Policías locales de Toledo: «Hemos detectado hostilidad en ciertas personas después del confinamiento»

Actuaciones que los agentes resolvían antes con una denuncia acaban ahora en detenciones

Una actuación de la Policía local de Toledo estos días

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No es un comportamiento general en la ciudad de Toledo después del confinamiento, pero la Policía local ha constatado que intervenciones que antes resolvían con una denuncia terminan ahora en arrestos.

Lo dice el oficial Julio Mota, con 16 años de servicio. «A partir del fin de semana del 23 de mayo, notamos tensión, hostilidad, en ciertas personas, algo que no era habitual antes. Intervenciones sencillas que se solventaban con una denuncia acaban ahora con detenciones», afirma el agente. «Son comportamientos más propios en otras actuaciones en las que hay más tensión», recalca Mota, quien subraya que son comportamientos de una «minoría».

Cuenta varios ejemplos, todos sucedidos de madrugada. El primero, el 23 de mayo, sábado, a las 00:30 horas. Ocurre en un aparcamiento junto al paseo Federico García Lorca, en el barrio de Santa María de Benquerencia. Un coche mal aparcado, con la música muy alta y varios jóvenes congregados. «Una intervención sin mayor historia a priori», dice Julio Mota. Sin embargo, cuando tratan de identificar al conductor y propietario del vehículo, los agentes son agredidos. Zarandeos y empujones. Llegan policías de refuerzo. El conductor es detenido y engrilletado, pero uno de sus amigos trata de liberarlo dando codazos a un agente. Al final también acaba arrestado.

28 de mayo, jueves, a la 1:05. Un coche circula a una gran velocidad por el paseo de la Rosa, en el barrio de Santa Bárbara. Agente de la Policía local le advierten con las luces que se detenga, pero no lo logran hasta cuatro kilómetros después. «La actuación se h+ubiese solventado con una denuncia por conducción negligente, pero se resistió a bajar del coche. Hubo que sacarlo con la fuerza mínima indispensable y fue detenido por conducción temeraria, resistencia y desobediencia», resume Mota.

Coches a mucha velocidad

31 de mayo, domingo, cuatro de la madrugada. Tres vehículos circulan muy rápidos por la puerta de Bisagra, bajando por la calle Carrera, paralela a la muralla. La Policía local logra detener dos vehículos en la zona de Safont. Los conductores se niegan a identificarse y uno de ellos es detenido por resistencia grave y desobediencia.

El oficial apunta que han detectado, desde que acabó el confinamiento, que muchos conductores circulan muy rápido. Así lo atestiguan las grabaciones de las cámaras repartidas por la ciudad y que controlan desde la Jefatura. «Parece que está de moda, aunque no hemos podido constatar que sean carreras», añade Mota.

Es cierto que, en ocasiones, no hay vehículos de por medio, pero sí un comportamiento violento. Como pasó el 9 de junio, pasadas las doce y media de la noche, en el parque Tres Culturas. Unas 35 personas se niegan a abandonarlo, a pesar de que el horario de apertura ha terminado. Una mujer, treintañera, se niega a identificarse. Cuando una agente la registra para encontrar algún documento, la mujer se revuelve y acaba pateando a la policía. Resultado: la agresora, detenida.

«Sois unos hijos de p...»

13 de junio, sábado, 1 de la madrugada. Los agentes descubren a seis personas con un coche y música haciendo un botellón en una zona oscura junto al campus de la Fábrica de Armas. Se rebelan y dicen que no se marchan. Uno de ellos exclama, desafiante: «¡Sois unos hijos de puta; me tenéis hasta la polla. No me sale de los huevos irme!». El grupo acaba denunciado por desobediencia, falta de respeto y por no guardar la distancia de seguridad y no usar mascarilla.

Un día después, a las cuatro de la madrugada, los policías acuden a otro botellón en la zona del barrio de Santa Teresa. Los agentes llegan a tiempo para mediar en una pelea. Advierten a un conductor que retire su vehículo, aparcado en medio de la calle. Además, da positivo en la prueba de alcoholemia, el turismo tiene la ITV caducada y acaba insultando a los agentes.

El oficial Julio Mota cree que ese comportamiento en ciertos individuos se debe a que «no saben gestionar su forma de divertirse y a los policías nos ven como enemigos, pero solo somos unos trabajadores que intentamos hacer nuestra tarea».

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