«¿Dieta mediterránea? Estamos cogiendo unas costumbres estadounidenses muy feas»

Entrevista al cirujano vascular Ángel Flores Herrero, quien acaba de ingresar en la prestigiosa organización American College of Surgeons

Toledo Actualizado: Guardar
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Madrileño de Leganés, como le gusta recalcar, el cirujano vascular Ángel Flores Herrero trata a sus pacientes como si fueran de la familia. «¡Antonio, pasa, vas a salir hasta en la tele! Estos periodistas necesitan un paciente para unas fotografías y tú eres el mejor», le espeta el doctor Flores. Afable y campechano, este médico de 43 años acaba de ingresar en la American College of Surgeons, una organización estadounidense de cirujanos fundada en 1913 que cuenta con más de 80.000 profesionales de todo el mundo. La cita con el doctor Flores es en su lugar de trabajo, el hospital Virgen de la Salud de Toledo, después de una sesión clínica a primera hora de la mañana.

¿Qué fotografía aparece en su perfil de wasap?

Corresponde a una de las patologías que tratamos en el hospital, la disección de tipo B, que es de las patologías más complejas de la cirugía vascular. En Toledo somos unos de los pioneros en España y en la mayor parte del mundo.

¿Lo suyo es pasión?

Efectivamente. Pero no solo mía, sino de todos los componentes del servicio de Cirugía Vascular.

En cuatro palabras, ¿a qué se dedica usted?

La cirugía vascular siempre se asocia o bien al cirujano del corazón, que son cirujanos cardíacos, o bien al de las varices. Efectivamente, nosotros tratamos las varices, no el corazón, y tratamos el resto de las arterias del cuerpo, desde la salida del corazón hasta los pies.

¿Qué cuatro o cinco palabras definen a un buen cirujano vascular?

Preciso, apasionado, interesado por su profesión y dedicación absoluta.

¿Por qué le dio por la medicina?

Mi padre cuenta que yo siempre, desde chiquitino, quería ser médico, es una cosa que siempre me ha gustado y me entusiasma. Nadie de mi familia tiene que ver con la medicina y no sé por qué me gustó desde pequeño. A lo mejor vi algún dibujo animado y a partir de ahí me interesé por ella.

¿Se desmayó el primer día que vio un cadáver?

No, eso nunca me ha pasado. Todo lo contrario, respeto absoluto. Ver el primer cadáver fue lo que me llevó a ser cirujano.

¿Qué significa en su vida el hospital Gregorio Marañón de Madrid?

Allí inicié mi residencia como cirujano vascular. Pasé cinco años maravillosos y duros, porque la residencia es dura, muy dura (sonríe).

¿Por qué llegó como cirujano vascular al hospital Virgen de la Salud de Toledo en 2002?

Durante mi residencia, este hospital de Toledo siempre lo consideré como el de referencia a nivel nacional y donde yo querría continuar mi profesión. En ese momento, consideraba que era el centro más avanzado en el tratamiento de la patología vascular en España, y así sigue siendo.

La organización American College of Surgeons, a la que ya pertenece, vela para mejorar los estándares de calidad de la cirugía. ¿Cómo está el nivel en Castilla-La Mancha, en particular, y en España, en general?

En cuanto a la cirugía vascular en Castilla-La Mancha, en general está a muy alto nivel y Toledo, concretamente, en el top a escala nacional. Eso está reconocido y yo no tengo que echarme flores, algo que nunca he hecho ni se debe hacer; eso lo decide la ciudadanía y el resto de especialidades. A nivel de España, la cirugía no tiene nada que envidiar a otros países.

¿Estará usted trabajando aquí para poder estrenar el nuevo hospital de Toledo?

Espero jubilarme en el nuevo hospital de Toledo, si alguna vez se lleva a cabo.

¿Por qué el nuevo hospital debería estar ya construido?

El hospital Virgen de la Salud tiene muchos años, la demanda asistencial cada vez es mayor y, por tanto, se queda pequeño. El nuevo hospital debe ser aquel primero, con toda la arquitectura, que se planteó en su momento. Debe ser un hospital tan grande como el nuevo de Vigo o el de Valladolid. Esto es, un hospital adecuado para toda Castilla-La Mancha y que además Toledo sea referencia en algunas especialidades en la región y en España.

Y siempre con carácter universitario, ¿no?

Por supuesto, un hospital que no vaya unido a la universidad no tiene nada que hacer.

La Sociedad de Cirugía Vascular de Estados Unidos le premió en 2008 con una estancia en los mejores hospitales norteamericanos de su especialidad. Después de aquella experiencia, ¿somos unos afortunados en España o todavía tenemos mucho que aprender de los americanos?

Vamos a ver, en la medicina no hay diferencia entre América y España. Se aplica la misma medicina en Estados Unidos, que tiene una serie de particularidades muy diferentes a la española en cuanto a la asistencia. En cuanto a los recursos, obviamente hay más en Estados Unidos, pero en lo que es la actividad diaria y el tratamiento que se aplica a los enfermos no hay diferencias entre Estados Unidos, Francia, Portugal o España. Otra cosa son los recursos.

¿Será muy alto su nivel de inglés?

No, por desgracia. Mi nivel es el de Tarzán, pero logro entenderme.

¿Se cuida la gente en España para evitar patologías vasculares?

No, pero no solo en España, también en el resto del mundo. Lo que sucede es que ahora hay una pandemia, la diabetes, que genera muchos problemas. También está el tabaquismo, que en España no deja de ser un problema bien serio. Estos son factores que hacen que la población española tenga muchos riesgos cardiovasculares; no solo a nivel vascular, sino también coronarios.

¿Se está abandonando la dieta mediterránea?

Sí, y estamos cogiendo unas costumbres muy feas, que son las estadounidenses.

Seguro que no abandonó la dieta mediterránea durante su etapa en Estados Unidos.

Allá donde fueres, haz lo que vieres.

¿Cuántas veces le han dado las gracias por salvar vidas?

Esa expresión queda muy bonita en el mundo periodístico y televisivo. Lo que haces es intentar mejorar la calidad del paciente. Las gracias no son tan frecuentes como uno pudiera esperar; no son raras, pero no frecuentes.

¿Qué ha sentido cuando la muerte le ha ganado en una mesa de operaciones?

A los cirujanos en general no nos gustan que las cosas vayan mal. Y aunque no sea tu familiar, cuando fallece un paciente en una mesa de operaciones, algo que no es frecuente, no es una cosa muy agradable.

¿Qué hace usted después de una larga intervención quirúrgica?

Se lo digo off the record. Si es una cirugía larga, como el pasado jueves, que fueron unas ocho horas sin parar, pues luego todos los miembros del equipo nos fuimos a tomar unas cañas y unas tapitas. ¡Dieta mediterránea, vamos!

¿Se ha sondado alguna vez durante una operación?

Eso es una leyenda urbana. Si algún profesional lo hace, es que tiene un problema prostático que todos tenemos a partir de una cierta edad.

Con intervenciones tan largas, ¿practica deporte?

Sí, todos los días hago cuarenta y cinco minutos de ejercicios físicos.

¿Cuál es su sueño profesional?

Formarme más y mejor para que el tratamiento de mis pacientes sea el mejor posible y no haya complicaciones.

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