La metamorfosis en verde de Dulcinea: de Londres a El Toboso

Esta ingeniera química ha montado un negocio ecológico en su pueblo después de llegar a la cima de su carrera profesional

Dulcinea Ortiz Merín, delante de la iglesia de El Toboso José Ángel Carreño Ortega

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Dulcinea dice que está algo cansada de entrevistas en las que sólo se interesan por un hecho casual: es la única mujer en El Toboso con el nombre del singular personaje de la novela 'El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha'. En realidad, Dulcinea Ortiz Merín es mucho más . Es una ingeniera química medioambiental, con un puñado de años de experiencia internacional en seguridad de procesos químicos, que tocó el cielo en lo suyo en el Reino Unido : «A los 35 años era ya ingeniera principal en Seguridad de Procesos, y a los 37 llegué a ser directora de Estudios de Seguridad de una multinacional de ingeniería en 40 países y 30.000 empleados por el mundo. Alcancé la cima de mi carrera profesional y económica. Y empecé a plantearme más cosas».

Corría 2016 y comenzaba el punto de inflexión en la vida de una brillante estudiante que, en 2006, se lió la manta a la cabeza. Realizó entrevistas en París y en Londres , donde le salió la gran oportunidad. «Me hicieron una oferta muy buena como ingeniera de procesos químicos», recuerda esta toledana, que necesita estar aprendiendo siempre. «Es lo que me define –asegura–. Cuando la curva de aprendizaje se allana, me aburro y pierdo interés» .

Por eso, al año y medio de estar en su multinacional londinense de ingeniería, Dulcinea pidió que la cedieran a una planta de gas en Noruega, donde trabajó seis meses, y también estuvo en Milán como auditora, lo que la catapultó para ser una alta ejecutiva en su empresa con 35 años. «Siempre trabajé en diseño de Oil & Gas: plataformas, refinerías y plantas petroquímicas, haciéndolas más seguras para la humanidad, para la flora y fauna y, obviamente, minimizar el impacto ambiental. Siempre estuve en el lado de hacer inherentemente más segura, desde el punto de vista del diseño, una industria nociva, sucia y peligrosa» , resume mientras salpica la conversación con anglicismos. «El vocabulario en ingeniería es en inglés», se excusa.

Mercado meritocrático

Cuenta que ella cambiaba de empresa para crecer sin que hubiera ningún gesto avieso por parte de sus jefes. «Esos problemas pasan en España. En otros países, el mercado es muy abierto, meritocrático. Cuando cambié de empresa porque quería crecer económica y laboralmente, me fui con referencias de mi jefe. No me daban lo que quería y me fui. Luego, con los años, regresé a mi empresa inicial con otra oferta». Pero cumplió las 37 primaveras.

«Había hecho el cambio de empresa, de planta; había estado en el lado del cliente también y la progresión profesional y económica en una multinacional de ingeniería había llegado. Entonces empecé a plantearme cosas a otro nivel; ni económico ni de carrera profesional, sino de satisfacción personal. Soy muy inquieta y, cuando acabo una cosa, debo empezar otra», desvela.

Su crisis de valores se fue agudizando con el paso del tiempo: «Empresas donde había trabajado empezaban a hacer 'fracking' –para posibilitar o aumentar la extracción de gas y petróleo del subsuelo–; pensaba que me podía tocar un proyecto así y yo no quería llegar a eso. No me gustaba nada hacia dónde iba la petroquímica y empecé a cuestionarme si hacer una nueva carrera de energía solar, el emprendimiento sostenible e, incluso, irme un tiempo con Ingenieros Sin Fronteras».

Aguantó dos años más en Londres y el Brexit le dio el empujón final que necesitaba para volver a España. Se acogió al programa de Retorno del talento de Castilla-La Mancha y Dulcinea regresó a El Toboso en septiembre de 2018. «Fue un poco 'shock' –reconoce–. Mis padres se quedaron sorprendidos, tenían miedo, porque yo contaba con una vida supersegura, muy cómoda y estable en Londres, pero me faltaba algo. En ese punto profesional sólo me quedaba ganar más dinero, y no quería eso».

Hasta septiembre de 2018, había vuelto a su pueblo en vacaciones y «veía que el tema de lo ecológico estaba a años luz en España en general; pero, en la España profunda, rural y vaciada, seguimos a décadas del resto de Europa ».

Se trajo una idea de Londres, donde era consumidora de productos ecológicos. «Me parecía algo normal», dice, «con gente muy concienciada con qué comes, qué tipo de ropa usas; es necesario coger un avión pero, si vas a tardar lo mismo, ¿por qué no usar el tren? ¿Te llevas la bici plegada en vacaciones?».

Una niña 'negocianta'

Siempre le han contado en su familia que, desde pequeñita, había sido un poquito 'negocianta'. Sea o no por ese espíritu mercantil desde la infancia, Dulcinea se hizo emprendedora, autónoma, al llegar a El Toboso. Entonces, desarrolló la idea 'BioFood, Naturalmente®' , un comercio por internet que, desde diciembre de 2018, ofrece alimentación y productos ecológicos de proveedores locales y regionales. «Fomentar un consumo responsable de lo que realmente se necesita, evitando los intermediarios» , expresa esta ingeniera química de verbo fácil, que ahora reparte a domicilio por los pueblos de los alrededores y el suroeste y centro de Madrid. «Es una reconexión conmigo misma», contesta cuando se le pregunta si su cambio es una metamorfosis.

No obstante, reconoce que es difícil vivir de este negocio en El Toboso, «porque todavía no ha calado este modelo ». «Sin embargo, en un mismo pueblo en Cataluña sí se puede», asevera. «Además del formato 'online', está la barrera de que lo ecológico es más caro –admite–. Pero hay que concienciar a los ciudadanos. Un mismo huerto convencional rinde tres veces más. Para un agricultor ecológico, el precio inicial es más alto, pero no el triple como se dice».

Compagina 'BioFood, Naturalmente®' con sus clases de inglés a estudiantes y ya piensa en otros modelos de negocio sostenibles. «No echo de menos la ingeniería ni la petroquímica, y el emprendimiento femenino rural mola mogollón, te levantas con muchísima fuerza» , afirma esta autónoma, que tiene abiertas las puertas de su primera empresa en Londres cuando Dulcinea quiera marcharse de El Toboso de nuevo. Pero no lo contempla a día de hoy.

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