja (Bélgica), dos ciudades que se están separadas por solo 38 kilómetros de distancia y que por avión se conectaban en nueve minutos, no ha hecho más que dar argumentos a los comunes, que hace tiempo ya habían verbalizado sus ganas de reducir el número de vuelos. A día de hoy, las restricciones de vuelos se están planteando en otros países. Ecologistas han reclamado recientemente en campañas de presión que las rutas Ámsterdam-Bruselas o París-Marsella, por ejemplo, se hagan por tren e incluso está surgiendo un movimiento que fomenta el turismo que no dependa de la conexiones aéreas. La joven activista Greta Thunberg , uno de los personajes del año pasado, no ha hecho más que alentar la iniciativa, negándose a coger aviones siempre que existan alternativas.

Con todo, el puente aéreo Barcelona-Madrid supondría la pérdida de unas 2,4 millones de plazas aéreas al año, unas 200.000 al mes. Esta ruta -por la que ya solo entre Iberia y Vueling se realizan unos 20 vuelos diarios por trayecto- es la que tiene más pasajeros tanto en El Prat como en Barajas y es inevitable para muchos que hacen conexiones internacionales. Precisamente por estas cifras, y también por las políticas de Colau contra determinadas actividades, algunos sectores económicos -y también el PSC, su socio de gobierno- criticaron ayer duramente el plan.

En el caso de Barcelona, las propuestas por ganar la batalla contra las emisiones van mucho más allá de las recién estrenada ZBE o el veto a algunos vuelos. La propia Colau ha exigido en más de una ocasión rebajar el número de cruceros que llegan a los amarres barceloneses y durante el pasado mandato se opuso abiertamente a la creación de una nueva terminal específica. El puerto de Barcelona lleva años trabajando en un plan de transición energética y está priorizando la conversión de sus instalaciones para ofrecer energía renovable, fotovoltaica e incluso eólica y acercarse así a los objetivos de la UE en reducción de emisiones. En este escenario, el puerto quiere electrificar sus muelles para que los barcos que lleguen ensucien menos.

Un deseo difícil de cumplir

«Estas medidas son un desiderátum, no son fácilmente implementables », expone a ABC el catedrático de Ingeniería Ambiental de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), José María Baldasano. Para él, «hace falta un plan de adaptación al cambio climático con planificación estatal y europea, no tanto a nivel local»,

El experto lamenta, además, que en Barcelona se estén lanzando medidas oportunistas pero a la que les falta un trasfondo más coherente. Así, cuestiona llegar al extremo de la supresión del puente aéreo porque «puede tener repercusiones para las dinámicas de la ciudad» y porque entiende que con la llegada del AVE hace casi doce años ya se ha producido un traspaso de usuarios que no se puede forzar más.

En este sentido, Baldasano tampoco aplaude las formas con las que han llegado las zonas de baja emisiones (ZBE), ya que «esto sí que tiene efectos directos en salud, se anunció en 2017, ha tardado más de dos años en implementarse y ha llegado con todavía muchos elementos dispersos».

Ayer, en el primer día laborable tras las fiestas, el Ayuntamiento quiso hacer un primer balance de la medida : una ligera rebaja de un 2,4% del tráfico en el interior de la ciudad . Badia vio «precipitado» sacar conclusiones sobre el resultado de las restricciones.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación