Cobisa, siete meses después de la DANA: hormigón armado contra las inundaciones

«Quienes han hecho este muro son especialistas en presas», cuenta Mario, que tiene miedo a que se repita algo tan dantesco

El alcalde anuncia que el Ayuntamiento rebajará la carretera de entrada a varias calles para reducir los efectos por lluvias torrenciales

Mario, delante del muro de hormigón armado que han levantado en su casa Reportaje gráfico de Manuel Moreno

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En la casa de Mario han levantado una especie de búnker alrededor del chalé. Han construido un muro de hormigón armado de casi tres metros de altura y con una profundidad de al menos un metro y medio. No quieren que una riada se lo lleve de nuevo, como ocurrió con la DANA del 1 de septiembre, que arrasó más de 120 viviendas de Cobisa, varias de ellas con infraseguros, además de azotar duramente otros pueblos de la provincia de Toledo.

«Quienes han hecho este muro son especialistas en presas», cuenta Mario, que tiene miedo a que se repita algo tan dantesco. «Cuando veo alguna inundación en la televisión o en películas, mi mente empieza a trabajar. Pero lo mejor es hacer bromas sobre lo que nos ocurrió; es como mejor lo superas», recomienda este joven universitario.

Su madre, Mar, asiente. Ella es veterinaria y el agua se llevó por delante toda su clínica: «Se perdió entera». Estaba en la planta baja de la casa, también arrasada completamente por la riada de aquel nefasto septiembre. «Hemos sabido salir desde lo más bajo del lodo», suelta de una manera gráfica.

Video. El 10 de enero, Mar abrió de nuevo su clínica veterinaria. En el vídeo, la riada dentro de estas mismas instalaciones

Volvió a abrir su negocio el 10 de enero, pero los albañiles todavía no se han ido de su casa. «Voy a ponerles una tienda de campaña», bromea. Porque ni ella ni su hijo Mario pierden el sentido del humor a pesar de las pérdidas.

«He hecho otra inversión en la clínica con el temor a que vuelva a suceder. Pero otra igual ya sería inviable económicamente», admite la mujer con una sonrisa. «Sólo hemos recibido dinero del consorcio de seguros y ese dinero se lo ha llevado el muro, casi 40.000 euros», resume su hijo.

Mar dice que se tenía que haber hecho algo para evitar una tragedia así, que no se llevó afortunadamente ninguna vida humana. «Encontré un vídeo de mi madre en la que la entrevistaban en la televisión hace diez años y seguimos con los mismos problemas », tercia Mario.

«Antes de las últimas elecciones municipales, tuvimos una reunión, nos prometieron unas mejoras, pero nada. Llevo dos años detrás del Ayuntamiento porque todo está mal construido», se queja Mar, quien asegura que las conducciones interiores de su zona no se han limpiado desde el 1 de septiembre.

La casa de Domingo, todavía con los muros exteriores sin enlucir

«En los tres últimos años nos ha venido de todo. Solamente falta que venga una plaga de langostas y nos coman. ¿Qué más nos puede pasar?», se pregunta Domingo, que está reconstruyendo su casa con sus propias manos: «Soy albañil, fontanero, cerrajero..., toco todos los palos. La planta baja la he tenido que hacer entera, poco a poco, aprovechando mis días libres». «Me quedé aquí sepultado hasta el techo. Perdimos hasta el último recuerdo, me quedé en calzoncillos, como estaba ese día. Hasta el coche, en el garaje, quedó siniestro. ¡Pero bastante que me sacaron!», recuerda Domingo, que vive con su mujer y su hijo.

Dice que en Semana Santa se va a quedar en casa para hacer algunos remates. Todavía le falta enlucir el muro que rodea su parcela, pegada justamente a la carretera, al comienzo de la calle de Ricardo Díaz Sáez, una de las más castigadas por la DANA de septiembre. «Esto volverá a pasar -vaticina-; era un río antes y la cuestión es quién dio permiso para construir aquí. Esto nos lo preguntamos todos los vecinos. Alguien tuvo que firmar en el ayuntamiento para que aquí se construyera. Me gustaría saber quién fue».

Mientras Domingo espera una respuesta, el alcalde anuncia que van a rebajar la carretera de entrada a algunas calles desde la autovía CM-40. «Quiero hacerlo este año» , asegura Félix Ortega. Pero el Ayuntamiento no marca los tiempos. «Ese tramo de la carretera de Toledo depende de la Diputación -explica el edil-; tenemos un proyecto hecho, lo deben revisar y dar permiso. Parte de la inversión ya la tenemos a través de un fondo de la Diputación y haremos la obra en cuanto tengamos, la autorización».

El alcalde anuncia que esta carretera será reformada. La fotografía es de marzo

Será una inversión de unos 200.000 euros para actuar sobre unos 500 metros lineales. Con ello se pretende reducir los efectos de otras posibles lluvias torrenciales en las calles de Ricardo Díaz Sáez, Antonio López y Clara Campoamor, paralelas entre ellas y que desembocan en esa vía.

«Esta carretera tiene un tramo, justo a la altura de esas tres calles, con muy poquita pendiente. Como a ambos lados de la carretera hay viviendas, el agua se embalsa, coge nivel y no tiene salida», explica el edil, que también es senador. «Por eso, además de lo que cayó con la DANA, el agua vino desde arriba con tal fuerza que se frenó en esa zona, no salió hacia abajo, hacia la rotonda de la autovía, e inundó cerca de veinte chalés en la calle de Ricardo Díaz Sáez, otros quince o veinte en Antonio López y otros ocho o diez en Clara Campoamor», recuerda.

«Esas calles están en la misma cota que la carretera. Si la carretera estuviera en una cota menor, el agua desahogaría más rápidamente y, en vez de inundar tantos chales, afectaría a muchísimos menos», predice. «Eso ocurrió en las calles de enfrente, que tienen más pendiente que la carretera; el agua sólo llegó a los chalés que están junto a esta carretera», ejemplifica.

Colige entonces que, con esa nueva actuación, «evitaríamos que entre 40 o 50 chalés se hubiesen inundado», según calcula el alcalde de un pueblo de unos 4000 habitantes y con un presupuesto municipal de casi tres millones para este ejercicio (2.865.700 euros, concretamente).

La rebaja de la carretera sería una solución a corto plazo porque el equipo municipal de Gobierno maneja un proyecto más ambicioso, presupuestado en unos cinco millones de euros. «Por un lado, la creación de un cauce y, por otro, la canalización por debajo de las calles en esa zona», explica Ortega.

El Ayuntamiento ha abierto un nuevo plazo para que los ciudadanos afectados por la DANA de septiembre pidan ayudas económicas.

Debido al alto importe de esas obras, el Ayuntamiento ha acudido a los fondos europeos ‘Next Generation’. «No sé si nos darán dinero o si nos vamos a quedar fuera si los requisitos medioambientales son tan estrictos. Pero habrá más convocatorias y nos vamos a presentar a todas. En la medida que nos den ayudas, lo iremos haciendo», dice.

Ortega se defiende de las críticas y asegura que, desde septiembre, «no he hecho otra cosa que moverme de un lado para otro. Visitas continuas al Ministerio para la Transición Ecológica y a la Confederación Hidrográfica del Tajo». «Pero no soy dado a contar las cosas para que los vecinos puedan tener la sensación de que les estás vendiendo algo que hasta que no se materialice... Ellos querrán que haya una solución».

Mientras, el Ayuntamiento ha abierto un nuevo plazo para que los ciudadanos afectados por la DANA de septiembre pidan ayudas económicas. «El ejercicio pasado, la partida fue de 60.000 euros y, para este año, son otros 60.000, además de unos 8.000 euros recaudados» por las iniciativas solidarios de ciudadanos, explica el alcalde.

Miguel muestra cómo esas gomas evitaron que el agua entrara en su parcela desde la calle

Las gomas de la puerta

A Miguel, un conocido le ha contado que quieren rebajar la cota de la carretera, pero él dice convencido que el Ayuntamiento «está cruzado de brazos». «A nosotros sólo nos ha pagado el consorcio de seguros, y fue a los pocos días de suceder. Quien presentó el recibo del agua de esos días en el Ayuntamiento se lo devolvieron. Pero eso son veinte, treinta o cuarenta euros; nada más».

A sus 70 años, Miguel tiene claro que vive sobre una zona con un peligro latente: «Aquí hay riesgo de inundación porque el agua no sube, baja; y aquí siempre va a haber agua cuando llueva. Esta calle -Ricardo Díaz Sáez- recoge el agua que viene desde lo alto del monte de Cobisa cuando las nubes descargan. De allí y de otros lugares».

Responde delante de su casa, donde unas gomas en las puertas blancas de su parcela evitaron que entrara la riada desde la calle. «Fue lo que me libró; a mí el agua me entró por la parte de atrás», asegura mientras enseña cómo las colocó aquel fatídico día.

Esta semana comenzaron los trabajos en la planta baja del chalé de Manolo

En la casa de Manolo, el agua alcanzó dos metros y medio en la parcela y más de un metro y medio de altura dentro de la planta baja de su chalé, que todavía parece sacada de una escena de guerra porque hasta esta semana no han podido comenzar las obras. «Cuando anuncian fuertes lluvias, estamos nerviosos», reconoce mientras señala las grietas en las paredes por donde se puede meter una mano.

Se queja de que su compañía de seguros lo dejó tirado en los momentos más duros tras el paso de la DANA. «Yo necesitaba empatía, pero dijeron que no tenían ninguna responsabilidad, que iba a ser declarada zona catastrófica. Ni siquiera nos ayudaron a tramitar la documentación ante el consorcio de seguros, que ya nos ha pagado», manifiesta Manolo.

«Más que las ayudas económicas, quiero que me digan desde el Ayuntamiento si está haciendo algo para que no vuelva a ocurrir », expresa. «Tengo claro que, con el volumen de agua que vino, nos volvería a pasar lo mismo. Y no sé qué podrá hacer un ayuntamiento de 4000 habitantes y con los presupuestos municipales que son lo que son», reflexiona.

La riada se llevó muchos recuerdos de este hombre de 59 años, que el lunes tiró una colección de discos irrecuperable que mantuvo desde septiembre sobre una silla de plástico. «Era medio centenar de discos, algunos que compré con 17 años y un par que valían dinero», cuenta con melancolía. «Pero ya está todo olvidado y hay que tirar hacia adelante», se rehace.

La navaja que Manolo recuperó

«La cosa más bonita»

Con la DANA conoció la solidaridad de vecinos y amigos, que ayudaron a su familia a quitar tres camiones de barro durante tres semanas de duro trabajo. «Mi mujer y yo no fuimos al Camino de Santiago y cogí días de vacaciones para seguir currando aquí», cuenta antes de desvelar un hallazgo conmovedor.

No había podido ver el cadáver de su padre, que se llamaba también Manolo, porque falleció en abril de 2020; no por covid-19, pero sí en plena pandemia. La riada hizo desaparecer la navaja de su progenitor. «Pero un día metí la mano por aquí -señala la parte baja de una estantería- y la encontré en el barro. Suerte, chiripa, pero fue la cosa más bonita que me pasó con la DANA» , cuenta mientras muestra la navaja.

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