Coronavirus Toledo I En primera línea

«Detrás de un trapo y un pulverizador está la mano de una limpiadora, de una persona»

María del Pilar Aragón trabaja en el servicio de limpieza del Complejo Hospitalario de Toledo

Coronavirus, última hora

María del Pilar Aragón

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Se puede decir más alto pero, quizá, no más claro: «Estamos haciendo una labor muy importante, porque sin limpieza no hay desinfección, que quede muy claro. Y detrás de un trapo y un pulverizador está la mano de una persona, de una limpiadora. No queremos que nos den las gracias, pero sí que se tenga en consideración nuestro trabajo. Si yo no desinfecto una superficie o una habitación, no puede entrar otro paciente. Un médico entra a diagnosticar, una enfermera entra a poner un tratamiento y nosotras entramos a desinfectar una zona infectada que no va a tocar nadie más que nosotras. Porque un médico no va a tocar la barandilla de una cama ni una enfermera la taza de un váter».

La reflexión es de María del Pilar Aragón Salcedo (48 años). Trabaja en una empresa privada de limpieza para el Complejo Hospitalario de Toledo. Estuvo cinco años en el Hospital Virgen del Valle y los últimos tres, en el hospital Virgen de la Salud.

Sin embargo, desde hace una semana realiza su labor en el Centro de Especialidades, Diagnóstico y Tratamiento (CEDT) «San Ildefonso», a unos metros del hospital, porque María del Pilar es una persona de riesgo. Tiene una cardiopatía: hace dos años sufrió un infarto y desde entonces lleva un muelle coronario (stent). Pero a diario pasa por el Virgen de la Salud para cambiarse de ropa y a realizar gestiones porque es miembro de su comité de empresa.

«Todos estamos trabajando con mucha tensión y angustia porque la situación no es fácil -asegura María del Pilar-. En el hospital entran muchos pacientes con posible infección por coronavirus y, hasta que no son diagnosticados, todo es incertidumbre. El personal de limpieza no tiene directamente contacto con el paciente, pero sí trabaja en la zona donde se encuentra».

Esta empleada afirma que el virus «lo tenemos desde hace un mes» en el hospital. «Es una situación muy seria que está costando la vida a mucha gente». Y no está tranquila trabajando en el CEDT porque por este centro «se mueve mucha gente todavía, que puede estar asintomática y sin diagnosticar».

«No hay masificación, pero el centro no está cerrado, funcionan varias consultas y servicios», añade María del Pilar, quien admite que «de material y de personal, estamos muy justos». «Mis compañeras y yo estamos a piñón en esta crisis sanitaria, apoyándonos en todo y hablando con la empresa para que contrate a más personal. Que haya refuerzos porque la situación está muy delicada y complicada».

Pero su angustia continúa cuando llega a casa. «Entras con miedo por si me traigo algo». Pilar tiene dos hijas, una de ellas como paciente de alto riesgo, ya que sufrió una enfermedad inmunodepresora hace años. Además, su marido trabaja en la asistencia en carreteras, con lo que el riesgo de contagio aumenta en esta casa. Por eso han establecido medidas de higiene: «Cada uno tiene su toalla, hay geles desinfectantes en los dos baños y en la cocina, además de tener el menor contacto posible en una casa de 90 metros cuadrados».

Para concluir, otra reflexión: «El personal de limpieza parece invisible a ojos de la sociedad en general. Siempre somos invisibles, al menos así nos lo hacen ver. Tú estás trabajando y te están pisando el suelo. No respetan tu trabajo. Todos somos personas, independientemente de la categoría que aparezca en tu nómina».

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