Salón comedor del Palacio de Riofrío
Salón comedor del Palacio de Riofrío - Fotos: ICAL
Cultura

En la alcoba de Alfonso XII

La restauración del palacio segoviano de Riofrío recupera, con millar de piezas, la vida cotidiana de los monarcas del siglo XIX

Segovia Actualizado: Guardar
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La gran mesa está dispuesta en el salón principal. Cerca de la escalinata central, una puerta medio tapada con grandes y lujosos cortinajes da acceso a la estancia. Los platos con el escudo real, una rica cristalería y cubertería están dispuestos sobre el blanco mantel. En el centro, fruteros y candelabros también aguardan como si los doce comensales citados estuviesen a punto de entrar a degustar las viandas preparadas por el servicio. Entre ellos, a buen seguro, el rey consorte Francisco de Asís o Alfonso XII, los dos únicos monarcas que habitaron, aunque no de forman permanente, el Palacio de Riofrío. Las obras de restauración ejecutadas por Patrimonio Nacional durante catorce meses, con un presupuesto de 278.440 euros, permiten al visitante disfrutar del ambiente, decoración y uso decimonónico de este palacio, en las faldas de la sierra de Guadarrama.

Impresionantes lámparas -como las que decoran casi todo el inmueble- y una rica muestra obras pictóricas ilustran la estancia y permiten conocer un poco más por ejemplo a Isabel de Farnesio, viuda de Felipe V, quien auspició la construcción del quizá menos conocido de los palacios reales. Nunca llegó a cumplir su propósito de retirarse en él a la muerte de su marido. La parca le pilló antes de que en 1762 las obras, bajo la dirección del arquitecto Virgilio Rabaglio, culminasen.

Habitación del Rey Alfonso XII en el Palacio de Riofrío
Habitación del Rey Alfonso XII en el Palacio de Riofrío

El hecho de no haber sido habitado nunca de modo permanente condiciona en parte de la estética del Palacio de Riofrío, que en el proyecto inicial incluía jardines y más edificios. Sin embargo, la naturaleza en estado puro de las casi 600 hectáreas de finca rodea el inmueble de fachada rosada y de 84 metros de largo de influencia italiana y de línea más renacentista que barroca. Una abundante caña de gamos y corzos en libertad, quizá su imagen más conocida. Agudizando la vista y el oído, toda una sinfonía de ardillas, conejos, jilgueros, tejones o zorros.

En el interior, una rica decoración y útiles del día a día de la época en el siglo XIX que ahora han salido del fondo del armario o regresado de otros Reales Sitios a los que un día fueron llevados (el cercano de La Granja de San Ildefonso, el de Madrid, Aranjuez, San Lorenzo de El Escorial y el Pardo) para llenar las estancias del Palacio de Riofrío y acercar al siglo XXI un poco más la vida de la realeza. La revisión de inventarios, documentación de cuentas, órdenes reales, oficios y fotografías han permitido esta reordenación en un trabajo minucioso antes de abrir sus puertas con el doble de piezas que antes. Un millar de cuadros, esculturas, útiles del día a día... llenan ahora los espacios del palacio.

Contrastes

Desde la entrada por el patio interior, tras dejar atrás la carroza real parada en el acceso principal y subir las impresionantes escalinatas, el salón del cuerpo de guardia ocupa la primera habitación. La austeridad prima. Salitas de estar con diversos silloncitos, sofás y mesas, siempre arropados por grandes cortinajes y alumbrados por impresionantes lámparas de cristal. Y llega el salón de billar, uno de los espacios que recupera su tradicional uso. En una gran mesa de roble, los reyes y sus invitados probaban su tino con tacos de diversas maderas recolocados en sus originales taconeras. Junto al comedor, el salón del servicio, con su alacena, vajillas y el recuperado montaplatos original. Elevando la mirada, sobre la cornisa, se ven los cables con los que desde cada habitación se llamaba al servicio. En un cuarto, un cuadro identifica cada sonido y estancia del palacio.

Sala de billar en el Palacio de Riofrío
Sala de billar en el Palacio de Riofrío

Un gran piano, chimeneas y dos curiosas y labradas estufas de carbón también permiten revivir un poco mejor ese ambiente decimonónico en los que predominan los retratos reales y las escenas de caza. Un portafolios, un clasificador de cartas, objetos de escritura, un gran mechero, una estantería con algunos libros decoran uno de los despachos en los que su majestad trabajaba.

Y también acceso a las estancias más íntimas. Más austero, el dormitorio de Francisco de Asís, con su pequeña cama de madera, una mesita de noche, un reclinatorio que evidencia su devoción y un biombo chino que separaba el espacio de reposo del vestidor, provisto de espejo. En papel pintado azul y marrón, el visitante puede adentrarse en la intimidad del dormitorio de Alfonso XII, con su cama francesa con dosel carmesí y un lavabo con piezas de porcelana.

Despacho del Rey Alfonso XII en el Palacio de Riofrío
Despacho del Rey Alfonso XII en el Palacio de Riofrío

Entre los espacios que también ha recuperado su primigenia función, la sala del oratorio, una estancia con las paredes totalmente cubiertas de cuadros. 149 piezas recorren la vida de Cristo gracias a la obra de Giovanni de Cinque tal y como lo hacían en el siglo XIX, cuando también había un altar ahora recuperado de su ocultación. Otro de los puntos que marcan la devoción de esos tiempos es la capilla, en la planta baja, pero con balcones desde la primera que permitían a la realeza asistir a los actos sin necesidad de bajar las escaleras.

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