Belén Rodrigo

A pesar del evidente impacto del Covid en la movilidad internacional , el hambre por derribar fronteras y ampliar horizontes permanece intacto entre los estudiantes. La estancia en el extranjero durante la etapa universitaria es muy atractiva para los jóvenes españoles. Les seduce una nueva experiencia de vida, la inmersión lingüística y el sueño de un futuro con más oportunidades . Europa y Estados Unidos siguen siendo los dos destinos más habituales para quien decide emprender esta aventura. Estudiar fuera de España no siempre está asociado a un importante desembolso económico ya que son muchas las fórmulas para que los jóvenes puedan cumplir su sueño. Las becas Erasmus facilitan los estudios en una universidad europea entre tres meses y un año mientras que para las universidades americanas existen distintas becas que cubren parte o la totalidad de los gastos.

Las ayudas europeas son una de las mejores conocidas por los universitarios. El programa Erasmus+ concedió cerca de 400.000 estancias de movilidad a las universidades españolas entre 2014 y 2020 . Una de las ventajas es que el centro de cada alumno se ocupa de los trámites burocráticos para la estancia y más tarde de las convalidaciones. A pesar de la pandemia, el programa Erasmus+ no ha parado. «Continúa y con más fuerza que nunca, debido al lanzamiento del nuevo y renovado programa Erasmus+ para los próximos siete años, de 2021 a 2027, presentado por la Comisión Europea con un presupuesto de algo más de 28.000 millones de euros, casi el doble que el programa anterior», afirma Alfonso Gentil Álvarez-Ossorio , director del Servicio Español para la Internacionalización de la Educación (SEPIE).

Las prioridades del nuevo programa pasan por ser «más inclusivo, digital y sostenible» e incluso más internacional ya que habrá cooperación con terceros países. Y ya para el próximo curso «esperamos volver a los niveles y números de participación de antes de la pandemia, donde España se ha situado desde 2001 de manera ininterrumpida como el primer país de destino Erasmus+ o receptor de estudiantes de Educación Superior en toda Europa, así como segundo país de envío de estudiantes Erasmus+ de Educación Superior», subraya el director del SEPIE. A pesar de las restricciones en muchos países los estudiantes Erasmus han podido seguir con sus programas formativos y explorando las ciudades y países de destino . Moverse siempre con sus grupos burbuja ha sido una de las claves para evitar los contagios.

Más allá del currículo

En los últimos años también ha aumentado el número de estudiantes que se marcha a estudiar toda la carrera al extranjero, algo que requiere una mayor preparación y donde la experiencia académica y extracurricular de cada alumno tiene un peso muy importante a la hora de elegir el centro. Cada universidad exige un determinado nivel del idioma que puede ser excluyente. Y el currículo académico, al contrario de lo que muchas veces se piensa, acaba por no ser tan decisivo para lograr una plaza. « En las universidades top de EE.UU., como puede ser Harvard o Yale, el dato académico pesa un 30% y en otras un 55% . Cuenta la entrevista personal, las actividades extracurriculares de los candidatos, las cartas de recomendación… Alumnos con buenas notas tienen muchos, buscan perfiles distintos », explica David Moreno , director general de Five Lands, una consultora que acompaña a los estudiantes para que puedan estudiar en el extranjero con la mejor beca posible.

En el 90% de los casos los candidatos necesitan ayudas económicas para poder estudiar fuera y en el caso de EE.UU., por ejemplo, resulta más accesible para los alumnos poder entrar en las universidades a través de una beca. Moreno aconseja a los estudiantes empezar a prepararse en 1º de Bachillerato «e incluso hay alumnos con ciertas capacidades que conviene hacerlo antes, en 3º de la ESO». En este tipo de consultoras se realiza un plan de acción de desarrollo y se propone a los alumnos, según sus perfiles, distintas universidades a las que pueden acceder. «Eligen cinco y les ayudamos con la aplicación, las transcripciones y las cartas de recomendación», indica el consultor. Y muy importante, subraya, también con el ESSAY (el ensayo que se exige al alumno antes de entrar en la universidad).

Esfuerzo económico

Estudiar en el extranjero implica un esfuerzo económico, pero es algo que ocurre también si el movimiento de los estudiantes es dentro del país o se opta por universidades privadas. Hechas las cuentas, y con las becas existentes, no siempre salir de España es la opción más cara . Si hablamos de Reino Unido, «la matrícula es de 9.250 libras por año, a lo que hay que sumar el alojamiento y el resto de gastos que ronda las 15.000 libras. Este presupuesto será menor si el alumno logra alguna beca», indican desde el Kensignton School. No obstante, con el Brexit , los alumnos españoles pasarán a pagar más del doble de matrícula . En el caso de EE.UU., desde Five Lands indican que la media que pagan los alumnos al año, solo en matrícula, es de 18.000 euros, a los que hay que sumar unos 9.000 euros de coste de vida. En el caso de los Erasmus, reciben ayudas mensuales, que difieren según el nivel de vida del país. Están exentos de pagar la matrícula de la universidad de destino, que en muchos casos es más cara que en España.

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«Estoy trabajando con métodos que desconocía»

Desde el pasado mes de febrero Mireia Deumal Fernández , 22 años, se encuentra en el Karolinska Institutet de Estocolmo con una beca Erasmus. A la hora de elegir destino, consciente de la pandemia mundial, «quería priorizar un país que me permitiese explorar zonas abiertas y al aire libre», afirma la joven. Al mismo tiempo, tuvo muy presente el ámbito académico en el que se está desarrollando. « Suecia es un país que destaca por sus inversiones en I+D y los recursos empleados en innovación . Al ser una estudiante de Ciencias Biomédicas, buscaba un lugar donde este campo se encontrara bien representado. El Instituto Karolinska es una de las universidades médicas más prestigiosas del mundo», añade. Espera que esta experiencia le abra puertas en un futuro. Está realizando su proyecto en el laboratorio, al que acude diariamente . «Las instalaciones y el material de laboratorio son de altísima calidad. Estoy trabajando con métodos que desconocía , utilizando aparatos muy novedosos, entre ellos una bioimpresora 3D que me ha permitido imprimir células tumorales neuronales humanas vivas», indica. Además de mejorar su nivel de inglés está estudiando sueco . A Mireia le gustaría volver a España, pero no descarta seguir formándome en el extranjero donde hay más oportunidades en el sector de investigación y ciencia.

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«Juntar fútbol y estudios a alto nivel no se puede conseguir en España»

Para Eduardo Gutiérrez López (23 años) la idea de estudiar ingeniería en España y jugar al fútbol a la vez era incompatible «por las dificultades y las pocas ayudas que ofrecían las universidades». Un amigo le planteó irse a EE.UU., contactó con la agencia AGM Sports, fue hablando con entrenadores y en función del prestigio de la universidad, de la beca ofrecida y de las instalaciones, eligió la WVU Tech , en Virginia, donde se ha licenciado en Ingeniería Mecánica. Gracias a su rendimiento deportivo fueron aumentando las ayudas recibidas y por sus notas de la carrera le han concedido una beca del 100% para hacer un máster . Además trabaja como asistente de investigación, por lo que recibe unos 1.500 euros al mes. «Estoy estudiando lo que me gusta, mucho mejor que en España, donde todo es más teórico. Aquí trabajo todos los días en laboratorios haciendo experimentos y aprendiendo cosas útiles », afirma Eduardo. Para él la experiencia ha sido espectacular. «La posibilidad de juntar fútbol y estudios a este nivel no se puede conseguir en muchos sitios. El deporte universitario está muy bien visto y te tratan como un profesional para todo (instalaciones, facilidades, ayudas…)». Una lesión de rodilla le apartó de los campos y ahora se ha centrado en el máster, que «me abre la opción a trabajar en EE.UU. unos años y me aportará un currículo mejor».

Su hermano Ignacio, 20 años, (a la derecha de la imagen superior), siguió sus pasos y optó por estudiar en una universidad norteamericana. Llegó en 2018, al Eureka College , en Illinois, donde cursa ADE y una subespecialización en Comunicación. Su pasión por el fútbol también le llevó a tomar esta decisión , «para jugar y estudiar al mismo tiempo». Cree que la experiencia para cada estudiante es diferente, pero «todos estamos de acuerdo en que es algo que merece la pena hacer. Conoces gente nueva, de otras culturas, en tu equipo te tratan como si fueras profesional y estudias de forma distinta a como lo haces en España, es mucho más práctico». Ignacio vive en el campus, en una fraternidad. Reconoce que le encantaría seguir jugando al fútbol de manera profesional. «Sería algo increíble, pero al mismo tiempo también quiero empezar a trabajar en algo relacionado más con mis estudios. Si tengo la oportunidad intentaré hacer ambas cosas», matiza.

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