En 10 años no habrá conventos en Toledo

Este es el negro presagio de lo que ocurrirá dentro de unos años en Toledo, ciudad conventual por excelencia que, tras la clausura de las Capuchinas, verá en breve el cierre de las Benitas

Fachada del convento de las Capuchinas, cerrado a cal y canto LUNA REVENGA
Valle Sánchez

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Los conventos de Santa Clara y Santa Úrsula cerraron para siempre en 2015. Hace unos días, en enero, las monjas carmelitas que residían en las Capuchinas desde 2006, cuando sus ultimas moradoras emigraron a Sevilla, han abandonado el convento toledano para alojarse en la sede que la orden tiene en Toledo, un poco más abajo, cerca de la Puerta del Cambrón, y ahora se teme que las Madres Benitas del Convento de la Purísima Concepción, ubicado en la calle Bajada del Barco, se conviertan en las siguientes en echar el cierre. De hecho, ya clausuraron la residencia universitaria femenina que gestionaban desde hacía más de dos décadas. «A este paso, de aquí a diez años, no nos queda ni un convento en Toledo». Este el negro horizonte que el presidente de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas, Jesús Carrobles, intuye para la vida completativa en la ciudad y alerta, en declaraciones a ABC, de que «esta pérdida es irrenunciable para Toledo».

Negro horizonte para las Benitas LUNA REVENGA

Y es «irrenunciable» porque el patrimonio de Toledo «no es solo por los monumentos declarados BIC; es un tema cualitativo, más que cuantitativo», explica Carrobles : «Toledo tiene cien monumentos, pero los conventos son especialmente simbólicos; son más que quince edificios, son un símbolo de ciudad, de identidad de este país, de la primacia hispana; es algo que estamos a punto de perder y parece que no nos damos cuenta o parece que no lo valoramos lo suficiente».

El presidente de la Real Academia insiste en que «tenemos que hablar no solo del valor material, de aquello que podemos perder como, por ejemplo, si se llevan unos cuadros, sino también del valor inmaterial, de lo simbólico» y se pregunta si «estamos dispuestos a perder esa imagen de ciudad de conventos, esa imagen de ciudad primada y de todo lo que eso implica». Y deja otra pregunta en el aire: «¿Qué deberíamos hacer para dar una solución a un problema que ahora mismo es el más importante que tenemos entre nosotros?»

Y como ejemplo para ilustrar la grave situación de pérdida de bienes, Carrobles expone lo que ha ocurrido con el coro de Santa Úrsula y que se explica tan solo con solo ver una imagen del antes y el después, «con el vaciado de todo lo que se había generado durante siglos» y que, ahora, se ha convertido en un espacio «anodino». El problema de Santa Úrsula , que se intentó vender para un hotel, un proyecto que se ha olvidado, es uno de los más preocupa a Carrobles. Por eso, insiste en la necesidad de concienciar a la sociedad «para que se de cuenta de que si estuviéramos hablando de un monumento todo el mundo lo tendría claro, pero parece que si se pierde el patrimonio mueble y simbólico, la gente no se da cuenta y es tan importante como lo otro». «Tenemos que alertar de que esta pérdida es irrenunciable para Toledo , no podemos dar esta batalla por perdida porque estamos hablando de una parte fundamental del Casco Histórico, en porcentaje de un 20 por ciento, pero es mucho más porque identifica a Toledo como ciudad primada, sagrada y conventual... Es lo que nos ha definido durante milenios y, ahora, lo vamos a perder en diez años. El año que viene pueden cerrar otros tres y en diez años no quedan conventos en Toledo », afirma.

Desde hace tiempo se lleva alertando de este grave problema. En 1949, cuando los conventos de clausura estaban llenos de vida, el doctor Gregorio Marañón ya advirtió del declive del que hoy se lamenta la ciudad de Toledo. En los últimos años ha habido más voces que han ido alertando de esta situación, como el doctor en Historia de Arte y académico toledano, Juan Nicolau Castro, que dedicó más de 20 años al estudio del convento de la Capuchinas, una investigación que plasmó en un libro . Nicolau también advirtió, como Carrobles, que dentro de diez años no habrá monjas contemplativas en la ciudad y se pregunta qué ocurrirá con ese inmenso patrimonio que aunque es propiedad de la congregaciones religiosas, pero lo pierde la ciudad a la que ha estado ligado durante siglos.

Patrimonio religioso

Las últimas monjas que quedaban en el convento de Santa Clara se vieron obligadas a abandonar el recinto a principios de 2015 tras siglos de vida en Toledo. Tras Santa Clara, Santa Úrsula también cerró sus puertas. Los cuatro últimas moradoras hicieron las maletas en octubre de 2015 y dejaron atrás una historia que se remontaba al año 1259 cuando se fundó en Toledo un beaterio acogido a la regla de San Agustín, aunque el templo conventual es posterior, de 1360.

Por eso, la Real Academia de Toledo lleva tiempo advirtiendo de la progresiva pérdida de esta parte importante del patrimonio religioso invitando a las distintas administraciones, la Iglesia Católica y la propia sociedad civil a que ayuden para que estos edificios no desaparezcan y «permanezcan vivos» de modo que se custodie de la mejor manera posible «la memoria y el ingente patrimonio cultural que han generado y atesoran». También el patronato de la Real Fundación de Toledo ha exigido que se busquen funciones «adecuadas» para los conventos vacíos, «para que no se les trate como un contenedor más en el mercado inmobiliario, disponible para cualquier uso».

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